viernes, 31 de diciembre de 2021

"Gentil caballero", ANÓNIMO (ESPAÑA, S. XVI, d.n.e.)

Poema perteneciente a la lírica tradicional castellana.




Gentil caballero,
dédesme hora un beso,
siquiera por el daño
que me habéis fecho.

Venía el caballero,
venía de Sevilla,
en huerta de monjas
limones cogía,
y la prioresa
prendas le pedía:
siquiera por el daño
que me habéis fecho.



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jueves, 30 de diciembre de 2021

"Endimión en Latmos", de JORGE LUIS BORGES (ARGENTINA, 1899-1986, d.n.e.)


Yo dormía en la cumbre y era hermoso
Mi cuerpo, que los años han gastado.
Alto en la noche helénica, el centauro
Demoraba su cuádruple carrera
Para atisbar mi sueño. Me placía
Dormir para soñar y para el otro
Sueño lustral que elude la memoria
Y que nos purifica del gravamen
De ser aquel que somos en la tierra.
Diana, la diosa que es también la luna,
Me veía dormir en la montaña
Y lentamente descendió a mis brazos
Oro y amor en la encendida noche.
Yo apretaba los párpados mortales,
Yo quería no ver el rostro bello
Que mis labios de polvo profanaban.
Yo aspiré la fragancia de la luna

Y su infinita voz dijo mi nombre.
Oh las puras mejillas que se buscan,
Oh ríos del amor y de la noche,
Oh el beso humano y la tensión del arco.
No sé cuánto duraron mis venturas;
Hay cosas que no miden los racimos
Ni la flor ni la nieve delicada.
La gente me rehuye. Le da miedo
El hombre que fue amado por la luna.
Los años han pasado. Una zozobra
Da horror a mi vigilia. Me pregunto
Si aquel tumulto de oro en la montaña
Fue verdadero o no fue más que un sueño.
Inútil repetirme que el recuerdo
De ayer un sueño son la misma cosa.
Mi soledad recorre los comunes
Caminos de la tierra, pero siempre
Busco en la antigua noche de los númenes
La indiferente luna, hija de Zeus.





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miércoles, 29 de diciembre de 2021

"Gracias doy a Venus", de Petrus Blesensis o PEDRO DE BLOIS (FRANCIA, ca. 1135 - ca. 1204, d.n.e.)

Poema perteneciente a la antología de los Carmina Burana", del "Códex Buranus" de los siglos a XII-XIII  d.n.e.




« Gracias doy a Venus,
que propicia
me fue con su aprobadora sonrisa
por concederme,
de la muchacha
mía, el grato
y deseado
triunfo.

Mucho tiempo combatí
sin que pudiera
gozar su recompensa;
me siento ahora dichoso
y apacible
por el rostro de Dione.

De mirar, conversar,
tocar, besar,
me había concedido mi novia el placer,
pero aún lejano estaba
el último y mejor
límite
de su amor.

Y de no trasponerlo,
todas las otras cosas,
las que antes me diera,
origen de mi sufrimiento fueran.

A la meta me acerqué,
pero con tierno llanto,
oh mía, me turbaba;
dudaba aún
en desatar los virginales
cerrojos
de su pudor.
Llora y bebo sus lágrimas
dulcísimas,

y cuanto más así me embriago,
más la pasión
me consume.

Pero mejor saben los besos
cuando se prueban con lágrimas
,
y más las íntimas caricias
al alma excitan.

Por eso, cada vez más dominante
y doloroso
es el calor con que la llama me quema;
pero el dolor de ella
se sale
con fuertes sollozos
sin que mis ruegos
lo aplaquen.

Súplicas añado a súplicas
y más besos a los besos,
pero ella más llanto a su llanto
y más discusión a la riña.
Me mira ahora
con ojos rivales,
ahora ya suplicantes.
Ahora en la pelea se ensaña,
ahora suplica,
y mientras más suavemente pido,
más sorda a mis ruegos
se queda.

En exceso audaz, a la fuerza recurro,
ella encaja las agudas uñas,
arranca cabellos,
valiente me rechaza
con fuerza
y se dobla
y las rodillas
cruza
para que la puerta
del pudor no sea abierta.

