sábado, 30 de abril de 2016

"El beso", de ABEL FEDERICO PINTOS (Argentina, 1984-- d.n.e.)

Canción perteneciente al disco "Sueño dorado", de fecha 2012  d.n.e.



Yo quisiera tan solo besarte
aún sin darte tu beso soñado,
pero quiero rezar en tu boca
la ardiente plegaria que sangran mis labios.
Solo quiero rezar en tu boca
la ardiente plegaria que sangran mis labios
En la alta cruz de tu mirada
que yo mismo aferré a mis sentidos,
el destino me ha crucificado
cerrando la puerta que cruza el olvido.
Mi destino me ha crucificado
Cerrando la puerta que cruza el olvido.
El color de la noche encendida,
el poema que no he terminado.
La pasión, la razón, los pecados,
el lodo de amar y este grito olvidado.
Como un rayo has llegado a mi vida.
Robándome todo y la zamba que canto.
Desafío el espacio y el tiempo,
y desangro los cuatro caminos
y me muero a los pies del deseo
que al verte se vuelve canción dentro mío
Siempre muero a los pies del deseo
Que al verte se vuelve canción dentro mío
Solo quiero que me hagas el dueño
de la luz que se anida en tu boca.
Solo quiero beber de un milagro
al sentir que esa flor en mi amor se deshoja.
Vida, hazme beber de un milagro
al sentir que esa flor en mi amor se deshoja

El color de la noche encendida,
el poema que no he terminado.
La pasión, la razón, los pecados,
el lodo de amar y este grito olvidado.
Como un rayo has llegado a mi vida.
Robándome todo y la zamba que canto.


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viernes, 29 de abril de 2016

"Sencillos deseos", de GIOCONDA BELLI (Nicaragua, 1948--, d.n.e.)

Hoy quisiera tus dedos escribiéndome historias en el pelo
Y quisiera besos en la espalda
Acurrucos
Que me dijeras las más grandes verdades
O las más grandes mentiras
Que me dijeras por ejemplo
Que soy la mujer más linda del mundo
Que me querés mucho
Cosas así
Tan sencillas
Tan repetidas,
Que me delinearas el rostro
Y me quedaras viendo a los ojos
Como si tu vida entera dependiera de que los míos sonrieran
Alborotando todas las gaviotas en la espuma.
Cosas quiero como que andes mi cuerpo
Camino arbolado y oloroso,
Que seas la primera lluvia del invierno
Dejándote caer despacio
Y luego en aguacero.
Cosas quiero como una gran ola de ternura
Deshaciéndome
Un ruido de caracol
Un cardumen de peces en la boca
Algo de eso
Frágil y desnudo
Como una flor a punto de entregarse a la primera luz de la mañana
O simplemente una semilla, un árbol
Un poco de hierba
Una caricia que me haga olvidar
El paso del tiempo
La guerra
Los peligros de la muerte.


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miércoles, 27 de abril de 2016

"Yetarday", de ANA ROSETTI (seud. de Ana María Bueno de la Peña) (España, 1950--, d.n.e.)


Es tan adorable introducirme
en su lecho, y que mi mano viajera
descanse, entre sus piernas, descuidada,
y al desenvainar la columna tersa
-su cimera encarnada y jugosa
tendrá el sabor de las fresas
, picante-
presenciar la inesperada expresión
de su anatomía que no sabe usar,
mostrarle el sonrosado engarce
al indeciso dedo, mientras en pérfidas
y precisas dosis se le administra audacia.
Es adorable pervertir
a un muchacho, extraerle del vientre
virginal esa rugiente ternura
tan parecida al estertor final
de un agonizante, que es imposible
no irlo matando mientras eyacula.


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martes, 26 de abril de 2016

"¿Qué te pasa gacela, que no envías tus mensajeros?", de YEHUDA BEN SAMUEL HA-LEVÍ (España, 1070-1141 d.n.e.)

Poema perteneciente al libro "Poemas de amor y vino".



