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lunes, 12 de diciembre de 2022

"La cosa", cuento de ALBERTO MORAVIA (ITALIA, 1907-1990, d.n.e.)

Fragmento perteneciente al cuento «La cosa» del libro "La cosa y otros cuentos", de fecha 1983  d.n.e.





(...) A decir verdad, esta pasión hoy tan exclusiva y tan consciente tuvo un comienzo confuso. En realidad, yo había empezado por dirigir mis atenciones a Diana. Como quizá recuerdes, de vez en cuando, si había exámenes por la mañana temprano, también las alumnas medio pupilas tenían por costumbre quedarse a dormir en el colegio. Diana, que habitualmente pasaba la noche en su casa, una de aquellas veces se quedó a dormir en el colegio, y el caso fue que le tocó un lecho junto al mío. No vacilé mucho, por más que fuese, te lo juro, la primera vez; mis sentidos lo exigían y obedecí. De modo que tras una larga, ansiosa espera, me levanté de mi cama, de un salto llegué a la de Diana, alcé las cobijas, me insinué debajo y me estreché inmediatamente a ella con un abrazo lento e irresistible, igual a una serpiente que sin apuro enrosca su espiral a las ramas de un hermoso árbol. Diana ciertamente se despertó, pero un poco por su carácter perezoso y pasivo y un poco, tal vez, por curiosidad, fingió que seguía durmiendo y me dejó hacer. Te digo la verdad: no bien advertí que Diana parecía de acuerdo, experimenté el mismo impulso voraz de una hambrienta frente a la comida; hubiera querido devorarla con los besos y las caricias. Pero inmediatamente después me impuse una especie de orden y empecé a arrastrarme sobre su cuerpo supino e inerte, de arriba abajo; de la boca, que rocé con mis labios (mi deseo, ¿para qué negarlo?, se dirigía a la «otra» boca), al pecho, que descubrí y besé con detenimiento; del pecho al vientre, sobre el cual mi lengua, babosa enamorada, dejó un lento rastro húmedo; del vientre, más abajo, hasta el sexo, fin último y supremo de este paseo mío, el sexo, que puse a mi merced aferrándole las rodillas y abriéndole las piernas. Diana siguió fingiendo que dormía y yo me arrojé con avidez sobre mi alimento de amor y no lo dejé sino cuando los muslos se apretaron convulsos contra mis mejillas como las mordazas de un cepo de fresca, musculosa carne juvenil.

Mi atrevimiento, sin embargo, encontró un límite en la inexperiencia. Hoy, después de suscitar el orgasmo en una amante mía, reharía el camino inverso, del sexo al vientre, del vientre al seno, del seno a la boca y me abandonaría, después de tanto furor, a la dulzura de un tierno abrazo. Pero todavía era inexperta, todavía no sabía amar, y además temía la sorpresa de una hermana recelosa o una alumna insomne. De modo que salí de bajo las cobijas de Diana por la parte de los pies y, siempre en la oscuridad, volví a mi cama. Jadeaba, tenía la boca llena de un dulce humor sexual, era feliz. Pero al día siguiente me esperaba una sorpresa que, en el fondo, habría podido prever después del obstinado, fingido sueño de la primera amante de mi vida: al verme, Diana se comportó como si nada hubiera ocurrido entre nosotras; fría y serena como de costumbre, mantuvo todo el día una actitud no hostil ni turbada, sino completa y perfectamente indiferente. Llega la noche; nos acostamos de nuevo una junto a la otra; a hora avanzada dejo mi cama y trato de meterme en la de Diana. Pero la robusta y deportiva muchachona está despierta. Al insinuarme yo bajo las cobijas, un violento empujón me expulsa, me hace caer al suelo. En aquel momento tuve como una especie de iluminación. También tu cama estaba junto a la de Diana, pero del otro lado. Me dije de golpe que no podías no haber oído, la noche anterior, el alboroto de mi ruidoso amor y, en consecuencia, «me esperabas». Así fue como, con la certeza de quien se dirige a una cita concertada, me deslicé hasta tu cabecera. Como lo había previsto, no me rechazaste. Así empezó nuestro amor.

