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lunes, 5 de diciembre de 2022

"Canción de amor de una muchacha loca", de SYLVIA PLATH (EE.UU., 1932-1963, d.n.e.)

Cierro los ojos y el mundo entero cae fulminado;
Abro los párpados y todo vuelve a renacer.
(Seguramente fui yo quien te conformó en mi mente).
Las estrellas salen valseando, vestidas de azul y de rojo, Y la negrura arbitraria entra galopando:
Cierro los ojos y el mundo entero cae fulminado.

Soñé que me hechizabas para llevarme a la cama,
Que me cantabas con locura, que me besabas con delirio.
(Seguramente fui yo quien te conformó en mi mente).
Dios cae desde el cielo, las llamas del infierno se consumen:
Salen los serafines y los hombres de Satán:
Cierro los ojos y el mundo entero cae fulminado.

Imaginé que volverías, tal y como dijiste,
Pero crecí y ahora ya no recuerdo tu nombre.
(Seguramente fui yo quien te conformó en mi mente).
Debería haber amado a un pájaro del trueno en vez de a ti;
Ellos, al menos, al llegar la primavera, vuelven a rugir.
Cierro los ojos y el mundo entero cae fulminado.
(Seguramente fui yo quien te conformó en mi mente).




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lunes, 21 de noviembre de 2022

"Persecución", de SYLVIA PLATH (EE.UU., 1932-1963, d.n.e.)

Dans le fond des forêts votre image me suit.
                                   Racine
Una pantera macho me ronda, me persigue:
Un día de éstos al fin me matará.
Su avidez ha encendido los bosques,
Su incesante merodeo es más altivo que el sol.
Más suave, más delicado se desliza su paso,
Avanzando, avanzando siempre a mis espaldas.
Desde la esquelética cicuta, los grajos graznan estrago:
La caza ha comenzado; la trampa, funcionado.
Arañada por las espinas, ojerosa y exhausta,
Atravieso penosamente las rocas, el blanco y ardiente
Mediodía. En la roja red de sus venas,
¿Qué clase de fuego fluye, qué clase de sed despierta?
La pantera, insaciable, escudriña la tierra
Condenada por nuestro ancestral delito,
Gimiendo: sangre, dejad que corra la sangre.
La carne ha de saciar la herida abierta de su boca.
Afilados, los desgarradores dientes; suave
La quemante furia de su pelaje; sus besos agostan,
Dan sed;
cada una de sus zarpas es una zarza;
El hado funesto consuma ese apetito.
En la estela de este felino feroz,
Ardiendo como antorchas para su dicha,
Carbonizadas y destrozadas, yacen las mujeres,
Convertidas en la carnaza de su cuerpo voraz.
Ahora las colinas incuban, engendran una sombra
De amenaza. La medianoche ensombrece el tórrido soto;
El negro depredador, impulsado por el amor
A las gráciles piernas, prosigue a mi ritmo.
Tras los enmarañados matorrales de mis ojos
Acecha el ágil; en la emboscada de los sueños,
Brillan esas garras que rasgan la carne,
Y, hambrientos, hambrientos, esos muslos recios.
Su ardor me engatusa, prende los árboles,
Y yo huyo corriendo con la piel en llamas.
¿Qué bonanza, qué frescor puede envolverme
Cuando el hierro candente de su mirada me marca?
Yo le arrojo mi corazón para detener su avance,
Para apagar su sed malgasto mi sangre, porque
Él lo devora todo y, en su ansia, continúa buscando comida,
Exigiendo un sacrificio absoluto. Su voz
Me acecha, me embruja, me induce al trance,
El bosque destripado se derrumba hecho cenizas;
Aterrada por un anhelo secreto, esquivo
Corriendo el asalto de su radiación.
Tras entrar en la torre de mis temores,
Cierro las puertas a esa oscura culpa,
Las atranco, una tras otra las atranco.
Mi pulso se acelera, la sangre retumba en mis oídos:
Las pisadas de la pantera lamen los peldaños,
Subiendo, subiendo las escaleras.





