jueves, 30 de septiembre de 2021

"Soneto: De sus hermosos ojos dulcemente", de FRANCISCO DE ALDANA (ESPAÑA, 1537-1578 d.n.e.)





   De sus hermosos ojos dulcemente

un tierno llanto Filis despedía,

que por el rostro amado parecía

claro y precioso aljófar transparente.


   En brazos de Damón, con baja frente,


triste, rendida, muerta, helada y fría,

estas palabras breves le decía,

creciendo a su llorar nueva corriente:


   «¡Oh, pecho duro!, ¡oh, alma dura y llena

de mil durezas!, ¿dónde vas huyendo?,

 

¿do vas con ala tan ligera y presta».


   Y él, soltando de llanto amarga vena,

de ella las dulces lágrimas bebiendo,

la besó... y sólo un ay fue su respuesta.



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sábado, 25 de septiembre de 2021

"El imposible", de JOSEP PALAU I FABRE (ESPAÑA, 1917-2008, d.n.e.)

Poema perteneciente al libro "Poemas del alquimista", de fecha 2002  d.n.e.



Si fueses espíritu, amor, yo te amaría.
Abrázame fuerte, que tus brazos son débiles,
no llegan a mi cuerpo, tan recóndito en mí,
y mis brazos son débiles para atraerte allí.

Si pudiera tan sólo amarte, amor, yo te amaría.
Fueses rostro y fuese yo rostro, tan sólo,
podríamos adoramos el uno al otro,
dejar tus labios y besar tu sonrisa,
mirarme en tu mirada para hallar mejor vida.

Fueses reposo y sueño y ensueño que abriga,
serías para siempre, amor, mi única amiga.






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viernes, 24 de septiembre de 2021

"El eros de la muerte", de JUSTO JORGE PADRÓN (ESPAÑA, 1943--, d.n.e.)

Crueldad, quiero tu lengua, tu inteligencia oculta
de perversión feroz y a la deriva,
contaminada en las maquinaciones
del placer que enmudece, despertando
la insidia y el peligro de tu experiencia única.

Qué enjambre de caricias en el nudo
con el que aún reclamas la posesión suprema.
Seguir, merodear de forma subrepticia
hasta ir descubriendo este delirio
atroz que se enardece por entrar y expandirse
en el fuego del daño y el desmayo.

Impaciente deseo tu cuerpo cenagoso,
maduro como el vicio que a sí mismo corrompe
con su olor a azahares ultrajados,
a estrellas que en el vino se disuelven.
En él presiento el odio que palpita
en su voltaje oscuro de noche y de marea,
por alcanzar la sangre, cuando el beso
insaciable la busca y la aniquila.

Ah, sombría violencia fascinada,
que encuentras tu destino en la tensión mortal
con que dos cuerpos duros se engastan, se penetran
hasta la raíz misma de sus limos,
allí donde la furia es la pasión
y el miedo de no ser el fulgor de la muerte.






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jueves, 23 de septiembre de 2021

"Almunécar", de ANTONIO GALA VELASCO (ESPAÑA, 1930-- d.n.e.)

Durante un anochecer en esta playa te amé tanto
que una respiración
para los dos bastaba.
Suspendieron el mar, para mirarnos,
su armonioso escalofrío,
y su unánime vuelo de gaviotas.
Se divertía el agua, sonrosada,
como si fuera a amanecer,
y se posó el silencio sobre el aire
lo mismo que un jilguero en una rama.
No existía para el amor
futuro ni pretérito:
todo era eterno instante....
Y de repente, sobre tus hombros
observé, mientras te besaba,
que nos veían ojos codiciosos.
No supe si eran de los viejos fenicios
o quizá de la noche...
No tardó en quedar claro
dónde va el ruiseñor cuando mayo termina.
La muerte que los devoró a ellos,
sigilosa nos acechaba.
Nuestro amor, como el de ellos, fue vencido.
Pero yo te amo todavía.






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miércoles, 22 de septiembre de 2021

"A una amazona", de ALBERTO ÁNGEL MONTOYA (COLOMBIA, 1902-1970, d.n.e.)

I.

