martes, 31 de enero de 2017

"De cuando nos nevaba y te reías", de ANGEL GARCÍA LÓPEZ (España, 1935--, d.n.e.)



Llueve la nieve y llueve en tu mirada.
La nieve nieva y llueve tan deshora,
que a tus ojos, tan negros, los decora
de una pequeña ruta de nevada.

Está nevando nieve enamorada.
La nieve por tus ojos se enamora
nevando tu mirar, que nieva y llora
la aurora del nevero deshojada.

Te ha nevado la voz, y, de repente,
tu risa abre a la tarde la alegría
saltando de tu boca como un copo.

Me has lanzado una bola hacia la frente.
Y ha vuelto a sonreír tu niñería
mientras beso tu risa y te la arropo.


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domingo, 29 de enero de 2017

"La estudiante", de PABLO NERUDA (seudónimo de Ricardo Eliécer Neftalí Reyes Basoalto), (Chile, 1904-1973 d.n.e.).

Poema perteneciente al libro "Canto general", de fecha 1950  d.n.e.



Oh tú, más dulce, más interminable
que la dulzura, carnal enamorada
entre las sombras: de otros días
surges llenando de pesado polen
tu copa, en la delicia.
Desde la noche llena
de ultrajes, noche como el vino
desbocado, noche de oxidada púrpura
a ti caí como una torre herida,
y entre las pobres sábanas tu estrella
palpitó contra mí quemando el cielo.
Oh redes del jazmín, oh fuego físico
alimentado en esta nueva sombra,
tinieblas que tocamos apretando
la cintura central, golpeando el tiempo
con sanguinarias ráfagas de espigas.
Amor sin nada más, en el vacío
de una burbuja, amor con calles muertas,
amor, cuando murió toda la vida
y nos dejó encendiendo los rincones.
Mordí mujer, me hundí desvaneciéndome
desde mi fuerza, atesoré racimos,
y salí a caminar de beso en beso,

atado a las caricias, amarrado
a esta gruta de fría cabellera,
a estas piernas por labios recorridas:
hambriento entre los labios de la tierra,
devorando con labios devorados.


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sábado, 28 de enero de 2017

"Las rosas palpitaban encima de tus senos", de JUAN RAMÓN JIMÉNEZ (España, 1881-1958 d.n.e.)

Poema perteneciente al libro " Libros de amor", de fecha 1911-1912  d.n.e.



Las rosas palpitaban encima de tus senos
duros. Como una flora de las blancas batistas
que tus brazos rosaban cálidamente llenos,
los encajes tentaban con carnes entrevistas

¡Qué cándida lujuria en tus bucles con lazos
rojos! ¡Oh, tus mejillas, mates como jazmines,
bajo la llama negra de los hondos ojazos
sobre la pasión cálida de las rosas carmines!

Ibas hacia la vida con todo tu tesoro
intacto… Me mandaste tus pájaros de amores…
¡y te besé, temblando, tu alegría de oro
con un miedo doliente de poner tristes tus flores!



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viernes, 27 de enero de 2017

"Poema-instancia", de GLORIA BOSCH MAZA (España, 1959--, d.n.e.)


Me dirijo a ti, por la presente
si tienes a bien adjudicarme
una noche cualquiera para besarte
a la luz de la luna o entre tinieblas
entre mis sábanas o entre tus piernas.

Siendo consciente de que mi premura
es incompatible con tu escasez de tiempo
efectúo las gestiones oportunas
a fin de que no caduque mi deseo.

Esperando cumplir los requisitos
establecidos a tal efecto
curso esta petición con carácter urgente
y adjunto documentación en forma de verso.

En Barcelona, a una hora cualquiera
y en día impreciso del mes de noviembre
firmo la presente instancia desde mi cama
acechando la puerta con obsesiva mirada.


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jueves, 26 de enero de 2017

"Cúbreme, amor, el cielo de la boca", de RAFAEL ALBERTI MERELLO (España, 1902-1999, d.n.e.)

Poema perteneciente al libro "El ceñidor de Venus desceñido", de fecha 1947  d.n.e.



Cúbreme, amor, el cielo de la boca
con esa arrebatada espuma extrema,
que es jazmín del que sabe y del que quema,
brotado en punta de coral de roca.

Alóquemelo, amor, su sal, aloca
Tu lancinante aguda flor suprema,
Doblando su furor en la diadema
del mordiente clavel que la desboca.

¡Oh ceñido fluir, amor, oh bello
borbotar temperado de la nieve
por tan estrecha gruta en carne viva,

para mirar cómo tu fino cuello
se te resbala, amor, y se te llueve
de jazmines y estrellas de saliva!


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miércoles, 25 de enero de 2017

"Y yo te amaba", de LILIAN JIMÉNEZ DE LEIVA (El Salvador, 1922-- d.n.e.)