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lunes, 7 de marzo de 2022

"Pánfila", de GABRIELE D'ANNUNZIO (seud. de GAETANO RAPAGNETTA, 1863-1938)

Ya que el amor que brinda nuestra esfera
no consigue aplacar en el artista
ese orgullo viril que no tolera
ni el rastro de una sombra pasajera,
que pueda oscurecerle su conquista;

ya que la hembra, para siempre impura,
su vergonzosa herida siempre abierta
llevará, en el orbe sin ventura
nunca hallaré la femenil criatura
jamás por los humanos descubierta;

hoy el poder oculto de mi sueño,
por atediarme sin piedad evoca,
como un refugio, con tenaz empeño,
a la amada de todos, al risueño
numen que a todo amor tendió su boca,

ya en los mórbidos lechos perfumados
o las encrucijadas del camino,
donde por la pasión arrebatados
acudieron marinos y soldados
inmundos, tambaleándose de vino;

la que en el amplio lecho de caoba
fue de duques y príncipes un día,
y entre el tibio silencio de la alcoba
su veneno letal, pérfida loba,
en las más ricas sangres infundía.

Ella que del afeite con los brillos
restauró su mejilla fatigada
y consteló su pecho de cintillos
de eterna claridad, y con anillos
hizo su mano exangüe más pesada.

Por todas partes de caricias llena
y gozada de todos, del mendigo
y el amo que a sus gracias se encadena,
para mí su beldad, venga conmigo
la última flor de tu jardín, ¡oh Helena!

Todo el encanto de la edad pasada,
con sus dulces misterios soberanos,
la circuyen de luz, como a la amada
que ante los muros de llión sagrada
vieron resplandeciente los troyanos.

A esa amaré, sobre su carne impura
recogeré todo el deseo terreno,
todo el amor conoceré del mundo,
por sus ojos veré la nada oscura,
y entre la gruta estéril de su seno
oiré latir su corazón profundo.

Y besaré sus manos, esa mano
experta que en la faz de los pilotos
acarició con mimo soberano
la barba de que en día ya lejano
se cubrieron en piélagos ignotos;

o lentas erizaron con blandura
los cabellos de algún meditabundo,
si rendido de sueño por la altura
de los grandes silencios, sombra pura
divagaba su espíritu errabundo.

Sus manos besaré do inmateriales
palideces fijaron los ungüentos,
y besaré sus dedos musicales
que vertieron tal vez las inmortales
cadencias de una lira por los vientos

de Helenia, o en tus playas rumorosas
¡oh Lesbos! donde en vívida maceta
embalsamaban las desnudas rosas
a las tiernas amigas voluptuosas
de Safo, los cabellos de violeta.

Las venas más azules de sus brazos
las besaré con ávida locura,

y, en silencio, mis férvidos abrazos
a aquella boca de divinos trazos
arrancaránle la palabra impura,

más lasciva que el beso

; del olvido
rescataré los nombres delirantes
con que arrulló mil veces el oído,
entre un grito de gozo y un gemido,
en horas de pasión a sus amantes.

Y entre sus labios de encendida grana
beberé lentamente, gota a gota,
el jugo de la blonda cortesana,
do gustaré la esencia más remota
que perfume la selva más lejana.

Y la amaré, sobre su carne impura
recogeré todo el deseo terreno,
todo el amor conoceré del mundo,
por sus ojos veré la nada oscura,
y entre la gruta estéril de su seno
oiré latir su corazón profundo.




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lunes, 7 de febrero de 2022

"Soneto: ¡Ventura prisión!", de LUDOVICO ARIOSTO (ITALIA, 1474-1533 d.n.e.)


¡Venturosa prisión, cárcel suave,
no por amor, no por venganza fiera,
me tiene la más linda carcelera
a quien es bien que agradecido alabe!

Otros cautivos, al sonar la llave,
temen llegada su hora postrimera;
mas yo me alegro, que el placer me espera,
no juez severo ni sentencia grave.

