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miércoles, 30 de septiembre de 2020

"El beso", de ANTÓN CHÉJOV (UCRANIA, 1860-1904, d.n.e.)

Cuento publicado en "Tiempo Nuevo", núm. 4238 (15-12-1887) y luego en "Cuentos", de fecha   1888   d.n.e.




El veinte de mayo a las ocho de la tarde las seis baterías de la brigada de artillería de la reserva de N, que se dirigían al campamento, se detuvieron a pernoctar en la aldea de Mestechki. En el momento de mayor confusión, cuando unos oficiales se ocupaban de los cañones y otros, reunidos en la plaza junto a la verja de la iglesia, escuchaban a los aposentadores, por detrás del templo apareció un jinete en traje civil montando una extraña cabalgadura. El animal, un caballo bayo, pequeño, de hermoso cuello y cola corta, no caminaba de frente sino un poco al sesgo, ejecutando con las patas pequeños movimientos de danza, como si se las azotaran con el látigo. Llegado ante los oficiales, el jinete alzó levemente el sombrero y dijo:

-Su Excelencia el teniente general Von Rabbek, propietario del lugar, invita a los señores oficiales a que vengan sin dilación a tomar el té en su casa…

El caballo se inclinó, se puso a danzar y retrocedió de flanco; el jinete volvió a alzar levemente el sombrero, y un instante después desapareció con su extraña montura tras la iglesia.

-¡Maldita sea! -rezongaban algunos oficiales al dirigirse a sus alojamientos-. ¡Con las ganas que uno tiene de dormir y el Von Rabbek ese nos viene ahora con su té! ¡Ya sabemos lo que eso significa!

Los oficiales de las seis baterías recordaban muy vivamente un caso del año anterior, cuando durante unas maniobras, un conde terrateniente y militar retirado los invitó del mismo modo a tomar el té, y con ellos a los oficiales de un regimiento de cosacos. El conde, hospitalario y cordial, los colmó de atenciones, les hizo comer y beber, no les dejó regresar a los alojamientos que tenían en el pueblo y les acomodó en su propia casa. Todo eso estaba bien y nada mejor cabía desear, pero lo malo fue que el militar retirado se entusiasmó sobremanera al ver aquella juventud. Y hasta que rayó el alba les estuvo contando episodios de su hermoso pasado, los condujo por las estancias, les mostró cuadros de valor, viejos grabados y armas raras, les leyó cartas autógrafas de encumbrados personajes, mientras los oficiales, rendidos y fatigados, escuchaban y miraban deseosos de verse en sus camas, bostezaban con disimulo acercando la boca a sus mangas. Y cuando, por fin, el dueño de la casa los dejó libres era ya demasiado tarde para irse a dormir.

¿No sería también de ese estilo el tal Von Rabbek? Lo fuese o no, nada podían hacer. Los oficiales se cambiaron de ropa, se cepillaron y marcharon en grupo a buscar la casa del terrateniente. En la plaza, cerca de la iglesia, les dijeron que a la casa de los señores podía irse por abajo: detrás de la iglesia se descendía al río, se seguía luego por la orilla hasta el jardín, donde las avenidas conducían hasta el lugar; o bien se podía ir por arriba: siguiendo desde la iglesia directamente el camino que a media versta del poblado pasaba por los graneros del señor. Los oficiales decidieron ir por arriba.

-¿Quién será ese Von Rabbek? -comentaban por el camino-. ¿No será aquel que en Pleven mandaba la división N de caballería?

-No, aquel no era Von Rabbek, sino simplemente Rabbek, sin von.

-¡Ah, qué tiempo más estupendo!

miércoles, 17 de junio de 2020

"El beso", de IBN HAZ DE CÓRDOBA, o ABU MUHAMMAD ALI IBN AHMAD IBN SAID IBN HAZM AL ANDALUSI AL ZAHIR,(ESPAÑA, AL -ANDALUS, 994 d.n.e. - 1063 d.n.e.)