Y yo te amaba
antes que el rocío
cayera como lágrima en la tierra,
antes de que los campos
se inundaran de luz en la mañana,
antes que la materia
sacudiera el silencio
al revelar su signo.
Y yo te amaba desde siempre
y te buscaba en la espiral del tiempo:
en cada Edad y en cada círculo
del porvenir incierto,
a través de la lluvia y de los mares,
a través de la sombra y del abismo,
a través de mi grito y de mi sueño.

En las calladas noches
esperaba tu barco
para que anclara un día
sobre mi corazón de fuego.
Y vencedor llegaste, desatado,
a mi sedienta isla
con esa magia que te ha dado el tacto.
¡Oh sitiador violento
de todos mis caminos!
Y vencedor llegaste perforante,
a turbar el silencio
de mi febril espera.
Y a mí viniste,
vertiginoso río,
sobre mis valles y montañas
a destrenzar los vientos
y a despertar los pájaros del sueño.
Y a mí viniste
con resplandor de estrella
hombre de musgo y de metal oscuro,
una pirámide, un templo
alzóse con tu imagen.
Fundiste entre mis aguas
tu rostro de granito.

Ahora la esperanza
como sedosa hiedra
ha subido segura por mis huesos.
Hay un incendio
de amor sobre mi pecho:
crecen las llamas de mi propia brasa.
Agitaste las pasiones
sobre el tendido valle de mi cuerpo:
vivió el calor la luz;
el vino de mi sangre derramóse
en ondulante río,
crecieron las rosas del silencio
y un vendaval de ruiseñores
cantó la Primavera…

Por tu cuerpo de miel
sonríe un mundo musical,
de extraña aurora:
entretejidos sueños para el hombre
que vuelca su esperanza
en colectivos rostros.
Acaso en uno de tus puertos
quedóse un jeroglífico
quizás indescifrable…
Hay un cristal azul sobre tu pecho
que refleja otra patria y otro siglo,
un vuelo de palomas por tus manos
y un olor a limón en tus colinas.
Eres la tierra
el rumor intacto
el agua transparente y la poesía.

Quisiera estar contigo
temblante cada noche
-gacela herida a tu costado-
donde siempre el silencio
tendiera ya sus alas.
En la callada pieza,
y se duermen los ecos y los ruidos;
cuando el gemir yacente no te puebla
y se quedan tus labios apagados
-amortajadas rosas del silencio-
tus poros brotan un sudor tranquilo
que va cayendo de tu piel oscura
como rocío de la noche inmensa:
quedando florecido
el trébol soledoso de mi cuerpo.

Hoy pudiste conducir
tu deseo hacia mis muros,
sumergirte gozoso
en los ocultos mares de mi gracia,
hombre de sed, de húmedo tacto,
descubridor de mis sentidos,
buceador en las aguas
de mis ríos lentos.
Tuyo es mi barro
con su antigua leyenda
de palpitantes sueños
y tuyo mi destino
de sinuosos cauces.

No me dejes a solas
con el roto silencio
y con la inocencia perdida.
No me dejes a solas
como temblante estatua
en luminoso fuego.
No me dejes en sonorosa
marea amurallada
en este laberinto de la vida.
Deja que mis ojos se sequen
de mirarte siempre
y mis palabras giren
llenas de júbilo
para buscar el viento.


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martes, 24 de enero de 2017

"Casida", de PABLO GARCÍA BAENA (España, 1923-2018 d.n.e.)

Poema perteneciente al libro "Junio", de fecha 1957  d.n.e.



«Las palmeras... Me parece que a su sombra no
se puede ser desgraciado.»
T. Gautier

A Margarita y Juan Valencia


Ay, no se puede ser desgraciado bajo las palmeras,
bajo el toldo granate que adelanta la noche en el patio,
con las manos humedecidas en el agua perfumada de azahar
que refleja el cobre sangriento de las ánforas.
Bajo las palmas grávidas de dátiles
que se elevan en busca del beso febril de la noche de junio,
cuando junio tiene un placer para cada momento
y sólo el respirar es voluptuosidad.
Ay, cuéntame del Sur,
de esa tierra que sonríe con el carmín violento del granado en sus labios,
blancos por el contraste con la piel oscura, dorada por el sol.
Cuéntame desde Córdoba dormida entre el mármol y el agua,
y Jerez, como un lirio de cal nacido entre las viñas,
y Málaga, caña de azúcar verde bajo un palio sofocante de estío,
hasta el cegador diamante calcinado del desierto,
donde languidecen los camellos llevando bajo la seda roja de las gualdrapas
los frutos frescos de los oasis en sombra.
Dime el amanecer en el naranjal de troncos encalados,
cuando el sol aún no esparce la colmena furiosa de sus rayos
sobre las hojas húmedas de la calabaza.
Dime la penumbra de las bodegas,
el misterio de los claustros entre el verdor de los maceteros y las columnas,
el balcón abierto a la noche áspera de jaras,
junto al adolescente desvelado que sueña sobre las sábanas
el abrazo de las mujeres que tienen en su cuerpo el desmayo inquieto de las corzas
y en su cálida boca el frescor jugoso de las sandías.