Pero al final avanzo en la lucha,
sólo decidido al triunfo.
Con un abrazo
reafirmo mi fuerza,
los brazos
suyos envuelvo,
la aprieto cubierta
de besos
hasta que se abren
las suntuosas puertas de Dione
.

Y esto place a ambos,
y dándome besos de miel,
más dulce mi amada
me reprende menos.

Y sonriente, medio cerrados
los trémulos ojos,
después de un suspiro
que aún es ansioso,
se adormece».

Grates ago Veneri,
que prosperi
michi risus numine
de virgine
mea gratum
et optatum
contulit tropheum.

Dudum militaveram,
nec poteram
hoc frui stipendio;
nunc sentio
me beari,
serenari
vultum Dioneum.

Visu, colloquio,
contactu, basio
frui virgo dederat;
sed aberat
linea posterior
et melior
amori.
quam nisi transiero,
de cetero
sunt, que dantur alia,
materia
furori.

Ad metam propero.
sed fletu tenero
mea me sollicitat,
dum dubitat
solvere virguncula
repagula
pudoris.
flentis bibo lacrimas
dulcissimas
;
sic me plus inebrio,
plus haurio
fervoris.

Delibuta lacrimis
oscula plus sapiunt,
blandimentis intimis
mentem plus alliciunt.
ergo magis capior,
et acrior
vis flamme recalescit.
sed dolor Coronidis
se tumidis
exerit singultibus
nec precibus
mitescit.

Preces addo precibus
basiaque basiis;
fletus illa fletibus,
iurgia conviciis,
meque cernit oculo
nunc emulo,
nunc quasi supplicanti;
nam nunc lite dimicat,
nunc supplicat;
dumque prece blandior,
fit surdior
precanti.

Vim nimis audax infero.
hec ungue sevit aspero,
comas vellit,
vim repellit
strenua,
sese plicat
et intricat
genua,
ne ianua
pudoris resolvatur.

Sed tandem ultra milito,
triumphum do proposito.
per amplexus
firmo nexus,
brachia
eius ligo,
pressa figo
basia;
sic regia
Diones reseratur
.

Res utrique placuit,
et me minus arguit
mitior amasia,
dans basia
mellita

Et subridens tremulis
semiclausis oculis,
veluti sub anxio
suspirio
sopita.





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domingo, 26 de diciembre de 2021

"Recinto. X", de CARLOS PELLICER CÁMARA (MÉXICO, 1899-1977, d.n.e.)


La primera tristeza ha llegado. Tus ojos
fueron indiferentes a los míos. Tus manos
no estrecharon mis manos.
Yo te besé y tu rostro era la piedra seca
de las alturas vírgenes. Tus labios encerraron
en su prisión inútil mi primera amargura.

En vano tu cabeza puse en mi hombro y en vano
besé tus ojos. Eras el oasis cruel
que envenenó sus aguas y enloqueció a la sed.
Y se fue levantando del horizonte una
nube. Su tez morena voló a color. De nuevo
fue oscureciendo el tono de los días de antes
Yo abandoné tu rostro y mis manos
ausentaron las tuyas. Mi voz se hizo silencio.
Era el silencio horrible de los frutos podridos.
Oí que en mi garganta tropezó la derrota
con las piedras fatales.
Yo me cubrí los ojos
para no ver mis lágrimas que huían hacia mí.
Luego tú me besaste, dijiste algo. Yo oía
llorar mis propias lágrimas en el primer silencio
de la primer tristeza. El alma de ese día
llegó de lejos tu alma y se quedó en mi pecho.





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sábado, 25 de diciembre de 2021

"Cuál es la causa, mi Damón, que estando", de FRANCISCO DE ALDANA (ESPAÑA, 1537-1578, d.n.e.)


-¿Cuál es la causa, mi Damón, que estando
en la lucha de amor juntos, trabados,
con lenguas, brazos, pies y encadenados
cual vid que entre el jazmín se va enredando,

y que el vital aliento ambos tomando
en nuestros labios, de chupar cansados,
en medio a tanto bien somos forzados
llorar y sospirar de cuando en cuando?

-Amor, mi Filis bella, que allá dentro
nuestras almas juntó, quiere en su fragua
los cuerpos ajuntar también, tan fuerte

que no pudiendo, como esponja el agua,
pasar del alma al dulce amado centro,

llora el velo mortal su avara suerte.