Me aguarda el más cortés recibimiento,
libre plática exenta de embarazos,
dulces halagos y caricias siento:

de cadenas en vez floridos lazos,
y besos sabrosísimos sin cuento,
y largos, estrechísimos abrazos.





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miércoles, 22 de mayo de 2019

"La fragancia de mí, siempre", de GIOVANNA MULAS (ITALIA, 1969--, d.n.e.))

Llevas la fragancia de mi siempre
y el rumor de la marea
inquieta entre la orilla y los acantilados,
inmensos campos de flores, canosas riberas
de pasado grave donde refugio mi boca
y los ojos plenos.
Me sabes de sangre y
de la misma sangre hecho, Tú
que compones, hundes la carne
a la altura del cerebro
allá arriba, donde el corazón anuncia solo estremecimiento constante
seguro y único
fiel.
Y llenarás de leche, espada mía, la copa ardiente
oh lo sé, pezones retama muros prepotentes a los que
demolerás cada temor
dedos ramas
de oceánico semen, abajo
más allá de la dulce oscuridad
donde no existe estación
mas primavera,
siempre,
germina.
Allá arriba donde de ninguna otra cosa
yo quiero saber.



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Este es el enlace de la autora: http://giovannamulasufficiale.blogspot.com.es/
 
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domingo, 10 de febrero de 2019

"Madrigal: Sí, deseo morir", de MAURIZIO MORO (ITALIA, siglo XVI d.n.e.)

Sí, deseo morir,
ahora que me besa, amor,
la bella boca de mi amado corazón
Ay, querida y dulce lengua
dame tanta exaltación
que con dulzura en tu pecho me pierda.
Ay, vida mía, en este blanco seno,
abrázame hasta que desfallezca.
Ay boca, ay besos, ay lengua, otra vez digo:
Sí, deseo morir.


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sábado, 4 de agosto de 2018

"Seda" de ALESSANDRO BARICCO (ITALIA, 1958--, d.n.e.)

Fragmento perteneciente al libro "Seda", de fecha 1996  d.n.e.



PERMANECE ASI, te quiero mirar, yo te he mirado tanto pero no eras para mí, ahora eres para mí, no te acerques, te lo ruego, quédate como estas, tenemos una noche para nosotros, y quiero mirarte, nunca te había visto así, tu cuerpo para mí, tu piel, cierra los ojos y acaríciate, te lo ruego

dijo Madame Blanche, Hervé Joncour escuchaba

no abras los ojos si no puedes, y acaríciate, son tan bellas tus manos, las he soñado tanto que ahora las quiero ver, me gusta verlas sobre tu piel, así. sigue, te lo ruego, no abras los ojos, yo estoy aquí, nadie nos puede ver y yo estoy cerca de ti, acaríciate señor amado mío, acaricia su sexo, te lo ruego, despacio.

ella se detuvo. Continúe, por favor, dijo él,

es bella tu mano sobre tu sexo, no te detengas, me gusta mirarla y mirarte, señor amado mío, no abras los ojos, no todavía, no debes tener miedo estoy cerca de ti, ¿me oyes?, estoy aquí, puedo rozarte, y esta seda, ¿la sientes?, es la seda de mi vestido, no abras los ojos tendrás mi piel.

dijo ella, leía despacio, con una voz de mujer niña,

tendrás mis labios, cuando te toque por primera vez será con mis labios, tú no sabrás dónde, en cierto momento sentirás el calor de mis labios, encima, no puedes saber dónde si no abres los ojos, no los abras, sentirás mi boca donde no sabes, de improviso.

él escuchaba inmóvil, del bolsillo del traje gris asomaba un pañuelo blanco cándido,

tal vez sea en tus ojos, apoyaré mi boca sobre los párpados y las cejas, sentirás el calor entrar en tu cabeza, y mis labios en tus ojos, dentro, o tal vez sea sobre tu sexo, apoyare mis labios allí y los abriré bajando poco a poco.

Dijo ella, tenía la cabeza pegada a las hojas, y con una mano se acariciaba el cuello, lentamente

Dejaré que tu sexo cierre a medias mi boca, entrando entre mis labios, y empujando mi lengua, mi saliva bajará por tu piel hasta tu mano, mi beso y tu mano, uno dentro de la otra, sobre tu sexo.