Hay una hora de la madrugada en que se extinguen las lámparas olorosas de bálsamos
y el cansancio mustia la enredadera enervante de los abrazos,
y sólo sabemos que vivimos porque llega lejano un halago de albahaca,
un susurro de alas entre el humo de junio.
A esa hora, ven a la campiña.
La barca nos espera,
y el alba es aún una amapola que sangra en el cuchillo de los gallos.
Va la barca en silencio.
Las manos en el agua cogen el ascua helada de la estrella.
Abandonados, se hunden los remos en el pálido malva del río.
¡Melonar bajo luna!
Lejanas las guitarras ponen sed en los labios,
y las mujeres llevan biznagas en la llama negra del pelo;
y al abrir el melón su carne rosa y fresca
los labios beben ávidos la miel de ese beso
que luego ha de gustarse sobre otra boca
,
entre el aroma de juncias pisadas que ahogan con el brocado espeso de su olor.


Háblame de la siesta...
Suena el agua en la fuente...
Las ventanas se velan de intimidad.
La calle arde al sol.
En el campo, las víboras se muerden retorcidas de calor y de celo;
el alacrán se clava su aguijón,
y, en el patio, avispas de oro negro zumban junto al racimo verde del emparrado;
y desde la ensombrada galería,
en el turbio coágulo del espejo, se refleja el fruto exhausto del limón y los cidros.
Los sentidos buscan la fiesta de lo frío:
cristal, collares, cálices para las manos tibias,
el surtidor deslíe la plata de los peces en el reseco oído;
para el olfato abre la magnolia la nieve de sus pétalos,
y en los ojos el mármol de las estatuas vivas
ofrece su desnudo fresco como un venero
al quebrarse en la boca un chorro de agua helada que resbala en gotillas por el rostro.
Un aire de abanicos y geranios acaricia la piel,
y el alma se esconde pequeña como una araña en el rincón oscuro,
ante el despertar de los deseos, bellos como faisanes de pedrería,
que pasean su cola de amatista y de ópalo
por el bosque caliente de la sangre.

Dime ahora la noche...
La noche es toda azul. Como la hoja inmensa de un plátano azulado junto a un lago de aguas azules.
La noche tiende cortinas que sujeta en palomas.
Arden túnicas de oro en la campiña.
La llama de los rastrojos se respira en el aire
y el pueblo es una salamandra que tuesta sus escamas en el fuego.
Sonríen en las puertas las mujeres con los ojos pintados,
y el árbol del paraíso balancea en sus flores serpientes de perfume.
En azoteas blancas por la cal y la luna se bañan las muchachas.
Las serenatas ciñen de música las sienes,
y mordiendo alhelíes pasan las cortesanas en sus verdes literas.
De pronto, todo calla...
¡Música en los jardines!
La guzla tiene a veces un idilio de agua goteante entre rosales,
y otras es un caballo blanco con las crines blancas
que galopara sin jinete por una calle de mármoles negros,
en penumbra de arcos.
Suenan los crótalos, y la tierra recién regada de los arriates
hace florecer jazmines de fiebre en la cintura de las bailarinas.
La noche escapa con el gemido último de las cítaras.
Y cuando el curvo alfanje de la luna palidece de cisnes
y el placer es un pozo, bajo sombra de áloes,
el alba llega a las tierras del Sur
como una esclava huida de su dueño que se desangrara entre las pitas y las chumberas.


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lunes, 23 de enero de 2017

"Diotima a su muy complicado discípulo", de ANA ROSETTI (seud. de Ana María Bueno de la Peña) (España, 1950--, d.n.e.)


"El placer es el mejor de los cumplidos."
Coco Chanel.


El más encantador instante de la tarde
tras el anaranjado visillo primorosa.
Y en la mesita el té
y un ramillete, desmayadas rosas,
y en la otomana de rayada seda,
extendida la falda, asomando mi pie
provocativo, aguardo a que tú avecines
a mi cuello, descendiendo la mirada
por el oscuro embudo de mi escote,
ahuecado a propósito. Sonrójome
y tus dedos inician meditadas cautelas
por mi falda; demoran en los profundos túneles
del plisado y recorren las rizadas estrellas
del guipur. Apresúrate, ven, recibe estos pétalos
de rosas, pétalos como muslos
de impolutas vestales, velados. Que mi boca
rebose en sus sedosos trozos, tersos y densos
cual labios asomados a mis dientes
exigiendo el mordisco.
Amordázate,
el jadeo de tu alto puñal, y sea tu beso
heraldo de las flores.
Apresúrate,
desanuda las cintas, comprueba la pendiente
durísima del prieto seno, míralo, tócalo
y en sus tiesos pináculos derrama tu saliva
mientras siento, en mis piernas, tu amenaza.