Quiero soñar contigo, rubia y alta amazona
que has cruzado esta tarde mis predios sin saber
que el hombre por quien vuelves e irrumpes en la zona
clausurada del parque, no es el mismo de ayer.

Has salvado los fosos y has saltado los setos.
El viejo jardinero me ha dicho que eres tú.
Rubia y alta amazona de los claros sonetos
que yo escribí una noche porque no estabas tú.

Otra mujer cercaba mis horas con los lazos
del placer, y en su grito yo añoraba tu voz
porque el recuerdo triste de una aurora en tus brazos
segaba los minutos como al trigo la hoz.

Si te amé, no sabría contestarle a mi duda.
Si me amaste, qué importa?... yo te amaba tal vez.
Ibas por vez primera bajo el traje desnuda,
ya desceñido el cuerpo de su alba doncellez.

Llevabas en tus labios tu deseo primero
y en los ojos azules tu lejano país.
Un bucle blondo y firme. Firme y alto el sombrero.
Las cárdenas violetas sobre tu traje gris.

Erguíase tu cuerpo tan fino como un tallo
floral, a cuyo extremo tu rostro era la flor.
¿Te acuerdas?... Sólo un día... Tu traje... Tu caballo.
Trotábamos, y el trote fue mi verso mejor.

Se asomaban los párvulos paisajes al camino
por mirarte a caballo y a mi lado pasar.
Y era el camino largo, como tu cuerpo fino.
Y era todo el camino de luz crepuscular.

Fulgía el campo verde como una esmeralda
que se hubiese caído de la mano de Dios.
Trotábamos, y el viento jugaba con tu falda.
Tu caballo -aún recuerdo- se llamaba Panglós.

II.

Puedes entrar, si quieres. Llama al buen jardinero.
Desciende del caballo y avanza el breve pie
por las graves estancias y entra al salón severo,
que el fuego está encendido y es la hora del té.

Aún el diván imita la curva de tu pierna.
Y aún el fuego en las llamas imita tu carmín.
Un sólo instante efímero te hizo en mi verso eterna,
y el tiempo está en tu nombre sin principio ni fin.

Al filo del recuerdo se han tronchado mis días.
-La Garconne... Mary Duchess... Childe Harold... Sans-a-tout-
Puedes entrar si quieres en las cuadras vacías;
yo vendí los caballos; no lo hagas nunca tú.

Guarda como un tesoro tu júbilo. Esa intacta
alegría de entonces...Mi dolor, qué más da?
Y haz grabar en tus bridas esta sentencia exacta:
"Sólo es completo el hombre cuando a caballo va".






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martes, 21 de septiembre de 2021

"Campo de caza", de ALBERTO ÁNGEL MONTOYA (COLOMBIA, 1902-1970, d.n.e.)

A la sombra del bosque de tu oscura melena
me acechaban tus ojos como lagos siniestros.
El fuego de tus labios orientó mi camino
porque perdí la ruta cándida de tus brazos
.
Mi ruego era un anuncio de huellas bajo el alba.
Vislumbré enardecido las cumbres de tus senos,
y al sentir el efluvio de tus vírgenes frondas
azucé mis lebreles por tus flancos desnudos.
A su raudo galope de besos, se ofrecían
en una primavera de incógnitos asombros,
los núbiles senderos florecidos de nardos
y las cálidas grutas de capitosos musgos.
Iniciaron colinas y ganaron florestas.
Y al final, ya enervados por las rutas ansiosas,
alígeros cayeron sobre el valle de nieve
donde temblaba inquieta la gacela escondida.
Mujer,
-maravillosa selva donde yo me he perdido-
tú fuiste a mis instintos como un campo de caza.






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lunes, 20 de septiembre de 2021

"La noche", de ADRIANA DÍAZ ENCISO (MÉJICO, 1964--, d.n.e.)