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viernes, 24 de diciembre de 2021

"El beso preciso", de FREDERIC SODDY INGLATERRA, 1877-1956, d.n.e.)

Pueden besarse los labios, dos a dos,
sin mucho calcular, sin trigonometría;
mas ¡ay! no sucede igual en Geometría,
pues si cuatro círculos tangentes quieren ser
y besar cada uno a los otros tres,
para lograrlo habrán de estar los cuatro
o tres dentro de uno, o alguno
por otros tres a coro rodeado.

De estar uno entre tres, el caso es evidente
pues son todos besados desde afuera.
Y el caso tres en uno no es quimera,
al ser éste uno por tres veces besado internamente.

Cuatro círculos llegaron a besarse,
cuanto menores tanto más curvados,
y es su curvatura tan sólo la inversa
de la distancia desde el centro.

Aunque este enigma a Euclides asombrara,
ninguna regla empírica es necesaria:
al ser las rectas de nula curvatura
y ser las curvas cóncavas tomadas negativas,
la suma de cuadrados de las cuatro curvaturas
es igual a un medio del cuadrado de su suma.

Espiar de las esferas
los enredos amorosos
pudiérale al inquisidor
requerir cálculos tediosos,
pues siendo las esferas más corridas,
a más de un par de pares
una quinta entra en la movida.

Empero, siendo signos y ceros como antes
para besar cada una a las otras cuatro,
El cuadrado de la suma de las cinco curvaturas
ha de ser triple de la suma de sus cuadrados.




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lunes, 13 de diciembre de 2021

"PLEGARIA DE IFIGENIA", de EURÍPIDES (GRECIA ANTIGUA, 484-406, a.d.n.e.)

fragmento perteneciente a la tragedia "Ifigenia en Aulis", de fecha xxxx  d.n.e.




-" Padre, tener quisiera la dulce voz de Orfeo y aun a las rocas hiciera conmoverse. Las piedras me siguieran al ir yo cantando. Siquiera mis palabras pudieran ablandar duros corazones. Pero no tengo más elocuencia que la de mis lágrimas.

¿Qué poder tengo yo? Abrazarme solamente a tus rodillas, y llevar en mi abono a este tiernecito infante que mi madre dio a luz.

Y, ¿qué te ruego ahora? ¡Que no me sacrifiques; no pido más! Que no me fuerces a bajar al Hades.

Yo soy tu primogénita. Y es tan bella la luz del día.

Yo fui la primera que en tus rodillas pusieron y te hice ser feliz y la primera de quien la voz oíste. ¿No lo recuerdas? Me decías emocionado: ¡Hijita mía! ¿Tendré la dicha de verte feliz alguna vez? ¿Te veré al lado de un esposo viril y fuerte, como tú mereces?

Y yo te respondía: ¿Padre, tendré la dicha de verte ya anciano y hospedarte en mi casa, a cambio de tantas solicitudes que por mí has tenido?

Bien recuerdo estas dulces palabras. Quien ha olvidado todo eres tú.

Ahora intentas quitarme la vida.

¿Qué tengo yo que ser la víctima de esas nupcias falaces de Alejandro y Helena? ¿Que venga ello o no venga, de mi vida depende?

Pon tus ojos en mí. Bésame al fin. Si estoy destinada a la muerte, llevaré el recuerdo de tu beso postrero. (Se vuelve al niño Orestes):
—Tú, hermano mío, ¡qué pequeñito eres! ¿Qué ayuda podrías dar a los tuyos?

Llorando estás. Tus lágrimas son un mudo ruego ante mi padre. No quieres que yo muera. ¡Los niños mismos que no han llegado al habla tienen presagios de la humana desdicha!

Padre, ¿lo ves? ¡Te ruega sin palabras! ¿Despreciarás su ruego?

Él hablar no puede; hablo yo y los dos ante ti estamos rendidos. Basta lo dicho. Si no lo entiendes, estás perdido.

¡Vida aun con dolor es grata siempre! Los muertos nada son y es insensato aquel que quiere morir. ¡Más dulce es vida en pena que venturosa muerte!"





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viernes, 10 de diciembre de 2021

"El vulgo comúnmente se aficiona", soneto ANÓNIMO (ESPAÑA, siglo XVI, d.n.e.)