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domingo, 22 de enero de 2017

"Retrato", de EUGENIO FLORIT (Cuba, 1903-1989, d.n.e.)


Estaba allí, perfecta, bella,
sin sombra en las pupilas verdes.
El oro, de corona; el transparente nácar,
de túnica; la sonrisa, de aureola.
Bella, perfecta, en pura geometría
de mármol y caricia del sol último.
¿Qué pensamiento, bajo la amplia frente?
¿Qué beso al borde de los labios?
¿Qué imagen, tras los ojos detenidos
en una mariposa del espacio?
Allí, perfecta, bella. Entre los dedos,
un alma de paloma, muerta,
luchando por entrarse hasta su sangre,
y anidar, otra vez, bajo su seno.
En torno, el ángel de la música
se iba, en ocaso, el mar, desvaneciendo.


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sábado, 21 de enero de 2017

"Nocturno de tu boca", de LAUREANO ALBÁN (Costa Rica, 1942--, d.n.e.)


Hay lunas en la sombra
que vienen del silencio.
Lunas de sólo sed
que me celan besándome.
Lunas que el espejismo
de vivir me dejaron
para siempre empapado
de verdades tan húmedas,
y tan fieras, como la antigua
sombra del cuerpo
sobre el cuerpo
en los ríos de la gloria.

Ven y dame la luna -profecía
de tu boca-.
Su humedad tan secreta
que la vida la sueña.

Su pulpa bendecida
por todas las campanas del ayer.

Ah, tu boca, lentísima
como el tiempo en las horas
primeras del olvido.
Bajando a las raíces
como buscando lluvias,
subiendo a los dinteles
del día enarbolado
por la mano del día.

Entre todas las lunas
-espejos de las vidas-
las lunas que un instante
de niebla son verdad
porque el beso las finge
para siempre perfectas.

Entre todas las lunas
que en la noche se mecen,
agoreras, voladas
y anunciando su lenta
pasión contra el olvido.

Entre todas las lunas,
yo prefiero y escojo,
aquí junto a los mares
que me ignoran soñándome;
yo prefiero la luna
de espejos infinitos
de tu boca y tu boca
enfrentando la copa
del olvido del mundo.

Que besar es un viejo
ejercicio de asombros,
que heredamos de todas,
tantas fugas vividas...
Y tú besas. Tu boca
besando
dice «dime
la verdad vencedora
de los besos del tiempo».


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viernes, 20 de enero de 2017

"Besarte no es amor", de ÁNGEL GARCÍA LÓPEZ (España, 1935--, d.n.e.)



Besarte no es amor, es irte oliendo
igual que huele el macho a su collera;
es saberte paloma mensajera
al gavilán las alas abatiendo.

Besarte no es amor, es ir pidiendo
besana donde hundir mi sementera;
es ser igual que el toro en la pradera
huyendo de la hembra y embistiendo.

Igual que el ciervo oculta el baluarte
donde el celo resiste y le reclama,
así mi boca llega hasta tu boca.

Porque besarte entonces, no es besarte.
Es dejar en los labios la proclama
donde la sangre asusta de tan loca.


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jueves, 19 de enero de 2017

"Nocturno sensual", de LUIS GONZAGA URBINA (México, 1864-1934 d.n.e.)


Yo estaba entre tus brazos. y repentinamente,
no sé cómo, en un ángulo de la alcoba sombría,
el aire se hizo cuerpo, tomó forma doliente,
y era como un callado fantasma que veía.

Veía, entre el desorden del lecho, la blancura
de tu busto marmóreo, descubierto a pedazos;
y tus ojos febriles, y tu fuerte y obscura
cabellera... y veía que yo estaba en tus brazos.

En el fondo del muro, la humeante bujía,
trazando los perfiles de una estampa dantesca,
nimbaba por instantes con su azul agonía
un viejo reloj, como una ancha faz grotesca.

Con un miedo de niño me incorporé. Ninguna
vez, sentí más silencio que en esa noche ingrata.
El balcón era un marco de reflejos de luna
que prendía en la sombra sus visiones de plata.

Temblé de ansia, de angustia, de sobrecogimiento;
y el pavor me hizo al punto comprender que salía
y se corporizaba mi propio pensamiento...
y era como un callado fantasma que veía.

Los ojos de mi alma se abrieron de repente
hacia el pasado, lleno de fútiles historias;
y entonces supe cómo tomó forma doliente
la más inmensamente triste de mis memorias.

¿Qué tienes? -me dijiste mirándome lasciva.
-¿Yo? Nada... y nos besamos.
Y así, en la noche incierta,
lloré, sobre la carne caliente de la viva,
con la obsesión helada del cuerpo de la muerta.


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miércoles, 18 de enero de 2017

"El primer beso", de AMADO NERVO (seudónimo de JUAN CRISÓSTOMO RUIZ DE NERVO Y ORDAZ) (MÉJICO, 1870-1919 d.n.e.)

