jueves, 28 de mayo de 2015

"Los besos de amor. XIII: ¡Oh noche deliciosa", de JUAN MELÉNDEZ VALDÉS (ESPAÑA, 1.754-1.817)

¡Oh noche deliciosa!
¡Oh afortunado lecho! ¡Oh gloria mía!
¡Oh Amarilida hermosa!
mi amor en ti confía
la dulcísima gloria de este día. 5
Pensando en mi amor ciego
los venideros ratos concertados
y aquel lascivo juego
con tus pechos nevados,
y mil sabrosos besos a hurto dados, 10
cuando en tiernos abrazos
a tu cándido cuello asido estaba
cual la vid con mil lazos,
y tu boca sonaba
con los ardientes besos que me daba, 15
quedéme ayer dormido
¡oh nunca despertara a más dolores!
¡Ay! yo soñé el cumplido
premio de mis amores
gozándote, mi bien, entre las flores. 20
¡Cuán dulces cosa vía!
¡Qué brazos y qué pechos! ¡Qué cintura!
Mi vista discurría
con ardiente presura,
ansioso de gozar tanta hermosura; 25
y al ceñir a tu cuello
mis amorosos brazos en cadena,
ora tu labio bello,
con dulces voces suena,
y ora al quejarse mi furor refrena. 30
Mas yo de amor perdido,
ya tus ayes, donosa, me aplacaban,
ya de tu ardor movido
las ropas te quitaba
y toda de mis besos te anegaba. 35
¡Qué de luchas trabamos,
quitada ya la luz y a cuántos juegos
de nuevo, ¡ay me! tornamos!
ora humilde a mis ruegos,
ora pugnando entrambos de amor ciegos, 40
Ya las tetas mostrabas
redonduelas y cándidas cual nieve,
y ya las ocultabas
porque de nuevo pruebe
mi mano a hallarlas, y en su ardor se cebe. 45
Mas cuando amor instiga
al dulce ayuntamiento apetecido
y en sabrosa fatiga
me falta ya el sentido,
de un éxtasis dulcísimo impedido, 50
tú con lasciva mano
tocándome proterva, a nueva vida
del dueño soberano
me tornas atrevida,
y un besito a otro sueño me convida. 55
Así se dobla el fuego
y los halagos crecen al sonido
del alternado ruego
respondiendo a un quejido
el muerdito en el beso confundido. 60
Y entre el murmullo lento
el ánima parece en suspirando
salirse entre el aliento,
o que nos va faltando
para tantos deleites no bastando. 65
Engáñase el que intenta
poner término a amor y sus furores,
porque él sabe sin cuenta
mil deleites y ardores,
y mil modos de abrazos y favores. 70
¿Qué aprovecha a lo obscuro
envolver el amor? A la luz clara.
gócelo yo seguro
sin que me niegue avara
la divina Amaralida su cara. 75
Vea de sus ojuelos
el lascivo mirar y oiga el sonido
de sus blandos anhelos,
cuando a compás movido
mi muslo suene, a su muslo unido; 80
y la vista derrame
por su nevado vientre y por sus lados,
y tanto amor me inflame
que en lazos duplicados
mil veces nos gocemos ayuntados, 85
saciándose mis ojos
en cuanto el hado crudo así lo ordena
pues los fieros cerrojos
la muerte al lado suena
del Orco, do tan presto nos condena. 90
Por esto, gloria mía,
la verdad de mi sueño no tardemos,
y en ardiente porfía,
ahora que podemos,
los dulces gustos del amor gocemos. 95


Leer más poemas de este autor en el blog BESOS.

Enlace recomendado:
 
Volver a la página principal





No hay comentarios:

Publicar un comentario