¿Qué te pasa, gacela, que no envías tus mensajeros
al amado cuyo pecho rebosa de dolor por ti?
¿No sabes que el Destino no concede a tu amante
más que escuchar el son de tus saludos?
Si la separación es más fuerte que nosotros,
detente un poco, que pueda ver tu rostro.
No sé si entre mis costillas quedó preso
mi corazón, o si partió tras de tus pasos.
¡En nombre del amor! Recuerda los días que me amabas
como recuerdo yo las noches en que te deseaba.
Lo mismo que cruza tu imagen por mi sueño,
desearía pasar yo por los tuyos.
Hay entre nosotros un mar de lágrimas con rugientes
olas y no puedo llegar hasta ti,
mas si tus pasos se acercaran a cruzarlo,
se henderían las aguas a las plantas de tus pies.
Si después de mi muerte llegara a mis oídos
el tañir de campanillas doradas del borde de tu manto,
o preguntaras cómo le va a tu amigo, desde el cielo
me interesaría por tu amor y bienestar.
Ahí tienes dos testigos de que vertiste la sangre
de mi corazón: tus mejillas y tus labios;
¿cómo vas a negarlo, si dan ellos testimonio de
mi sangre y de que tus manos la vertieron?
¿Por qué deseas mi muerte? ¡lo que yo quiero son
años que sumar a los de tu vida!
Aunque robes mi sueño por las noches al amarte, ¿no
daría yo el sopor de mis ojos a tus párpados?
Tu fuego lame las gotas de las lágrimas, y hasta
corazones de piedra desgastarían tus sollozos;
yo he caído en el fuego de tu amor y las aguas de mi llanto,
¡ay de mi corazón por mis lágrimas y tus brasas!
Amargura y dulzor cercan mi corazón:
la ponzoña de la ausencia y la miel de tus besos;
una vez que tus palabras como láminas lo aplanaran,
tus manos lo cortaron en tiras.
Veo imagen de rubí sobre zafiros
al contemplar tus labios y tus dientes.
El sol está en tu rostro, y a modo de noche despliegas
sobre su fulgor la espesura de tus rizos.
Seda bordada es el vestido de tu cuerpo, pero
la gracia y la hermosura recubren tus ojos;
las joyas de las doncellas son obra de artesano,
mas esplendor y encanto son tus adornos.
El sol y la luna, la Osa y las Pléyades quisieran
asemejarse a tus hermanos y hermanas;
jóvenes y doncellas desean, siendo libres,
convertirse en siervos y esclavas tuyos.
De la fortuna del Destino sólo reclamaré mi parte
el hilo de tus labios, el ceñidor de tu cintura;
mi panal y mi miel están entre tus labios,
mi nardo y mi mirra entre tus dos pechos.
Te he puesto en mi mano derecha como un anillo;¡ojalá fuera yo
un sello sobre tus brazos!
Olvidaría mi diestra y mi siniestra, cierva,
si descuidara el amor de tus esponsales.
La ausencia amarga mi corazón al recordar
el panal de miel de tus besos en mis labios.
Mi espíritu por tu perfume de mirra virgen yo daría;
¡quizás podría besar tu rostro a cambio de mi alma!
A las mujeres se honra con alabanzas, mas
a ti deben su gloria tus mismas loas.
En el campo de las amadas, las gavillas del amor
se postran ante las tuyas.
¡Ojalá pudiera yo vivir para recoger aromas
y mirra de entre tus pasos!
No oigo tu voz, pero escucho
en mi desgarrado corazón el ruido de tus pisadas.
Cuando cuentes a los vivientes víctimas
de tu amor, el día que resuciten tus muertos, incluye
a mi alma para devolverla al cuerpo, pues cuando
te fuiste, al partir tú salió en pos de ti.
Pregunta cómo le va a tu amado, cierva agraciada,
si es el Destino el que hace tus preguntas.
¡Vuelve, y que nuestra Roca te haga regresar al lugar
de tus deseos ya la tierra de la que procedes!



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lunes, 25 de abril de 2016

"Tus labios son un rubí", de JOSÉ ZORRILLA (España, 1817-1893 d.n.e.).

Tus labios son un rubí,
partido por gala en dos...
Lo arrancaron para ti
de la corona de Dios.


Tengo el alma enamorada
tanto o más que muchos otros
porque es vital en nosotros
ver tu imagen agraciada.
En tu cara sonrosada
se destaca el carmesí
y precisamente ahí
donde quiero darte un beso
para dicha y embeleso
tus labios son un rubí.

Te yergues con tu hermosura
por doquiera en soberana
pues de divina y humana en ti se da la mixtura.
A través de tu figura
la belleza viene a nos
y el rubí que tienes vos
y que luces con talento
está para más contento
partido por gala en dos.

Y yo creo necesaria
la visión de tu pasado
en ese cielo sagrado
que te dio su luminaria. Tus padres una plegaria
elevaron hasta allí
y en el cielo azul turquí
los ángeles en acción
entraron y el corindón
lo arrancaron para ti.

Y aquí me tienes prendado
de tu voz angelical,
de tu mirada sensual
y tu cuerpo delineado.
Por ese beso anhelado
de tus pasos sigo en pos
y si yo no digo ¡adiós!
a lo que tu boca tiene
es porque el rubí proviene
de la corona de Dios.


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martes, 12 de abril de 2016

"No te conozco", de VICENTE ALEIXANDRE (España, 1898-1984 d.n.e.)

Poema perteneciente al libro "Poemas Varios", de fecha 1927-1967  d.n.e.


¿A quién amo, a quién beso, a quién no conozco?
A veces creo que beso solo a tu sombra en la tierra,
a tu sombra para mis brazos humanos.
Y no es que yo niegue tu condición de mujer,
oh nunca diosa que en mi lecho gimes.
Pero yo nunca gimo de alegría cuando te estrecho.
Sobre la ebriedad del amor, cuando bajo mi pecho brillas
con el secreto brillo íntimo que sólo la piel de mi pecho conoce,
yo sufro de soledad, oh siempre allí postreramente desconocida.
Nunca: cuando la unidad del amor grita su victoria en la ya única vida,
algo en mí no te conoce en la oscura sombra estremecida
que bajo el dulce peso del amor me sostiene
y me lleva en sus aguas iluminadamente arrastrado.
Yo brillando arrastrado sobre tus aguas vivas,
a veces oscuras, con mezcladas ondas de plata,
a veces deslumbrantes, con gruesas bandas de sombra.
Pero yo, sobre el hondo misterio, desconociéndolas.

Natación del amor sobre las aguas mortales,
sobre las que gemir flotando sobre el abismo,
hondas aguas espesas que nadie revela
y que llevan mi cuerpo sobre ausencias o sombras.

Entonces, cerrado tu cuerpo bajo la zarpa ruda,
bajo la delicada garra que arranca toda la música de tu carne ligera,
yo te escucho y me sobrecojo de la secreta melodía,
del irreal sonido que de tu vida me invade.

Oh, no te conozco: ¿ quién canta o quién gime?
¿Qué música me penetra por mis oídos absortos?
Oh, cuán dolorosamente no te conozco,
cuerpo amado que no hablas para mí que no escucho.


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