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miércoles, 12 de octubre de 2022

"Epitafio por el fuego y la flor", de SYLVIA PLATH (EE.UU., 1932-1963, d.n.e.)

También podrías tirar de ella y sostener
La verde cresta de esta ola sobre la cuerda floja
Para evitar que caiga, o anclar el flujo del aire
En cuarzo, igual que te rompes la cabeza intentando salvar
A estos dos amantes perecederos del roce
Que avivará la envidia de los ángeles, abrasará y abatirá
Sus tiernos corazones hasta dejarlos calcinados como una cerilla.
No busques el ojo petrificante de una cámara para fijar
En blanco y negro el fulgor pasajero
De cada rostro, ni intentes conservar en hielo,
Para las futuras miradas, el breve ardor de una boca;
Las estrellas renuevan sus pétalos, y los soles se apresuran a sembrar,
Por mucho que tú te afanes en retener esas ruinas que tanto quieres,
Enjambradas en tu cabeza como la miel en la colmena.
Pega ahora tu oído, calmo como una caracola,
Al cerne de sus votos: escucha cómo estos amantes auguran
Una época de cristal que conservará, abrazándolo,
Seguro en un museo, este diamante, para que las generaciones
Venideras lo contemplen maravilladas; ambos luchan
Por conquistar el reino de las cenizas en el asedio de una hora
De latidos y caricias, por mantener a salvo la fe dentro de un fósil.
Pero aunque ellos remacharan sus fuerzas en roca
Y cada beso de veleta tuviese tanto fuego contenido
Como para inflamar al mismísimo fénix,
la sangre ágil,
Espoleada por el momento, corre demasiado aprisa
Como para refrenar un deseo; por eso ellos cabalgan toda la noche
En la estela centelleante de sus latidos, hasta que el rojo gallo
Arranca de raíz la flor de ese cometa.
El alba apaga la mecha gastada de la estrella
Aunque los benditos locos del amor reclamen a gritos
La perennidad, y una languidez cerosa hiela la vena,
Por muy vivamente que ésta fulja; los contratos de fidelidad se rompen
Y se desdicen bajo la luz cambiante: el radiante renuevo
Aventa cenizas a los ojos de los amantes; la ardiente mirada
Calcina la carne hasta la médula, y los devora.




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lunes, 10 de octubre de 2022

"No intentes nunca engañarme con un beso", de SYLVIA PLATH (EE.UU., 1932-1963, d.n.e.)

No intentes nunca engañarme con un beso
Simulando que los pájaros han venido a quedarse
,
Pues el moribundo se burlará con desprecio.
Una piedra puede suplantar lo que fue un corazón
Y unas vírgenes surgir donde yacía Venus:
No intentes nunca engañarme con un beso.
Nuestro noble médico afirma que el dolor es suyo,
Mientras los afligidos pacientes le dejan hablar;
Pero el moribundo se burlará con desprecio.
El soltero viril teme la parálisis, mientras la vieja
Solterona se pasa el día llorando en el hastial:
No intentes nunca engañarme con un beso.
Las afables, eternas serpientes prometen bendición
A los niños mortales que anhelan la dicha,
Pero el moribundo se burlará con desprecio.
Tarde o temprano algo va mal; los pájaros
Cantarines ahuecan el ala para siempre.
Por eso no intentes engañarme nunca con un beso,
Pues el moribundo se burlará con desprecio.





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lunes, 5 de septiembre de 2022

"Yo quiero", de SYLVIA PLATH (EE.UU., 1932-1963, d.n.e.)

Abriendo la boca, el pequeño dios inmenso,
Calvo a pesar de su cabeza infantil,
Pidió a gritos el pecho de su madre
.
Los dos volcanes secos se cuartearon y escupieron,
La arena abrasó los labios sedientos de leche.
El niño dios pidió entonces sangre a su padre,
Que puso a trabajar a la avispa, al lobo y al tiburón,
Y luego ideó el pico del alcatraz.
Sin una lágrima en los ojos, el inveterado patriarca
Creó a los hombres de carne y hueso,
Púas en la corona de alambre enrojecido,
Espinas en el tallo de la rosa encarnada.




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