él escuchaba, tenía la mirada fija en un marco de plata, colgado en la pared,

hasta que al final te bese en el corazón, porque te quiero, morderé la piel que late sobre tu corazón, porque te quiero, y con el corazón entre mis labios tú serás mío, de verdad, con mi boca en tu corazón tu serás mío para siempre, y si no me crees abre los ojos señor amado mío y mírame, soy yo, quién podrá borrar jamás este instante que pasa, y este mi cuerpo sin mas seda, tus manos que lo tocan, tus ojos que lo miran.

Dijo ella, se había inclinado hacia la lámpara, la luz daba contra los folios y pasaba a través de su vestido trasparente,

Tus dedos en mi sexo, tu lengua sobre mis labios, tú que resbalas debajo de mí, tomas mis flancos, me levantas, me dejas deslizar sobre tu sexo, despacio, quién podrá borrar esto, tú dentro de mí moviéndote con lentitud, tus manos sobre mi rostro, tus dedos en mi boca, el placer en tus ojos, tu voz, te mueves con lentitud, pero hasta hacerme daño, mi placer, mi voz

él escuchaba, en determinado momento se volvió a mirarla, la vio, quería bajar los ojos pero no lo consiguió,

mi cuerpo sobre el tuyo, tu espalda que me levanta, tus brazos que no me dejan ir, los golpes dentro de mi, es dulce violencia, veo tus ojos buscar en los míos, quieren saber hasta dónde hacerme daño, hasta donde tú quieras, señor amado mío, no hay fin, no finalizará, ¿lo ves?, nadie podrá cancelar este instante que pasa, para siempre echarás la cabeza hacia atrás, gritando, para siempre cerraré los ojos soltando las lágrimas de mis ojos, mi voz dentro de la tuya, tu violencia temiéndome apretada, ya no hay tiempo para huir ni fuerza para resistir, tenía que ser este instante, y en este instante es, créeme, señor amado mío, este instante será, de ahora en adelante, será, hasta el fin,

dijo ella, con un hilo de voz, luego se detuvo.

No había más signos sobre la hoja que tenía en la mano: la última. Pero cuando la volteó para dejarla vio en el reverso unas líneas adicionales, tinta negra en el centro de la página blanca. Alzó la mirada hacia Hervé Joncour. Sus ojos la miraban fijamente, y ella entendió que eran ojos bellísimos. Bajó de nuevo la mirada al folio.

-No no veremos más, señor

Dijo.

-Lo que era para nosotros, ya lo hemos hecho y tú lo sabes. Créeme: lo hemos hecho para siempre. Conserva tu vida al margen de mí. Y no dudes ni un segundo, si es útil para tu felicidad, en olvidar a esta mujer que ahora te dice, sin remordimiento, adiós.

Estuvo un rato mirando la hoja, después la puso sobre las otras, cerca de sí, encima de una mesita de madera clara. Hervé Joncour no se movió. Sólo volteó la cabeza y bajó los ojos. Se encontró mirándose la raya de los pantalones, apenas insinuada pero perfecta, sobre la pierna derecha, de la ingle a la rodilla, imperturbable. Madame Blanche se levantó, se inclinó sobre la lámpara y la apagó. En la habitación quedó la poca luz que, desde el salón, llegaba hasta allí. Se acercó a Hervé Joncour, se quito de los dedos un anillo de minúsculas flores azules y lo dejó cerca de él. Después atravesó el cuarto, abrió una pequeña puerta pintada, escondida en la pared, y desapareció, dejándola entreabierta detrás de sí.

Hervé Joncour permaneció largo rato en esa extraña luz, girando entre los dedos un anillo de minúsculas flores azules. Llegaron del salón las notas de un piano cansado: disolvían el tiempo, hasta hacerlo casi irreconocible.

Finalmente se levantó, se acercó a la mesita de madera clara, recogió las siete hojas de papel de arroz. Atravesó el cuarto, pasó sin volverse delante de la pequeña puerta entreabierta y se marchó.