La noche
rompe la piel delgada que me envuelve

Es mi desnudez
entonces absoluta

Si me tocas no voy a abrir los ojos
No voy a abrir jamás los labios
por no dejar que escape el beso

por no dejar que la noche se diluya

Guardo tus manos dentro de mi cuerpo
Guardo una caricia oscura de cada noche que se
ha abierto
sobre mi vientre abierto
sobre esta inevitablemente abierta desnudez

Bebo los nombres
los silencios que me tocan
cuando el tacto hace a la noche

Guardo tus dedos en mis venas
como guardo ortigas de otro aleteo nocturno
como guardo retratos en la lengua
Recojo celosa cada astilla de tu cuerpo
todos los caracoles de mis mareas soñadas
Me construyo dentro todo lo que se rompe
todo lo que dejas
cuando cierras persianas en mi rostro
para ser otra palabra de memoria

Guardo todos los vocablos
para la vista ajena que me mira sin recuerdo
para que me crea el cristal si digo que soy yo
la misma desnuda de la noche
que agota el amor en su boca.





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domingo, 19 de septiembre de 2021

"Los rostros de la noche", de ABELARDO LINARES CRESPO (ESPAÑA, 1952--, d.n.e.)

Poema perteneciente al libro "Espejos", de fecha 1991  d.n.e.



No fue verdad la noche ni tus besos.
En la sombra mentía aquel jardín,
la anaranjada luna entre los árboles,
fríos bancos de mármol, hondos pájaros
desvelados cantando en altas ramas.
No fue verdad tu mano entre las mías,
el olor de tu pelo a hierba fresca,
su abrasado perfume, su perfume.
No fue verdad tu voz, ni tus palabras
que temblaban lo mismo que mi pecho.
Mentía la ternura en tu mirada
como mienten los sueños, como solo
pueden mentir los sueños, otorgándonos
una felicidad que es de otro mundo
y que en su exacta perfección nos hiere
pues desvela posibles e imposibles
y nos dice un vivir que no es la vida.
no pudo ser verdad, y tú, alma mía,
que viviste esa noche, bien conoces
qué precio ha de pagar tanta cordura.






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viernes, 17 de septiembre de 2021

"Soneto: Pienso, mi amor, en ti todas las horas" de SALVADOR NOVO LÓPEZ (MÉJICO, 1904-1974

Pienso, mi amor, en ti todas las horas
del insomnio tenaz en que me abraso;
quiero tus ojos, busco tu regazo
y escucho tus palabras seductoras.

Digo tu nombre en sílabas sonoras,
oigo el marcial acento de tu paso,
te abro mi pecho -y el falaz abrazo
humedece en mis ojos las auroras.

Está mi lecho lánguido y sombrío
porque me faltas tú, sol de mi antojo,
ángel por cuyo beso desvarío.

Miro la vida con mortal enojo,
y todo esto me pasa, dueño mío,
porque hace una semana que no cojo.





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miércoles, 15 de septiembre de 2021

"Quiero", de ABEL SANDOVAL ORMENO (CHILE, 1953--, d.n.e.)

Quiero el consuelo de tu carne
un beso de amor anhelo de tus labios
una palabra minúscula
que se abrace a las sombras
en el libérame del ensueño
anhelo el yo de las tardes
que se abrazan en tus ojos
quiero tus dedos salados
en esta ausencia flotante
donde los arboles de siempre
se divinizan en el minúsculo tatuaje
de tu sombra que palpita
gozosa en mis brazos
en este simulacro de oraciones
donde tu parecido y el mío
llenan de tibieza el arcén del crepúsculo
luego existimos entre la realidad
y la prueba humedecida de tus ojos.






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martes, 14 de septiembre de 2021

"Canción: Sale la aurora, y de su fértil manto", de FRANCISCO DE FIGUEROA (ESPAÑA, 1530-1588, d.n.e.)

Sale la aurora, y de su fértil manto
rosas suaves esparciendo y flores,
pintando el cielo va de mil colores
y la tierra otro tanto,
cuando la tierna pastorcica mía,
lumbre y gloria del día,
no sin astucia y arte,
de su dichoso albergue alegre parte.

Pisada del gentil blanco pie, crece
la hierba y nace el monte, en valle o llano.
Cualquier planta que toca con la mano,
cualquier árbol, florece.
Los vientos, si soberbios van soplando,
con su vista amansando,
en la fresca ribera
del río Tibre siéntase y me espera.