Poema perteneciente al libro "El arquero divino", de fecha 1919  d.n.e.



Yo ya me despedía…. y palpitante
cerca mi labio de tus labios rojos,
«Hasta mañana», susurraste;
yo te miré a los ojos un instante
y tú cerraste sin pensar los ojos

y te di el primer beso: alcé la frente
iluminado por mi dicha cierta.
Salí a la calle alborozadamente
mientras tu te asomabas a la puerta
mirándome encendida y sonriente.

Volví la cara en dulce arrobamiento,
y sin dejarte de mirar siquiera,
salté a un tranvía en raudo movimiento;
y me quedé mirándote un momento
y sonriendo con el alma entera,

y aún más te sonreí… Y en el tranvía
a un ansioso, sarcástico y curioso,
que nos miró a los dos con ironía,
le dije poniéndome dichoso:
– “Perdóneme, Señor esta alegría”.


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martes, 17 de enero de 2017

"¡Cuántas noches contigo, deliciosas!", de ABU ISHAQ IBRAHIM IBN JAFAYA (España, 1058-1138 d.n.e.)





Cuántas noches contigo, deliciosas,
vino en el mismo cáliz yo bebía,
y nuestro hablar suave parecía
el susurro del céfiro en las rosas.

Perfume dulce el cáliz exhalaba;
pero más nuestros juegos; más las flores
que de tu seno y ojos seductores
y de tus frescos labios yo robaba.

Sueño, embriaguez, un lánguido quebranto
rindió tu cuerpo hermoso,
que entre mis brazos a posarse vino;
pero la sed, en tanto,
apagar quiso el corazón ansioso,
de tu boca en el centro purpurino,
fue entonces limpia y rutilante espada
y fue bruñido acero tu figura,
al desnudar la rica vestidura
tan primorosamente recamada.

Y yo estreché con lazo cariñoso
tu esbelto talle y delicado seno,
y besé tu sereno
rostro,
que sol hermoso
para mi bien lucía,
dando ser a mi alma y alegría.

Toqué con ambas manos
toda la perfección de tu hermosura,
anchas caderas y cintura breve,
y dos alcores cándidos, lozanos,
que separa de un valle la angostura
y que están hechos de carmín y nieve.


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lunes, 16 de enero de 2017

"¿Por qué tienes ojeras esta tarde?", de RAFAEL DE LEÓN Y ARIAS DE SAAVEDRA (ESPAÑA, 1.908-1.982).


¿Por qué tienes ojeras esta tarde?
¿Dónde estabas, amor, de madrugada,
cuando busqué tu palidez cobarde
en la nieve sin sol de la almohada?

Tienes la línea de los labios fría,
fría por algún beso mal pagado;
beso que yo no sé quién te daría,
pero que estoy seguro que te han dado.

¿Qué terciopelo negro te amorena
el perfil de tus ojos de buen trigo?
¿Qué azul de vena o mapa te condena

al látigo de miel de mi castigo?
¿Y por qué me causaste esta pena
si sabes, ¡ay amor! que soy tu amigo?


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domingo, 15 de enero de 2017

"Labios bellos, ámbar suave", de LUIS ANTONIO DE VILLENA ( España, 1951-- d.n.e.)

Poema perteneciente al libro "El viaje a Bizancio", de fecha 1972-1974  d.n.e.



Con sólo verte una vez te otorgué un nombre,
para ti levanté una bella historia humana.
Una casa entre árboles y amor a media noche,
un deseo y un libro, las rosas del placer
y la desidia. Imaginé tu cuerpo
tan dulce en el estío, bañado entre las
viñas, un beso fugitivo y aquel -”Espera,
no te vayas aún, aún es temprano”.
Te llegué a ver totalmente a mi lado.
El aire oreaba tu cabello, y fue sólo
pasar, apenas un minuto y ya dejarte.
Todo un amor, jazmín de un solo instante.

Mas es grato saber que nos tuvo un deseo,
y que no hubo futuro ni presente ni pasado.


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sábado, 14 de enero de 2017

"Ni tú me debes ni te debo nada", de GUILLERMO GÓMEZ BRENES (Nicaragua, 1930 - 2015, d.n.e.)


Ni tú me debes ni te debo nada.
Un río fuimos. Un espejo franco.
Los dos bebimos de las aguas claras;
asomamos los dos al vidrio manso.

El mismo beso nos quemó en los labios,
con el mismo carbón prendido en llama.
Las mismas ilusiones se nos fueron
cuando cantar no quiso más el alma.

Fuimos río y espejo, fuimos besos,
y cantamos con hojas y con alas
canciones de alegría en los espejos.

Hoy tenemos a mano cuentas claras
que urdieron en silencio nuestros dedos.
Ni tú me debes ni te debo nada.