Alguien me preguntó mi edad,
al ver canas en mis sienes y en mis mejillas.
Le respondí: "-Sólo cuento que he vivido un momento
pensando justa y razonablemente
."
"- ¿Cómo es eso? -me dijo-. Acláramelo.
Me has contado la más extraña de las nuevas."
Yo le dije: "-A la que posee mi corazón
le di, un día, un beso, por sorpresa.
Por muchos años que viva, no pensaré
que he vivido, en realidad, más que aquel momento
."




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viernes, 14 de febrero de 2020

"El beso", de REGINA ALCAIDE DE ZAFRA (ESPAÑA, 1873-1913, d.n.e.)

Cuento perteneciente al libro póstumo "Todo amor: cuentos", de fecha 1913  d.n.e.



"La ola", de Guillaume Seignac


Cerca de un castillo gótico y en el ángulo de fértil valle que a sus pies se extiende, espejean las aguas de un lago azul, que resalta entre la verdosa florescencia como un claro zafiro.

La tranquila serenidad de sus aguas es sólo turbada por la estela de un esquife, en el que va la enamorada y pálida princesa Nirma . Sus ojos son azules como las ondas del lago; su traje es del suave matiz del jacinto, y sus cabellos rubios, partidos en dos trenzas, cáenle sobre los hombros como labradas cintas de oro.

Absorta va leyendo un libro, que le descansa en las rodillas, mientras el anciano barquero de la pequeña nave hunde rítmicamente los remos en las azuladas linfas, y la capa cristalina de que vienen cubiertos al salir de nuevo a la luz, despréndese a lo largo de ellos como diamantes desgranados de un collar.

Los árboles ribereños, impelidos por un viento suave, inclínanse reflejando sus movibles copas en el lago. Tórnase pálido el vivo azul del cielo. Y las nubes, que antes lucieran un perlino matiz, enrojecen, al par que el sol, cual deslumbrante hostia de oro, ocúltase tras las cercanas montañas.

La princesa cierra el libro, y su alba mano, que luce anillos de esmeraldas, turquesas y rubíes, destaca sobre el apergaminado cierre del in folio como el cincelado broche de un bizantino misal.

En triste soñolencia va invadiendo su espíritu la dulce paz melancólica del crepúsculo, y en süs párpados tiemblan las lágrimas.

Por disipar su amargura, entona el viejo remero alegre canción. Mas ¡ay! que la princesa guarda en su alma un pesar que ahuyenta la sonrisa de los labios y borra de los ojos el brillo de la alegría...

En el príncipe Oscar, a quien adora, sólo ve desamor. Por eso nunca sonríe. Por eso está pálida. ¡Por eso siempre llora!...

La noche que avanza les hace volver hacia el castillo. Al pasar frente a un remanso, creen distinguir entre la penumbra, allá en su límite, una figura blanca. Y al acercarse, ven con honda emoción, es una linda pastora que yace en la ribera, desfallecida.

Transportada a la barca, condúcenla secretamente al castillo, depositándola, cuidadosos, en el lecho de oculta estancia, a fin de que nadie se dé cuenta de la desgracia en aquella noche de fiesta, en la que su padre invitara a su mesa al príncipe Oscar.

Penetró luego en su aposento, y engalanándose con rico traje blanco velado por un tul de oro, se dirigió al salón del banquete.

Al cruzar frente al intercolumnio de una galería, que cerraba pesado tapiz, escuchó al príncipe que, con voz de infinita tristeza, contábale a uno de sus nobles amigos, cómo había recibido el escrito de una pastorcilla a la que él mucho amaba; la que no ignorando que su pasión por ella le detenía en realizar el pactado enlace con Nirma, en un rapto de abnegado amor, arrojándose al lago, brindábale, con el sacrificio de su vida, la libertad de que creía dependiese su felicidad... Y añadía sollozante, que aquel cuerpo adorado flotaría en la negra noche sobre las dormidas aguas, y que anhelaba recogerlo para depositar en los amados labios un último beso de amor ...