Deja por la garganta cristalina
suelto el oro que encoge el sutil velo.
Arde de amor la tierra, el río, el cielo
y a sus ojos se inclina.
Ella de azules y purpúreas rosas
coge las más hermosas
y tendiendo su falda
teje de ellas después bella guirnalda.

En esto ve que el sol, dando al aurora
licencia, muestra en la vecina cumbre
del monte el rayo de su clara lumbre
que el mundo orna y colora.
Túrbase y una vez arde y se aíra,
otra teme y suspira
por mi luenga tardanza,
y en medio del temor cobra esperanza.

Yo, que estaba encubierto, los más raros
milagros de natura y de amor viendo,
y su amoroso corazón leyendo
poco a poco en sus claros
ojos, principio y fin de mi deseo,
como turbar los veo
y enojado conmigo
temblando ante ellos me presento y digo:

-"Rayos, oro, marfil, sol, lazos, vida
de mi vida, y mi alma y de mis ojos.
Pura frente que estás de mis despojos
más preciosa ceñida.
Ébano, nieve, púrpura, jazmines,
ámbar, perlas, rubíes:
tanto vivo y respiro
cuanto sin miedo y sobresalto os miro".

Alza los ojos a mi voz turbada,
y mirando los míos segura y leda
sin moverlos a mí se arroja, y queda
de mi cuello colgada;
así está un poco embebecida y luego
con amoroso fuego
blandamente me toca
y bebe las palabras de mi boca.

Después comienza en son dulce y sabroso
y a su voz cesa el viento y para el río:
-"Dulce esperanza mía, dulce bien mío,
fuente, sombra, reposo
de mi sedienta, ardiente y cansada alma,
vista serena y calma,
muera aquí si más cara
no me eres que los ojos de la cara".

Así dice ella y nunca en tantos nudos
fue de hiedra o de vid olmo enlazado
con cuantos en sus brazos apretado
hasta el codo desnudos
la aprieto y vengo a la amorosa lucha.
No se siente ni escucha
otro sonido entero
sino "¡Ay Fili!, ¡ay Tirsi!, ¡ay, ardo y muero!"
Canción, si alguno de saber procura
lo que después pasamos,
si envidioso no es, di que gozamos
cuanto puede amor dar gloria y dulzura.






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lunes, 13 de septiembre de 2021

"Bella zagaleja", de CRISTÓBAL SUÁREZ DE FIGUEROA (ESPAÑA, ¿?1571-1644, d.n.e.)

Bella zagaleja
del color moreno,
blanco milagroso
de mi pensamiento;

gallarda triguera,
de belleza extremo,
ardor de las almas
y de amor trofeo;

suave sirena,
que con tus acentos
detienes el curso
de los pasajeros;

desde que te vi
tal estoy, que siento
preso del albedrío
y abrasado el pecho.

Hasta donde estás
vuelan mis deseos
llenos de afición,
y de miedos llenos,

viendo que te ama
más digno sujeto,
dueño de tus ojos,
de tu gusto cielo.

Mas ya que se fue,
dando al agua remos,
sienta de mudanza
el antiguo fuero.

Al presente olvidan;
y quien fuere cuerdo,
en estando ausente
téngase por muerto;

y pues vive el tuyo
en extraño reino,
por ventura esclavo
de rubios cabellos,

antes que los tuyos
se cubran de hielo,
con piedad acoge
suspiros y ruegos.

Permite a mis brazos
que se miren hechos
hiedras amorosas
de tu airoso cuerpo;

que a tu fresca boca
robaré el aliento,
y en ti transformado,
moriré viviendo.

Himeneo haga
nuestro amor eterno,
nazcan de nosotros
hermoso renuevos.

Tu beldad celebren
mis sonoros versos,
por quien no te ofendan
olvido mi tiempo.






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viernes, 10 de septiembre de 2021

"Despedida", de LUIS ZALAMEA BORDA (COLOMBIA, 1921-2013, d.n.e.)

  
          "...es tan corto el amor
           y es tan largo el olvido... "
                           Pablo Neruda
Te fuiste.
Como se va la primavera.
Como se van todas las cosas.
Como se pierden en el mar las velas.
Y yo me quedé solo,
con las uñas clavadas en la arena,
viendo como se alejan las mareas.