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viernes, 13 de enero de 2017

"Amor salvaje", de LUIS ZALAMEA BORDA (Colombia, 1921-2013), d.n.e.)



¡Ah, qué nidada de caricias salvajes descubrí!
Guardadas en tu bosque desde el alba del mundo,
esperaban la mano que llegara a arrancarlas,
la mirada que las volcara sobre tus venas todas,
el temblor que iniciara tu espasmo y tu locura.

Vaivén en tus pupilas despertadas,
ojos que danzan al ritmo de los hombros,
larga piel en su raíz estremecida,
la ansiosa estalactita del deseo,
caracol que se incrusta en las orejas;
tus ojos súbitos, terribles. ¡Ah tus ojos!
Y locura, embeleso y más locura.

¡Pantera que se escapa, cervatilla rendida,
la sierpe envolvente de tus brazos,
abrazo de mil lianas zarpadoras,
largo césped donde los senos nacen,
ensenada candente de los muslos,
playa con la blanca tersura de tu vientre.
Y locura, ternura y más locura.

Cadencia resonante de músicas selváticas,
tambor noctambulario suena sobre tu espalda,
la flauta imperceptible del suspiro,
largos gemidos de destrozados labios,
y el grito sempiterno tan guardado,
al fin la noche rompe en agudos pedazos.
Y locura, cadencia y más locura.

Cavernas, grutas, lagos, musgos leves;
hongos colgantes, zarzas en tu boca;
frutos ignotos, zumos descubiertos;
mieses en la alborada, sed que ya se apaga;
venas que se rebelan, sangre libertada;
yegua ululante, jinete que espolea.
Y locura, locura y más locura.

¡Ah qué nidada de caricias salvajes descubrí!
¡Y qué voces intactas en tus prístinos fondos!
¡Y qué flores que se abren al tacto de mis manos!
Salvaje mía; ¡ámame así, envuélveme en tu bruma!
¡Y bebamos del manantial de esta locura primitiva!


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jueves, 12 de enero de 2017

"Sucesiva", de GERARDO DIEGO CENDOYA (España, 1896-1987, d.n.e.)


Déjame acariciarte lentamente,
déjame lentamente comprobarte,
ver que eres de verdad, un continuarte
de ti misma a ti misma extensamente.

Onda tras onda irradian de tu frente
y mansamente, apenas sin rizarte,
rompen sus diez espumas al besarte
de tus pies en la playa adolescente.

Así te quiero, fluida y sucesiva,
manantial tú de ti, agua furtiva,
música para el tacto perezosa.

Así te quiero, en límites pequeños,
aquí y allá, fragmentos, lirio, rosa,
y tu unidad después, luz de mis sueños


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miércoles, 11 de enero de 2017

"Flor de adelfa", de FERNANDO FORTÚN (España, 1890-1914, d.n.e.)

Soneto alejandrino perteneciente al libro "La hora romántica", de fecha 1907  d.n.e.



En el azul del cielo de la playa elegante,
bajo el sol que ilumina la multitud dichosa,
mientras el mar musita su canción melodiosa
su figura adorable se destaca arrogante.

Sus ojos verdes, claros, de mirada triunfante
en un sueño marino perdidos a lo lejos,
destellan en la sora fosfóricos reflejos
y al alzarse, al sol tienen un brillor incitante.

Y a la noche, sus carnes de un blancor enfermizo,
besadas por brillantes luces artificiales

adquieren un moderno y demoniaco hechizo,

cuando sentada inmóvil junto al tapete verde,
resbalan distraídas en sus manos ducales
las monedas de oro que indiferente pierde.


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Enlace recomendado: Estudio del poema realizado por d'Ors, Miguel. "Parnasianismo, decadentismo y simbolismo en un soneto modernista de Fernando Fortún", in d'Ors, Miguel. Posrománticos, modernistas, novecentistas: Estudios sobre los comienzos de la literatura española contemporánea. Sevilla: Renacimiento, 2005, pp. 167-173
 
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martes, 10 de enero de 2017

"Imágenes del amor", de CARMELINA SOTO VALENCIA (Colombia, 1916-1994, d.n.e.)



Yo te amo....

Yo te amo y lo digo así sencillamente
como si ya el recuerdo transitara tus años.
Como si ya mis ojos lloraran por tu ausencia
y como si tus besos ya supieran mis labios.

Yo te amo...
Yo te amo con crueles tiburones de sangre
entre cristales duros vigilando tu cuerpo.
Yo te amo en los arroyos calientes de mi vida
y en mis poemas trémulos.

Yo te amo...
Yo te amo con violetas espirales azules
en donde hay mariposas de amor en cautiverio.
En la frontera exacta que la caricia asume,
en el preciso límite donde el gemido es beso.

Yo te amo...
Yo te amo con un suave sabor a miel anclada
en donde hay golondrinas clausurando recuerdos.
En donde sabe el aire a atmósferas de frutos,
donde las manos corren caminos del deseo...

