lunes, 29 de febrero de 2016

"Tu corsé", de FEDERICO BARRETO BUSTÍOS (Perú, 1862-1929 d.n.e.)

Poema perteneciente al libro "Aroma de mujer", de fecha 1927  d.n.e.



Sobre tu lecho, en que el Amor impera,
abandonado tu corsé yacía,
y al recogerlo yo, porque era tuyo,
sentí que estaba tibio todavía...

Temblé de amores. Como en blanda cera
tu cuerpo en él modelado aparecía:
tus senos... tu cintura... tu cadera...
¡Hasta tu aroma aquel corsé tenía!

Un beso puse en él con desvarío,
murmurando con voz enternecida:
"Para tu corazón, que sólo es mío!"

Y mi beso quedó como un recuerdo
en el estuche blanco en que, escondida,
guardas la joya de tu seno izquierdo...


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domingo, 28 de febrero de 2016

"No sé qué me une al cielo", de TERESA ABURTO URIBE (Chile, 1965-- d.n.e.)

No sé qué me une al cielo—decías
mientras apretabas mi cuerpo contra el tuyo
sumergidos en la calle sin murmullos...
en la calle silenciosa y perdida.
Tu boca me arrebata el sabor
De tanta distancia y tanto desencuentro,
y mientras tus manos
dibujaban la sombra de mi cuerpo
decías —no sé qué es lo que me une al cielo.
Detenías tus ojos en lo alto
buscando no se qué en el firmamento
y la luna entrometida se apoderaba de tus ojos
y yo esperaba silenciosa el momento de tu regreso.

No sé qué me une al cielo —decías
mientras me devorabas con tu mirada
y me dolían los ojos de tanto verte,
se te ahogaba la vos repitiendo mil veces
los "te amo" más dulces...
se te agotaba el aliento de besarme y de quererme.

Y la noche avanzaba con su frío y su viento,
mientras yo te dejaba buscar en el calor de mi cuerpo
eso que decías que te unía al cielo.

Y nunca supe cuál era ese motivo
que te emocionaba al llevar tus ojos al cielo.
Nunca, porque no hubo tiempo.

El amor se marchó tan rápido...
como tan rápido nos llegó el encuentro.

Me quedé con la pregunta entre los labios,
con la agonía de los besos fugitivos,
con el calor de tu cuerpo entre mis manos.

Me quedé con la calle vacía de vos,
con el silencio de la noche sin tus pasos.

Me quedé con todo pendiente, y el llanto ahogado,
me quedé con el dibujo de tus manos en mi piel,
y con la inconciencia de tus años y mis años.

Me quedé a un costado del camino
para dejarte avanzar sin presiones
para que tus alas se abran al vuelo planeado,
para que busques qué es lo que te une al cielo
quizás mi presencia no te permitió encontrarlo.


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sábado, 27 de febrero de 2016

"Es aire, sólo el aire, quien te besa", de CARMEN GONZÁLEZ HUGUET (El Salvador, 1958-- d.n.e.)

Poema perteneciente al libro "Ausencia".



Es aire, sólo el aire, quien te besa,
el aire que lamiendo está la llama,
el aire que te envuelve y te reclama,
que libera tu vuelo y que lo apresa.

Es aire, sólo el aire, en que la espesa
sangre del corazón de aquel que ama
vence al silencio donde se derrama
la palabra trocada en fiel pavesa.

Es aire la verdad que desafía
al frío, la distancia y esa boca
ciega a la sed ajena y su agonía

que siembra su existir en otra boca.
Máteme el beso de tu alevosía
brotado en punta de coral de roca.


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martes, 16 de febrero de 2016

Besos de película. XXIII.

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"Hay más", de VICENTE ALEIXANDRE (España, 1898-1984 d.n.e.)

Poema perteneciente al libro "La destrucción o el amor", de fecha 1935  d.n.e.



Beso alegre, descuidada paloma,
blancura entre las manos, sol o nube;
corazón que no intenta volar porque basta el calor,
basta el ala peinada por los labios ya vivos.

El día se siente hacia afuera; sólo existe el amor.
Tú y yo en la boca sentimos nacer lo que no vive,
lo que es el beso indestructible cuando la boca son alas,

alas que nos ahogan mientras los ojos se cierran,
mientras la luz dorada está dentro de los párpados.

Ven, ven, huyamos quietos como el amor;
vida como el calor que es todo el mundo solo,
que es esa música suave que tiembla bajo los pies,
mundo que vuela único, con luz de estrella viva,
como un cuerpo o dos almas, como un último pájaro.


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lunes, 15 de febrero de 2016

"Su bata roja", de FEDERICO BARRETO BUSTÍOS (Perú, 1862.1929 d.n.e.)

Poema perteneciente al libro "Aroma de mujer", de fecha 1927  d.n.e.



Sobre el diván estaba su vestido,
la bata roja que ella prefería,
y yo besé esa prenda que tenía
el suave aroma de mi amor perdido.