El vulgo comunmente se aficiona
a la que sabe que es donzella y moça,
porque assi le pareze al que la goça
que le coge la flor de su persona.

Yo para mi mas quiero una matrona
que con mil artificios se remoza,
y por gozar de aquel que la retoza
una hora de la noche no reposa.

La donzella, nada haze de su parte,
quando la goçan, cosa que aproveche,
ni se menea ni da los dulces besos;

mas la otra lo haze de tal arte
y amores os dira, que miel y leche
convierte las medulas de los huesos.






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jueves, 9 de diciembre de 2021

"Sueño", de CRISTÓBAL DE CASTILLEJO (ESPAÑA, 1490-1550, d.n.e.)

Yo, mi señora, soñaba
esta noche que pasó
que, desnudo como estaba,
a vuestra merced me hallaba
sin camisa como yo;
y del placer que tenía,
soñaba que recibía
tanta turbación y miedo,
que estaba gran rato quedo
sin saber qué me haría.

Soñaba que estando así
tan turbado, despertastes,
y volviéndoos contra mí
dijistes: —“¿Quién anda ahí?
Mal hombre, ¿por dónde entrastes?”
Yo, por no dar ocasión
de mayor alteración,
muy pasito respondía:
—“No temáis, señora mía,
que pasos seguros son”.

—“¡Andá con Dios! ¿Qué queréis?
¡Oh, qué dañosa venida!”
—“¿Señora, ¿no conocéis
al más vuestro, que traéis
muerto mil veces en vida?”
—“¿Quién sois vos?”—“Yo soy aquel
a quien, por seros más fiel,
sois vos menos pïadosa;
vencístesme de hermosa
y matáisme de crüel”.

—“Bien me agrada la razón,
pero no el atrevimiento”.
—“Donde sobra la pasión,
no creáis que el corazón
puede tener sufrimiento”.
—“¡Gentil excusa, por Dios!
¿Si algunos os viese aquí a vos?”
—“No tengáis, señora, pena,
que la santa Magdalena
está en guarda por los dos”.

Esto diciendo, sentía
que a vos, señora, llegaba,
y claro me parecía
que el temor me defendía
lo que el amor me mandaba;
mas, con miedo de perder
de gozar de tal mujer,
deseché los embarazos
y, tomándoos en mis brazos,
di comienzo a mi placer.

Los ojos gozan de veros
y la boca de besaros;
yo descansaba en teneros;
vos pagastes, sin dineros,
la deuda de desearos…
Y en estos actos estando,
de tanta gloria gozando
cual nadie puede sentir,
desperté para morir,
porque vivo deseando.






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martes, 7 de diciembre de 2021

"El nudo", de DELMIRA AGUSTINI (Uruguay, 1886-1914 d.n.e.)


Su idilio fue una larga sonrisa a cuatro labios.
En el regazo cálido de rubia primavera.
Amáronse talmente que entre sus dedos sabios
palpitó la divina forma de la Quimera.

En los palacios fúlgidos de las tardes en calma
hablábanse un lenguaje sentido como un lloro,
y se besaban hondo hasta morderse el alma!
Las horas deshojáronse como flores de oro.

Y el Destino interpuso sus dos manos heladas...
¡Ah! los cuerpos cedieron, mas las almas trenzadas
son el más intrincado nudo que nunca fue.

En lucha con sus locos enredos sobrehumanos
las Furias de la vida se rompieron las manos
y fatigó sus dedos supremos Ananké...






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domingo, 5 de diciembre de 2021

"El primer beso", de CLARICE LISPECTOR (CHAYA PINJASOVNA LISPECTOR) (BRASIL, 1920-1977, d.n.e.)

Cuento perteneciente al libro "Felicidad clandestina", de fecha 1971  d.n.e.



Más que conversar, aquellos dos susurraban. Hacía poco que su romance había empezado y andaban como tontos. Era el amor y con el amor vinieron también los celos.

-Está bien, te creo que soy tu primera novia. Pero dime la verdad, ¿nunca antes habías besado a una mujer?

-Sí, ya he besado a una mujer.

-¿A quién? -preguntó ella.

Toscamente intentó contárselo, pero no sabía cómo.