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jueves, 10 de mayo de 2018

"24 000 besos", de Adriano Celentano (cantante) (ITALIA, 1938--, d.n.e.)

Amami,
ti voglio bene!

Con 24 mila baci
oggi saprei perché l'amore
vuole ogn'istante mille baci
Mille carezze vuole all'ora.

Con 24 mila baci
felici corrono le ore.
Un giorno splendido perché
ogni secondo bacio te.

Niente bugie meravigliose,
frasi d'amore appassionate,
ma solo baci chiedo a te,
ye, ye, ye, ye, ye, ye, ye!

Con 24 mila baci,
così frenetico è l'amore,
in questo giorno di follia
ogni minuto è tutto mio.

Niente bugie meravigliose,
Frasi d'amore appassionate,
ma solo baci chiedo a te,
Ye, ye, ye, ye, ye, ye, ye!

Con 24 mila baci,
così frenetico è l'amore,
in questo giorno di follia
ogni minuto è tutto mio.

Con 24 mila baci
felici corrono le ore.
Un giorno splendido perché
con 24 mila baci
Tu m'hai portato alla follia.

Con 24 mila baci
ogni secondo è tutto mio.

Con 24 mila baci
ogni secondo bacio te:
con 24 mila baci.

Ámame,
¡Te quiero tanto!

Con 24 mil besos
hoy sabré por qué el amor
quiere a cada instante mil besos,
mil caricias por hora.

Con 24 mil besos
felices corren las horas.
Un día maravilloso porque
cada segundo te beso.

Nada de mentiras maravillosas,
frases de amor apasionadas,
pero sólo besos te pido,
ye, ye, ye, ye, ye, ye, ye!

Con 24 mil besos
tan frenético es el amor.
En este día de locura
cada minuto es mío.

Nada de mentiras maravillosas,
frases de amor apasionadas,
pero sólo besos te pido,
ye, ye, ye, ye, ye, ye, ye!

Con 24 mil besos
tan frenético es el amor.
En este día de locura
cada minuto es mío.

Con 24 mil besos
felices corren las horas.
Un día maravilloso porque
con 24 mil besos
me has llevado a la locura.

Con 24 mil besos
cada segundo es todo mío.

Con 24 mil besos
cada segundo que te beso:
Con 24 mil besos.


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Puede escuchar la canción en este enlace: https://www.youtube.com/watch?time_continue=13&v=9ufQQ3r79EE

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miércoles, 2 de agosto de 2017

"El último beso", de CARMEN CONSOLI (cantante) (ITALIA, 1974 - d.n.e.)

Canción perteneciente al libro "Estado de necesidad", de fecha 2000  d.n.e.




Cerchi riparo fraterno conforto
tendi le braccia allo specchio
ti muovi a stento e con sguardo severo
biascichi un malinconico Modugno

Di quei violini suonati dal vento
l’ultimo bacio mia dolce bambina
brucia sul viso come gocce di limone
l’eroico coraggio di un feroce addio

ma sono lacrime mentre piove, piove
mentre piove, piove
mentre piove

Magica quiete velata indulgenza
dopo l’ingrata tempesta
riprendi fiato e con intenso trasporto
celebri un mite ed insolito risveglio

Mille violini suonati dal vento
l’ultimo abbraccio mia amata bambina
nel tenue ricordo di una pioggia d’argento
il senso spietato di un non ritorno

Di quei violini suonati dal vento
l’ultimo bacio mia dolce bambina
brucia sul viso come gocce di limone
l’eroico coraggio di un feroce addio

ma sono lacrime mentre piove, piove
mentre piove, piove
mentre piove, piove
Buscas amparo, fraternal consuelo,
tiendes los brazos al espejo,
te mueves apenas y con mirada severa
mascullas un melancólico Modugno.

De aquellos violines que suenan por el viento,
el último beso, mi dulce niña
quema sobre la cara como gotas de limón:
el heroico coraje de un feroz adiós.