Nirma desfallecía ante la revelación cruel, pero haciendo un esfuerzo supremo penetró, en el salón del convite con el corazón palpitante y el alma desolada.

El banquete fue triste. El príncipe callaba melancólico. Nirma, pálida y silenciosa, parecía estar de allí ausente en espíritu. Y al terminar la cena, sin escuchar el concierto que luego había de seguir, besando a su padre en la frente, retíróse.

Presurosa corrió a la estancia donde quedara la pastorcilla; convencida de que sólo sufría un desvanecimiento, salió, y subiendo a un torreón del castillo, salvó el adarve y lanzóse al espacio, yendo a sepultarse en las aguas del lago, que por aquella parte besaban la muralla señorial.

**************

Pasada era ya la media noche, cuando el príncipe Oscar, seguido por dos de sus amigos, recorría angustiado las márgenes del lago silencioso, en cuyas aguas muertas copiaba su faz lívida la luna... De pronto, uno de los caballeros, gritó... Acudieron los otros, y el príncipe, desolado, contempla casi exánime a Nirma, que le dice puede libremente amar ya a su pastora, a quien ella ha salvado... y que muere por hacerlos dichosos...

Conmovido el príncipe al descubrir aquella pasión que nunca en Nirma sospechara, estrechábala sollozante contra su corazón. Y transido de amargura, imprimió en sus labios desfallecientes un beso. El que tanto Nírma anhelara... ¡Un beso de amor!...





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lunes, 11 de noviembre de 2019

"El beso", de LUIS PALÉS MATOS (PUERTO RICO, 1899-1955, d.n.e.)

Poema perteneciente al libro "Azaleas", de fecha 1915  d.n.e.



Óleo de Vicente Romero Redondo

El champagne de la tarde sedativa
embriagó la montaña y el abismo,
de una sedosidad de misticismo,
y de una opalescencia compasiva.

Hundiste el puñal zarco de tu altiva
mirada en mis adentros, y el lirismo
cundió mi alma de romanticismo:
rodó la gema de la estrofa viva.

Entonces gimió el cisne de mi ansia,
por el remanso lleno de arrogancia
de tus ojos nostálgicos y sabios;

y la dorada abeja del deseo,
en su errante y sutil revoloteo
buscó el clavel sangriento de tus labios.





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miércoles, 28 de diciembre de 2016

"El beso", de RAFAEL ESPEJO (España, 1975-- d.n.e.)

Poema perteneciente al libro "El vino de los amantes", de fecha 2001  d.n.e.




Un dedo masculino y corazón
surca las languideces de esos labios
débilmente entreabiertos.

Se siente un leve soplo.

Tras los ojos cerrados
cada cual imagina el lento beso
que comienza a brotar.

Saborean. Demoran el deseo.

Los amantes quisieran comprobar la emoción
desde el cuerpo del otro,
fingen que fingen.

Quieren hacer un beso
que la lluvia del tiempo no erosione.
Que permanezca mínimo y total.

El beso que han soñado tantas veces.

Y cuando al fin comparten la saliva
les queda la impresión
de haber equivocado algún detalle.


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martes, 15 de abril de 2014

"El beso", de FEDERICO BARRETO BUSTÍOS (PERÚ, 1862-1929 d.n.e.)

Poema perteneciente al libro "Algo mío", de fecha 1912  d.n.e.

Federico Barreto Bustío
Con candoroso embeleso
y rebosando alegría,
me pides morena mía
que te diga... ¿Qué es un beso?

Un beso es el eco suave
de un canto, que más que canto
es un himno sacrosanto
que imitar no puede el ave.

Un beso es el dulce idioma
con que hablan dos corazones,
que mezclan sus impresiones
como las flores su aroma.

Un beso es...no seas loca...
¿Por qué me preguntas eso?
¡Junta tu boca a mi boca
y sabrás lo que es un beso!


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