Cuando digo la palabra
nuca
¿te chupo suavemente
hasta hundir
el diente aquí?
¿Estoy tocándote acaso?
Cuando digo pezón
¿la mano roza
las dilatadas rosas de los pechos tuyos?
¿te toco acaso?
¿Toca, lengua, la comisura
de mis labios y aprisiona
en la vasta cavidad el cuerpo
que desea ser tocado y ceñido
por tu lengua cuando nombra
mi boca la palabra lengua, acaso?
No me mandes al rincón.
No hagás de mí el testigo
que se mira tocarte con palabras
Es la mano nombrada
no el nombre
quien desea aprisionar tus nalgas.
-Hábleme
-¿Cómo será?
-¿Qué?
-Tu voz
¿fuego oculto en la madera
del fuego que se expande?
¿Así será?
El cuerpo de tu voz
en el instante en que
no me mandes al rincón
fluye miel de las granadas.
No quiero
tocar un fantasma
ni quiero la fantasía cortés
del trovador a su dama.
Es a vos, mi amada
áspero cuerpo de la amiga a quien deseo.
Gesto
de mutua apropiación
instante
donde no se saben
los límites del tú, del yo
El nombre y lo nombrado en tersa conjunción que sabe
no durará
y sabe
es más eterno
que el filo de un diamante.
Alegre
relámpago de zarpa
y de mordisco
animal
el más bello de todos
el instinto
impera aquí
Su voz no tiene traducción
Verbal moneda de intercambio
no
solo el audaz abrazo, amiga mía,
responde aquí
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