Te fuiste.
Ni tu nombre recuerdo,
ni el color de tus ojos.
Sólo que por las tardes leíamos a Neruda;
aún me llega el timbre de tu voz profunda,
y el alarido de tu dicha, suelto,
huyendo a medianoche por la playa.

Te fuiste.
Irremediablemente huiste de mi vida.
Fue el océano tu cómplice fortuito:
zarpaste al borde de un balandro cualquiera
una tarde cualquiera.
Yo me quedé sobre la playa dilatada,
salpicado de ocaso, solitario en la arena.

Te fuiste.
Nos habíamos amado con la furia de los 25 años.
Todo fue cerca al mar:
besos de sal y yodo,
mordiscos de medusa enloquecida,
saltos de delfines en celo,
abrazos hasta brotar la sangre marinera.

Te fuiste.
Como se fueron también la rada familiar,
las velas madrugadoras de los camaroneros,
el lecho duro de nuestros combates clandestinos.
Hasta el mar cambió de rostro y de fragancia;
la codicia del hombre corrompió las aguas.
El aire mismo se llenó de venenos y de miasmas.

Te fuiste.
Como se van todas las cosas.
Y yo me quedé solo,
con las uñas clavadas en la arena,
viendo como se alejaban las mareas.




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jueves, 9 de septiembre de 2021

"Soneto: Galanio tú sabrás", de FRANCISCO DE ALDANA (ESPAÑA, 1537-1578 d.n.e.)



   Galanio, tú sabrás que esotro día,

bien lejos de la choza y el ganado,

en pacífico sueño transportado

quedé junto a una haya alta y sombría,


   cuando -¿quién tal pensó?- Flérida mía,


traída allí de amigo y cortés hado,

llegóse y un abrazo enamorado

me dio, cual otro ahora tomaría.


   No desperté, que el respirado aliento

de ella en mi boca entró suave y puro

 

y allá en el alma o del caso aviso,


   la cual, sin su corpóreo impedimento,

por aquel paso en que me vi te juro

que el bien casi sintió del Paraíso.




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lunes, 6 de septiembre de 2021

"Será mi cuerpo", de MAYTE SALGUERO (ESPAÑA, 1972-, d.n.e.)

Será mi cuerpo
el que abra tus rutas,
al placer que las apura
y al apuro de tus besos.

Será mi cuerpo
el sagrario y la culpa,
de la bendita locura
donde nos encontremos.

Será mi cuerpo
la llave de tu paraiso,
tu pecado y tu permiso
para soltar tu sueño.

Será mi cuerpo
la arcilla de tus manos,
el lugar exacto
donde volver al estreno.

Será mi cuerpo
la piel de tu fiebre,
el lenguaje que queme
tu impulsivo verso.

Será mi cuerpo
la cama de tus lunas,
la codicia intrusa
que desee tu cuerpo.

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sábado, 4 de septiembre de 2021

"La tormenta", de FRANCISCO MARTÍNEZ DE LA ROSA (ESPAÑA, 1787-1862)

¿Hubo un día jamás, un solo día,
cuando el amor mil dichas me brindaba,
en que la cruda mano del destino
la copa del placer no emponzoñara?
Tú lo sabes, mi bien: el mismo cielo
para amarnos formó nuestras dos almas;
mas, con doble crueldad, las unió apenas,
las quiso dividir, y las desgarra.

¡Cuántas veces sequé con estos labios
tus mejillas en lágrimas bañadas,
tus ojos enjugué, y hasta en tu boca
bebí ansioso tus lágrimas amargas!

Con suspiros tristísimos salían,
mezcladas, confundidas tus palabras;
y, al repeler mi mano con latidos,
tu corazón desdichas presagiaba...

Todas, a un tiempo, todas se cumplieron;
y si tal vez un rayo de esperanza
brilló cual un relámpago, el abismo
nos mostró abierto a nuestras mismas plantas.
¿Lo recuerdas, mi bien? Morir unidos
demandamos al cielo en noche aciaga,
cuando natura toda parecía
en nuestro daño y ruina conjurada:
la tierra nos negaba hasta un asilo,
la lluvia nuestros pasos atajaba,
bramaba el huracán, el cielo ardía,
las centellas en torno serpeaban...