¡Cuántas veces, en citas que no olvido,
sentí, bajo esa tela, hoy mustia y fría,
hervir su sangre junto con la mía!
¡Su sangre que era fuego derretido!

Hoy que su ausencia ahonda mi querella,
contemplando su túnica la invoco
como el viajero la perdida estrella.

Y su bata, que tiembla si la toco,
parece, como yo, triste por ella
y que se va muriendo poco a poco...


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sábado, 13 de febrero de 2016

"La felicidad", de MANUEL ACUÑA NARRO (Méjico, 1849-1873 d.n.e.)

Un cielo azul de estrellas
Brillando en la inmensidad;
Un pájaro enamorado
Cantando en el florestal;
Por ambiente los aromas
Del jardín y el azahar;
Junto a nosotros el agua
Brotando del manantial
Nuestros corazones cerca,
Nuestros labios mucho más,
Tú levantándote al cielo
Y yo siguiéndote allá,
Ese es el amor mi vida,
¡Esa es la felicidad!

Cruzar con las mismas alas
Los mundos de lo ideal;
Apurar todos los goces,
Y todo el bien apurar;
De los sueños y la dicha
Volver a la realidad,
Despertando entre las flores
De un césped primaveral;
Los dos mirándonos mucho,
Los dos besándonos más,
Ese es el amor, mi vida,
¡Esa es la felicidad!


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jueves, 11 de febrero de 2016

"La dama del espejo", de JOSÉ ÁNGEL BUESA (Cuba, 1910-1982 d.n.e.)

Poema perteneciente al libro "Pasarás por mi vida", de fecha 1997  d.n.e.



De aquella extraña noche que no fue tuya y mía,
pero que en mí fue tuya, como fue mía en ti,
me queda lo que queda de un sueno al otro día,
o el regreso de un viaje que jamás emprendí.

Pero fue más que un sueno. Pero fue más que un viaje.
Fue una penumbra rosa y una ventana al mar.
Y el viento removía las cortinas de encaje
como si se estuviera desvistiendo al entrar.

No fuiste mía, es cierto, ni te besé siquiera,
pero te sentí mía, mía de otra manera,
mujer de un solo instante maravilloso y cruel;

porque te vi desnuda, de pie, frente a un espejo,
y así hermosa dos veces, en ti y en tu reflejo,
te sigo recordando frente al espejo aquel.


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sábado, 6 de febrero de 2016

Besos de película. XXI.

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"Por el camino de tu lengua yo podría llegar", de PIEDAD BONNETT (Colombia, 1951-- d.n.e.)

Por el camino de tu lengua yo podría llegar
Hasta la negra Abisinia
O cabalgar hasta Bengala o Nankin
Porque ella es sabia como un viejo maestro que
Enseña sobre el cielo
Las rutas de los pálidos cometas

Porque tu lengua es poderosa como la de la mantis
Que da vida y da muerte
Y sabe tejer formas como la poesía
Y es diestra en lides y ducha en argucias
Y canta una canción remota y mágica que invita al extravío

Pero por el camino de tu lengua viajo más hondo
Hasta el lugar donde naces gimiendo con un tremor antiguo
Y me sientes flotar reciente y húmeda

Hasta el origen
Donde sueña la bestia su sueño más profundo
Y el placer es un banco de peces que relumbra
Entre sales marinas

Hasta mi centro
Donde veo lo que no ven mis ojos cegados por las luces del mundo
Donde no existe la palabra
La torpe mercenaria


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viernes, 5 de febrero de 2016

"En la doliente soledad del domingo", de GIOCONDA BELLI (Nicaragua, 1948-- d.n.e.)

Aquí estoy,
Desnuda,
Sobre las sábanas solitarias
De esta cama donde te deseo.

Veo mi cuerpo,
Liso y rosado en el espejo,
Mi cuerpo
Que fue ávido territorio de tus besos,
Este cuerpo lleno de recuerdos
De tu desbordada pasión
Sobre el que peleaste sudorosas batallas
En largas noches de quejidos y risas
Y ruidos de mis cuevas interiores.

Veo mis pechos
Que acomodabas sonriendo
En la palma de tu mano,
Que apretabas como pájaros pequeños
En tus jaulas de cinco barrotes,
Mientras una flor se me encendía
Y paraba su dura corola
Contra tu carne dulce.

Veo mis piernas,
Largas y lentas conocedoras de tus caricias,
Que giraban rápidas y nerviosas sobre sus goznes
Para abrirte el sendero de la perdición
Hacia mi mismo centro
Y la suave vegetación del monte
Donde urdiste sordos combates
Coronados de gozo,
Anunciados por descargas de fusilerías
Y truenos primitivos.

Me veo y no me estoy viendo,
Es un espejo de vos el que se extiende doliente
Sobre esta soledad de domingo,
Un espejo rosado,
Un molde hueco buscando su otro hemisferio.