Pero son lágrimas, mientras llueve, llueve...,
mientras llueve, llueve...
mientras llueve…

Mágica quietud, velada indulgencia,
después de la ingrata tempestad.
Retomas aliento y con intenso tránsito
celebras un apacible e insólito despertar.

Mil violines que suenan por el viento,
el último abrazo, mi amada niña,
en el tenue recuerdo de una lluvia de plata,
el sentido despiadado de un no retorno.

De aquellos violines que suenan por el viento,
el último beso, mi dulce niña
quema sobre la cara como gotas de limón.
El heroico coraje de un feroz adiós.

Pero son lágrimas, mientras llueve, llueve...,
mientras llueve, llueve...,
mientras llueve, llueve...
[trad.: Raúl Amores Pérez]


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lunes, 28 de diciembre de 2015

"Los grandes amores no se besan rápidamente", de GUIDO CATALANO (Italia, 1971-- d.n.e.)

andiamo al cinema o a cena?
o al cinema e a cena?
o prima cinema e poi cena?
o niente cinema, solo cena?
o evitiamo sia cena sia cinema?
evitiamo?
o vuoi che ci baciamo subito?
tanto sappiamo che ci baciamo, no?
tanto sappiamo che si va a cena e cinema così solo per rompere il ghiaccio ma poi
ci baciamo?

tanto vale, penso io
che siccome che tutti e due
dentro di noi ci vogliamo baciare
dico io, tanto vale, baciamoci subito
poi magari si, che si va a cena
che poi sarà più bello mangiare
sapendo che ci siamo già baciati
che non ci sarà più quella tensione
che a me viene la tensione e penso accidenti speriamo che ci baciamo,
che se poi non ci baciamo, che brutto
invece così tutto sarà più buono, più saporito, più digeribile

e poi anche al cinema
il film sarà più bello
senza tutta quella tensione
che la tensione mi fa mica seguire bene la trama
che non c’è nulla di peggio per me
essere al cinema con una ragazza che vorrei baciare
ma non è ancora mai successo
e non riesco a seguire la trama
perché, mi dico, tutti si baciano al cinema
sia in sala, sia sullo schermo
e allora, mi dico, magari forse lei, la ragazza che vorrei baciare
lei si aspetta che la bacio adesso
ma per me baciarsi la prima volta al cinema è una roba
difficilissima
scomodissima
che non so mai la tecnica
tipo io la guardo fisso insistente ma lei non si gira, che guarda lo schermo
magari le piace il film
lei non se la perde mica la trama, lei
come faccio se lei non si gira?
come faccio?
le do un bacio sulla guancia?
o le piglio la testa con le mani e la giro?
o mi estrofletto tutto da trovarmi con la mia faccia davanti la sua?
o le metto un braccio intorno le spalle che quello l’ho proprio visto al cinema
sia sullo schermo, sia in sala?

che comunque
una volta una mi ha detto che
i grandi amori non si baciano subito
che per noialtri lenti
è una bella consolazione




TRADUCCIÓN


¿Vamos al cine o a cenar?
¿o al cine y a cenar?
¿o primero la película y después la cena?
¿o no hay película, solo cena?
¿o evitamos ambas, la cena y la película?
¿las evitamos?
¿o quieres que nos besemos ahora?
¿porque sabemos que nos vamos a besar, no?
¿porque sabemos que si vas a cenar y al cine, es sólo para romper el hielo, pero luego
nos besamos?

tanto vale, pienso yo,
que igual que todos, en los dos,
en nuestro interior está, que queremos besarnos,
digo yo, tanto vale, besarnos aquí enseguida,
después, tal vez sí, se va a cenar,
pues entonces será más agradable comer
sabiendo que ya nos hemos besado,
que no habrá más esa tensión...,
que a mí me viene la tensión, y pienso ¡caramba!, espero que nos besemos,
que si después no nos besamos, mala suerte,
en cambio, así todo será más bueno, más sabroso, más digerible...