¡Ay! Ojalá la muerte en aquel punto
sobre entrambos el golpe descargara,
cuando sin voz, sin fuerzas, sin aliento,
te sostuve en mis hombros reclinada.
«¿Qué temes? Vuelve en ti; soy yo, bien mío;
es tu amante, tu dueño quien te llama;
ni el mismo cielo separarnos puede:
o destruye a los dos, o a los dos salva
».
Inmóvil, muda, yerta, parecías
de duro mármol insensible estatua;
mas cada vez que retumbaba el trueno,
trémula contra el seno me estrechabas;
en tanto que por hondos precipicios,
casi ya sumergido entre las aguas,
a pesar de los cielos y la tierra
conduje a salvo la adorada carga...

Ora, ¡ay de mí!, por siempre separados,
sin amor, sin hogar, sin dulce patria,
el peligro más leve me amedrenta,
la imagen de la muerte me acobarda:
ni habrá un amigo que mis ojos cierre,
veré desierta mi fatal estancia,
y solo por piedad mano extranjera
arrojará mi cuerpo en tierra extraña.





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viernes, 3 de septiembre de 2021

"Gacela del amor imprevisto", de FEDERICO GARCÍA LORCA (ESPAÑA, 1898-1936, d.n.e.)

Poema perteneciente al libro póstumo "Diván del Tamarit ", de fecha 1940  d.n.e.



Nadie comprendía el perfume
de la oscura magnolia de tu vientre.
Nadie sabía que martirizabas
un colibrí de amor entre los dientes.

Mil caballitos persas se dormían
en la plaza con luna de tu frente,
mientras que yo enlazaba cuatro noches
tu cintura, enemiga de la nieve.

Entre yeso y jazmines, tu mirada
era un pálido ramo de simientes.
Yo busqué, para darte, por mi pecho
las letras de marfil que dicen siempre.

Siempre, siempre: jardín de mi agonía,
tu cuerpo fugitivo para siempre,
la sangre de tus venas en mi boca,
tu boca ya sin luz para mi muerte.





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Puede escuchar el poema versionado por Carlos Cano aquí:

 






jueves, 2 de septiembre de 2021

"Delicta carnis", de AMADO NERVO (MÉJICO, 1870-1919 d.n.e.)


Carne, carne maldita que me apartas del cielo;
carne tibia y rosada que me impeles al vicio;
ya rasgué mis espaldas con cilicio y flagelo
por vencer tus impulsos, y es en vano, ¡te anhelo
a pesar del flagelo y a pesar del cilicio!

Crucifico mi cuerpo con sagrados enojos,
y se abraza a mis plantas Afrodita la impura;
me sumerjo en la nieve, mas la templan sus ojos;
me revuelco en un tálamo de punzantes abrojos,
y sus labios lo truecan en deleite y ventura.

Y no encuentro esperanza, ni refugio ni asilo,
y en mis noches, pobladas de febriles quimeras,
me persigue la imagen de la Venus de Milo,
con sus lácteos muñones, con su rostro tranquilo
y las combas triunfales de sus amplias caderas.

¡Oh Señor Jesucristo, guíame por los rectos
derroteros del justo; ya no turben con locas
avideces la calma de mis puros afectos
ni el caliente alabastro de los senos erectos,
ni el marfil de los hombros, ni el coral de las bocas!






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miércoles, 1 de septiembre de 2021

"Canción nocturna", de JULIO FLÓREZ ROA (COLOMBIA, 1867-1923, d.n.e.)



Oye: cuando en las sombras del vacío,
en la noche, a lo lejos, oigo un canto;
algún canto de amor, a veces mío,
de esos que ha tiempos escribí con llanto,

mi memoria despiértase y se aclara;
y al sentir que resurge mi tristeza,
por los áridos surcos de mi cara
el viejo lloro a resbalar empieza.

Y es porque mi recuerdo ávido evoca
tus manos, tu mirada taciturna,
los ósculos quemantes de tu boca.

Tu garganta, tu cuerpo frágil urna
de marfil que mi mano ya no toca...
¡Todo lo aviva la canción nocturna!






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