jueves, 17 de noviembre de 2016

"Besador", de GIANCARLO HUAPAYA CÁRDENAS (Perú, 1979--)


Besador atravesó la ciudadela hendido en un beso. Los labios besan tu pantalla, Besamanos besa el cuello desabrigado. Existen varios besos que cambian a succión de nervio. Es la voluntad del que mueve los labios que el dinamismo en las bocas de los lobos sea célebre. Lo glorioso implica la cantidad de las distintas sustancias combinadas. Es decir, la distancia entre las saladas gotas de un cuerpo cuando somos los besos de sustancias radiantes es determinante para saber cuál es la calidad de intoxicación. La mueca del instante inicial es realmente la sonrisa viciosa que se formula antes de recrear su adicción. Es una deformación producto de sus constantes relamidas de labios. Es por eso que las relamidas fomentan el cariño de los Besadores y Acariciadores. Que son en su mayoría amplios amantes de vigorosas crónicas. El morbo y la licencia es la constante en una ecuación en su mayoría perturbadora. Cualidad que escandaliza a los creyentes de caras sin muecas de goce. Que son en su colectividad negados a perturbar húmedamente las erupciones: acariciar la ecuación con los labios con movimientos elípticos, introducir consonancias mórbidas, presionar el fragmento que dilata, luego exagerar la presión gustativa.

El beso se traslada.

El beso es el rastro que dejan las gotas saladas, es el rastro de una caracola lasciva.

Besador se introduce en las noctámbulas bocas de los glúteos danzantes y se besa todo aquel que injirió el estupefaciente afrodisíaco de la boca de Besador. Él manifiesta el beso como fotosíntesis sonora. Innegable sobreabundante. Toxinas que el cuello ventila y presume como burbujas que ascienden y explotan. Besos corpulentos. Sorbemos el humor hipnótico. Puros zumban y se especializan. La saliva absorbida desciende fertilizando desde lo bucal hasta lo glaciar. Los zumos de los sabores degustados son los vapores que celestiales nos estiran la humedad para poder crear más órganos móviles.

Noche escolta. Se besan los chispazos jadeantes. Espectador atrapa saliva que salpica y cristaliza su experiencia, le inquieta la postura de los hombros cuando la mueca de los Besadores se manifiesta babosa.

Los besos no llevan alas, es el aliento liberado de su mucosa, corren atravesados de músculos por largos intervalos coyunturales.


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