Yo te amo...
Yo te amo por mil voces de venas enemigas.
Por el grito lejano de mi sangre en el tiempo.
Por la ardorosa llama que se esconde en la nieve.
Por las hondas palabras que están en mi silencio.

Yo te amo...
Yo te amo por la rosa que guarda en sí la espina.
Por la muerte que apaga con sus ojos mi sueño.
Por las rebeldes lianas que las voces me anudan.
Por mi carne entusiasta, por mi vida y mis nervios.

Yo te amo...
Sufriendo...


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lunes, 9 de enero de 2017

"Vengo de olvidarte", de BELÉN REYES (España, 1964--, d.n.e.)

Poema perteneciente al libro "Ponerle un bozal al corazón", de fecha 2002  d.n.e.



Vengo de olvidarte...
pero llego a casa y me tropiezo contigo,
en las cosas que me miran con tus ojos,
en las pelusas del pasillo
que me enredan leves,
con tu olvido.

Vengo de olvidarte...
y puede
que cambie de casa
y siga viniendo de olvidarte,
que cambie de cuerpo
y te siga deseando,
que cambie de vida
y te siga viviendo.

Vengo de olvidarte.
Tiro el bolso
y se cae el pintalabios,
un beso metálico en el parquete
me recuerda la ausencia de tu boca
.

Con vocación de olvidarte
me muevo.
Cada minuto y centímetro
que salgo de mí misma
hago eso, insisto en ello.

Mi obstinación es olvidarte
mi trabajo es olvidarte
mi verso es olvidarte
mi insulto es olvidarte,
mi presente y mi futuro es olvidarte.

Y vengo y voy
para olvidarte.

Me duermo y me des
pierto
para olvidarte. Soy lo que soy
para olvidarte.

Me voy a otras cosas
a otras casas
a otros seres
a otras páginas.

Me voy a otros versos
a otras voces
a otros canales
a otros ríos.

Me voy, me voy, me voy
continuamente.
Y cuando vuelvo…
abro la puerta
tiro el bolso
   el pecho
          la careta
               y el tabaco…
y sé que vengo de olvidarte.


Puedes escuchar el poema musicado por Moncho Oteo y Rafa Mora en http://www.versosobrelpentagrama.com/content/vengo-de-olvidarte


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Enlaces recomendados: su propia web: http://belenreyes.com/ y su facebook: https://www.facebook.com/belenreyespoeta/
 
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domingo, 8 de enero de 2017

"Me llamabas princesa", de NIRA ETCHENIQUE, adap. de CILZARINA EDITH ETCHENIQUE (Argentina, 1926-2005 d.n.e.)

Poema perteneciente al libro "Diez y punto", de fecha 1965  d.n.e.



Me llamabas princesa.
Yo, como tú, sabía
recoger el andrajo y la limosna,
repoblar el silencio con tabaco
y llenarme de izquierda hasta las uñas.
Pero había princesa en el horóscopo
de cada amanecer entre tus brazos.
Y había princesa en ese sueño
remoto, desvelado y consentido.
Me di a pensar por qué me amabas
con una infancia de hadas y de brujas,
con un bosque de polen y de lobos,
con una abuela triste que rezaba.
Y pregunté qué cosa me vistiera
de tul y magia y de misterio
para estrellar de savia tu palabra
y merecer tu amor que me bañaba.
Acaso mencioné de tu universo
la réplica de andar con pez y luto.
Acaso regresé por las semillas
donadas al ángel que tiraste
alguna tarde oscura entre dos copas
ebrio de llanto y verso, renegado
del agua y de los marzos.
Acaso reencarné tu hueso herido,
tu manera de estar comprando pájaros,
el fresco retozar de la pureza
vendida por las dársenas del beso.
Acaso, yo no sé, dulce y violenta,
debí llorar por ti sin que me vieran
y el gusto de mis ojos en tu lengua
te abrió la nieve azul de la ternura.
Pero sé que me amaste y de ese amor
se festejaron panes y adjetivos.
Mujer homenajeada fui en tu labio,
serpentina enredada entre tus venas,
hembra, miga de luz, tierra del canto,
peregrina enlunada germinando
bajo el hambre voraz de tu deseo.
Acaso para entonces ya me odiabas
y matabas el odio sumergiendo
la abeja de tu pánico en mi carne.
Pero en la hora terrible y solitaria,
terrible y desolada,
terrible, enloquecida,
en la hora en que los rostros se llenaban
de nieblas y de espanto;
en la hora en que morías sin abrigo,
en la hora en que quedabas sin más risa
que la sal de tu pregunta por la vida,
por qué se viene abajo, por qué lloro,
por qué los arcoiris y las velas
y el sol que me flagela y ya no puedo
y me siento cobarde y no te vayas;
en la hora morada de los náufragos,
tu odio sin pronombre y con dos alas
caía entre mis dientes y me amabas.
Me llamabas princesa.
Cuatro veces mi sangre te cruzó la cara
y un anillo de luz detuvo el mundo.