Llueve copiosamente
Sobre mi cara
Y sólo pienso en tu lejano amor
Mientras cobijo
Con todas mis fuerzas,
La esperanza.


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jueves, 4 de febrero de 2016

"Aurora insumisa", de VICENTE ALEIXANDRE (España, 1898-1984 d.n.e.)

Poema perteneciente al libro "La destrucción o el amor", de fecha 1935  d.n.e.



En medio de los adioses de los pañuelos blancos
llega la aurora con su desnudo de bronce
con esa dureza juvenil
que a veces resiste hasta el mismo amor.

Llega con su cuerpo sonoro
donde sólo los besos resultan todavía fríos,
pero donde el sol se rompe ardientemente
para iluminar en redondo el paisaje vencido.

Si en las cercanías un río imita una curva,
no confundirlo, no, con un brazo;
si más arriba quiere formarse una montaña,
apenas si conseguirá imitar algún hombro,
y si un pájaro repasa velozmente
no faltará quien lo equivoque con unos dientes ligeros.

La blancura no existe.
La amarillez vivísima,
el color rosa naciente,
el incipiente rojo
son como ondas sobrepasándose hasta derribarse en el seno,
donde el día se vierte tumultuosamente.

Quizá por la garganta del cuerpo juvenil
los rojos pececillos circulan,
se extinguen,
los besos son burbujas,
son ese gris que falla en el fondo de la copa
cuando alguno intenta acercarle los labios;
son ese ojo profundo sin párpado que en el fondo
demuestra con su fijeza que nunca ha de acabarse.

Pero el viento no puede lastimar ese cuerpo,
ni los brazos del amor conseguirán disminuir la fina cintura,
ni esas redondas manos pasajeras
reducirán a calor los pechos liberados.

El cabello ondea como la piedra más reciente,
roca nueva insumisa rebelde a sus límites,
la que jamás encerrada en un puño
cantará la canción de los labios apretados.

El sol o el agua luminosa
bruñe la superficie erguidísima,
donde nunca un pájaro detendrá su bola de pluma,
ni se amarán por parejas bajo los brazos fríos.

Una boca con alas del tamaño de la nieve
pone en el cuello su carbón encendido.

Brota una mariposa de cristal impasible,
espejo hacia el cenit que repugna las luces.


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miércoles, 3 de febrero de 2016

"Tus besos", de SALVADOR PLIEGO (Méjico, 1958-- d.n.e.)

Poema perteneciente al libro "Claro de luna", de fecha 2007  d.n.e.



I

Guárdame en tus besos mujer.
Déjame atrapar en estos versos
la sonrisa pletórica y distante.
Subirme a la barca de los sueños
para recorrer las profundas aguas de tus besos.

Acércame a tu boca mujer,
acércame a tu boca.

Llévame por donde el viento
vuela en el placer en que desliza y retribuye
el indómito precipicio de la altura.

Llévame a tu boca mujer,
llévame a tu boca.



II

¡Oh!, sangre, nube, polvo, fuego;
Oceánica marea en que fui atrapado;
Aire indiviso de cumbres Altiplanas;
Milenarias rocas de los mayas enclaustradas.

Oh piedra y piedra, beso y beso.
Tu boca activó el más fiero de los besos,

el más pasional de mis deseos.

Fuego en mí y el alma en desenfreno.
Fuego en ti y el acto se esparció entre los vientos.

Ávido de ti
la tormenta expandió de tajo
el relámpago en el árbol
y en el nido fue a caer
en mis callados labios.

Beso a beso, beso a beso,
como el halcón aterrizando
en pleno vuelo:
agresivo, fiero, voraz,
y dulce, siempre dulce,
que cayó en el lecho entre tus besos.

¡Ah!… la noche clama al cielo
lo que mis labios a tus besos,
y en el cenit donde se guardan billones de luceros
el alma prende la sonrisa
como un acto sublime y eterno,
para serenar la noche
y atraparla en el pecho
con un corazón alegre y de fuego,
uniendo a ti mis labios con tus besos.


III

¡Gritad, gritad!
Alfarero, hortelano, acerero,
joven jornalero del torno y de la rueca,
alegre carpintero del cincel y de la broca.

¡Gritad, gritad!
A la roca, a la semilla,
al ave en su crucero,
al pez en su odisea.

Gritadlo a todos y en la cima.
En la cumbre, en la taberna,
a la masa que hace pueblo y camino.
Gritadlo a pleno pecho y sin tapujos:
Llevo el éxtasis del contacto de sus besos.
Llevo el corazón colmado de sus labios.
Llevo el beso de su boca y en mi boca.
Llevo un beso y el canto enamorado
.

¡Fuego en mí y ardí como la tierra madre!

¡Fuego en mí y prendí el grito airoso hacia los vientos!

¡Fuego en ti y la luz se encienda sobre el orbe!

¡Fuego en mí y perderme para siempre, para siempre,
en un beso… un sólo beso… en tu beso!


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