y luego también el cine,
la película será más hermosa,
sin toda esa tensión,
que la tensión me impide seguir bien el argumento,
que no hay nada peor para mí
que estar en el cine con una chica a la que quiero besar,
cosa que todavía nunca me ha sucedido,
y no me arriesgo a seguir la trama
porque, me digo, todos se besan en el cine,
tanto en la sala como en la pantalla,
y entonces, me digo, a lo mejor tal vez ella, la chica a la que quisiera besar,
ella espera que la bese también,
pero para mí besarse la primera vez en el cine es una cosa
dificilísima,
incomodísima,
pues nunca sé la técnica
tipo, yo la miro fijo insistentemente pero ella no se da la vuelta, sigue mirando la pantalla,
tal vez le gusta la película,
ella no se pierde ni una pizca de la trama, ella...
¿qué hago si ella no se gira?
¿cómo lo hago?
¿le doy un beso en la mejilla?
¿o le cojo la cabeza con las manos y la giro?
¿o me contorsiono todo para poner mi cara delante de la suya?
¿o le pongo un brazo alrededor de los hombros, que esto lo he visto hacer en el cine,
tanto en la pantalla como en la sala?

como quiera que sea,
una vez una me dijo que
los grandes amores no se besan rápidamente,
que para los restantes como nosotros, lentos,
es un buen consuelo.

[Traducción de Raúl Amores Pérez]


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viernes, 24 de julio de 2015

"EL beso en la boca", de IVANO FOSSATI (Italia, 1.951--)

IL BACIO SULLA BOCCA


Bella,
che ci importa del mondo
verremo perdonati te lo dico io
da un bacio sulla bocca un giorno o l'altro.

Ti sembra tutto visto tutto già fatto
tutto quell'avvenire già avvenuto
scritto, corretto e interpretato
da altri meglio che da te.

Bella,
non ho mica vent'anni
ne ho molti di meno
e questo vuol dire (capirai)
responsabilità
perciò…

Volami addosso se questo è un valzer
volami addosso qualunque cosa sia
abbraccia la mia giacca sotto il glicine
e fammi correre
inciampa piuttosto che tacere
e domanda piuttosto che aspettare.

Stancami
e parlami
abbracciami
guarda dietro le mie spalle
poi racconta
e spiegami
tutto questo tempo nuovo
che arriva con te.

Mi vedi pulito pettinato
ho proprio l'aria di un campo rifiorito
e tu sei il genio scaltro della bellezza
che il tempo non sfiora
ah, eccolo il quadro dei due vecchi pazzi
sul ciglio del prato di cicale
con l'orchestra che suona fili d'erba
e fisarmoniche
(ti dico).

Bella,
che ci importa del mondo.

Stancami
e parlami
abbracciami
fruga dentro le mie tasche
poi perdonami
sorridi
guarda questo tempo
che arriva con te
guarda quanto tempo
arriva con te.

Bella,
lo que nos importa del mundo
lo veremos perdonados, te lo digo yo,
por un beso en la boca, un día u otro.

Te parece todo ya visto, todo ya hecho
todo lo que está por venir ya sucedido,
escrito, corregido e interpretado
por otros mejor que tú.

Bella,
apenas tengo 20 años,
no tengo muchos menos,
y esto quiere decir (entenderás)
responsabilidad,
por lo que...

Vuélame por encima, como si se trata de un vals,
vuélame por encima, sea lo que sea,
abraza mi chaqueta bajo la glicina
y hazme caminar,
tropieza en vez de callar,
y pregunta en vez de esperar.

Moléstame,
y háblame,
abrázame
mira por encima de mi hombro,
después dime,
y explícame
qué es todo este tiempo nuevo
que llega contigo.

Me ves limpio, peinado,
tengo el mismo aspecto que un campo perfumado,
y tú eres el genio astuto de la belleza
que el tiempo no roza.
¡Ah!, He aquí el cuadro de dos viejos locos
en la orilla del prado de las cigarras
con la orquesta que suena, una brizna de hierba
y acordeón
(te digo).

Bella,
qué nos importa el mundo.

Moléstame,
y háblame,
abrázame
mira por encima de mi hombro,
después perdóname,
sonríe,
mira este tiempo
que llega contigo
mira cuánto tiempo
llega contigo.

[Traducción de Raúl Amores Pérez]

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