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sábado, 7 de enero de 2017

"A una morena", de CARLOS PEZOA VELIZ (Chile, 18979-1908)

Soneto perteneciente al libro póstumo "Antología de Carlos Pezoa Véliz", de fecha 1957  d.n.e.



Tienes ojos de abismo, cabellera
llena de luz y sombra, como el río
que deslizando su caudal bravío,
al beso de la luna reverbera.

Nada más cimbrador que tu cadera,
rebelde a la presión del atavío…
Hay en tu sangre perdurable estío
y en tus labios eterna primavera.

Bello fuera fundir en tu regazo
el beso de la muerte con tu brazo…
Espirar como un dios, lánguidamente,

teniendo tus cabellos por guirnalda,
para que al roce de una carne ardiente
se estremezca el cadáver en tu falda…

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viernes, 6 de enero de 2017

"Taller de sedería", de AURORA LUQUE (España, 1962, d.n.e.)

Poema perteneciente al libro "Transitoria", de fecha 1998  d.n.e.



Es un espléndido manantial de magnífica seda [...]
Salvo la seda, no hay otro comercio en esta ciudad,
por lo cual los forasteros no permanecen en ella y
sólo la habitan sus propios vecinos.

Ibn al-Jatib


Seda del párpado, seda de la ingle,
seda roja del cielo de la boca,
seda blanca, escondida, de la nuca,
la pieza con pequeños lunares de la espalda,
crisálida de seda del ombligo,
el ovillo del pubis, la seda que se adentra,
el encaje de seda de la axila,
la organza de los labios,
la piel como sedante,
las palabras sedosas,
el sedal sin anzuelo de los brazos,
piel de fibra tensada tarea de hilandera
del gusano inquilino, el tejedor del gremio
de los sastres futuros que destejen
la vieja seda rota y desvaída,
del trapero que rasga y que descose
los últimos recortes, los retales,
la mortaja de seda apolillada.


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jueves, 5 de enero de 2017

"Desnudo en sombra", de ALMUDENA GUZMÁN (España, 1964-- d.n.e.)


Volverse a enamorar.
Besar una piel que sabe distinto,
no encontrar puntos de referencia
que indiquen el momento justo,
la caricia perfecta,
la mano compañera.
Retornar a un cuerpo nuevo
sin los huecos del anterior,
no poder palpar una nuca excitada,
una espalda con escalofríos conocidos.
Qué pobre se queda el intento de amar igual a la primera vez.
Cómo pesa una boca tan sabida,
tan llena de humo compartido
ante la desconocida tan poco explorada, tan miedosa.
Cuánto cuesta abandonarte, lavarme de tu olor,
quitarme las huellas de tu peso,
desdoblarme en otra Almudena
y comenzar a hacer mía una figura
de la calle que me asusta y que ¿quiero?
poseer, pero... tú, ahí estás tú,
traspasando con tu desnudo mi sombra,
consolándome pesaroso de mi dolor al terminar,
tu sonrisa y tu cigarrillo,
ese brazo moreno rodeando mi cintura
y llevándome a un lecho desordenado...

y tus manos de violinista
volando y enredándose en mis senos.


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miércoles, 4 de enero de 2017

"Rezumo", de RAFAEL GUILLÉN (ESPAÑA, 1933-- d.n.e.)

Poema perteneciente al libro "Moheda", de fecha 1971-1977  d.n.e.




tu pubis, dime, tus acantilados
donde las manos se me despeñaban,
dime qué fue, tu deja, tu artería.
Y estoy de ida, pero vuelvo cedo,
y estoy deleble a tu mirada esponja,
y estoy tamiz para que no me pases
sino en harina de recuerdo, en queja
candeal.
Todavía te sostienes
dentro de mí como un almiar reliquia
de pasadas cosechas,
como el sobrado de una casa en ruinas
donde el aire se enreda, como el arca
desvencijada donde
un fino ajuar no usado amarillece.

Tu belígera lengua, tu acomodo
labial,
tu ronco desenfreno,
tu peso, muslos, dime
qué fue.
Conservo las cavernas
que dejaron tus aguas
al retirarse y llamo algunas noches
y aún retumbas lejana
por mi roqueña intimidad, goteo,
rezumo aún, desgaste y no termina
de tiempo aquel que es éste y ya no existes.

Este aquel día que me va y me viene
como desasistido ya, sin cuerpo,
tu cuerpo, sin más bridas
que frenen su desboque hacia otra nada;
este aquel modo yerto
de ir pasando por ti, que me reclama,
por mí, que me concita
al abandono y sigues en mis huesos.

Tu tibieza aledaña, mi jadeo,
tu hontanar, mi desmonte,
qué fue, y este saberte
de ayer, mi desolvido,
mi tu sonrisa atroz, mi desventura.


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