Fue durante una excursión. El autobús subía lentamente por la sierra y él, uno de los muchachos en medio de la muchachada bulliciosa, dejaba que la brisa fresca le diese en la cara y se le hundiera en el pelo con dedos largos, finos y sin peso. Qué bueno era quedarse a veces quieto, sin pensar casi, solo sintiendo. Concentrarse en sentir era difícil en medio de la barahúnda de los compañeros.

De pronto le había dado sed.

¡Caray! Cómo se secaba la garganta en esos paseos. Y ni sombra del agua. La cuestión era juntar saliva, y eso fue lo que hizo. Después de juntarla en la boca ardiente la tragaba despacio, y luego una vez más, y otra. Era tibia, sin embargo, la saliva, y no quitaba la sed. Una sed enorme, más grande que él mismo, que ahora le invadía todo el cuerpo.

La brisa fina, antes tan buena, había dado paso a un sol del mediodía árido y caliente que al entrarle por la nariz le secaba todavía más la poca saliva que había juntado pacientemente.

¿Y si tapase la nariz y respirase un poco menos de aquel viento del desierto? Probó un momento, pero se ahogaba en seguida. La cuestión era esperar, esperar. Tal vez minutos, tal vez horas, mientras que la sed que tenía era de años.

No sabía cómo ni por qué, pero ahora se sentía más cerca del agua y los ojos se le iban más allá de la ventana recorriendo la carretera, penetrando entre los arbustos, explorando, olfateando.

El instinto animal que lo habitaba no se había equivocado: tras una inesperada curva de la carretera, entre arbustos estaba la fuente de donde brotaba un hilillo de agua soñada. El autobús se detuvo, todos tenían sed, pero él consiguió llegar primero a la fuente de piedra, antes que nadie.

Cerró los ojos, entreabrió los labios y ferozmente los acercó al orificio de donde chorreaba el agua. El primer sorbo fresco bajó, deslizándose por su pecho hasta el estómago.

Era la vida que volvía, y con ella se encharcó todo su interior arenoso hasta saciarse. Ahora podía abrir los ojos.

Los abrió, y muy cerca de su cara vio dos ojos de estatua que lo miraban fijamente, y vio que era la estatua de una mujer, y que era de la boca de la mujer de donde salía el agua.

Se acordó de que al primer sorbo había sentido realmente un contacto gélido en los labios, más frío que el agua.

Y entonces supo que había acercado la boca a la boca de la mujer de la estatua de piedra. La vida había chorreado de aquella boca, de una boca hacia otra.

Intuitivamente, confuso en su inocencia, se sintió intrigado. Pero si no es de la mujer de quien sale el líquido vivificante, el líquido germinador de la vida. Miró la estatua desnuda.

La había besado.

Lo invadió un temblor que desde fuera no se veía y que, muy adentro, se apoderó de todo se cuerpo y convirtió su rostro en una brasa viva.

Dio un paso hacia atrás o hacia delante, ya no sabía qué estaba haciendo. Perturbado, atónito, se dio cuenta de que una parte de su cuerpo, antes siempre serena, estaba ahora en una tensión agresiva, y eso no le había ocurrido nunca.

Dulcemente agresivo, se hallaba de pie, solo en medio de los demás con el corazón latiendo pausada, profundamente, sintiendo cómo se transformaba el mundo. La vida era totalmente nueva, era otra, descubierta en un sobresalto. Estaba perplejo, en un equilibrio frágil.

Hasta que, surgiendo de lo más hondo del ser, de una fuente oculta en él chorreó la verdad. Que en seguida lo llenó de miedo y también de un orgullo que no había sentido nunca.

Se había…

Se había hecho hombre.




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miércoles, 1 de diciembre de 2021

"Soneto: Galanio: tú sabrás que esotro día", de FRANCISCO DE ALDANA (ESPAÑA, 1537-1578, d.n.e.)


Galanio, tú sabrás que esotro día,
bien lejos de la choza y el ganado,
en pacífico sueño transportado
quedé junto a una haya alta y sombría

¿cuando ?¿quién tal pensó? Flérida mía
traída allí de amigo y cortés hado
llegose y un abrazo enamorado
me dio, cual otro agora tomaría.

No desperté, que el respirado aliento
della en mi boca entró, süave y puro,
y allá en el alma dio del caso aviso,

la cual, sin su corpóreo impedimento
por aquel paso en que me vi te juro
que el bien casi sintió del Paraíso.





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