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jueves, 2 de enero de 2025

"La vida sencilla", de OCTAVIO PAZ LOZANO (Méjico, 1914-1998 d.n.e.)



Llamar al pan y que aparezca
sobre el mantel el pan de cada día;
darle al sudor lo suyo y darle al sueño
y al breve paraíso y al infierno
y al cuerpo y al minuto lo que piden;
reír como el mar ríe, el viento ríe,
sin que la risa suene a vidrios rotos;
beber y en la embriaguez asir la vida,
bailar el baile sin perder el paso,
tocar la mano de un desconocido
en un día de piedra y agonía
y que esa mano tenga la firmeza
que no tuvo la mano del amigo;
probar la soledad sin que el vinagre
haga torcer mi boca, ni repita
mis muecas el espejo, ni el silencio
se erice con los dientes que rechinan:
estas cuatro paredes ¿papel, yeso,
alfombra rala y foco amarillento?
no son aún el prometido infierno;
que no me duela más aquel deseo,
helado por el miedo, llaga fría,
quemadura de labios no besados:
el agua clara nunca se detiene
y hay frutas que se caen de maduras;
saber partir el pan y repartirlo,
el pan de una verdad común a todos,
verdad de pan que a todos nos sustenta,
por cuya levadura soy un hombre,
un semejante entre mis semejantes;
pelear por la vida de los vivos,
dar la vida a los vivos, a la vida,
y enterrar a los muertos y olvidarlos
como la tierra los olvida: en frutos...
Y que a la hora de mi muerte logre
morir como los hombres y me alcance
el perdón y la vida perdurable
del polvo, de los frutos y del polvo.




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lunes, 30 de diciembre de 2024

"La herida", de LUIS GONZAGA URBINA (MÉJICO, 1864-1934, d.n.e.)




¿Qué si me duele? Un poco; te confieso
que me heriste a traición; mas por fortuna,
tras el rapto de ira vino una
dulce resignación.... Pasó el exceso.

¿Sufrir? ¿Llorar? ¿Morir? ¿Quién piensa en eso?
El amor es un huésped que importuna;
mírame como estoy, ya sin ninguna
tristeza que decirte. Dame un beso.

Así, muy bien; perdóname, fui un loco;
tú me curaste —gracias—, y ya puedo
saber lo que imagino y lo que toco.

En la herida que hiciste, pon el dedo.
¿Qué si me duele? Sí; me duele un poco,
mas no mata el dolor.... No tengas miedo.



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viernes, 26 de abril de 2024

"Recinto XIII: Tú eres más que mis ojos porque ves", de CARLOS PELLICER CÁMARA (MÉJICO, 1897-1977, d.n.e.)

Poema perteneciente al libro "Recinto y otras imágenes", de fecha 1941  d.n.e.




Tú eres más que mis ojos porque ves
lo que en mis ojos llevo de tu vida.
Y así camino ciego de mí mismo
iluminado por mis ojos que arden
con el fuego de ti.

Tú eres más que mi oído porque escuchas
lo que en mi oído llevo de tu voz.
Y así camino sordo de mí mismo
lleno de las ternuras de tu acento.
¡La sola voz de ti!

Tú eres más que mi olfato porque hueles
lo que mi olfato lleva de tu olor.
Y así voy ignorando el propio aroma,
emanando tus ámbitos perfumes,
pronto huerto de ti.

Tú eres más que mi lengua porque gustas
lo que en mi lengua llevo de ti sólo,
y así voy insensible a mis sabores
saboreando el deleite de los tuyos,
sólo sabor de ti.

Tú eres más que mi tacto porque en mí
tu caricia acaricias y desbordas.
Y así toco en mi cuerpo la delicia
de tus manos quemadas por las mías.

Yo solamente soy el vivo espejo
de tus sentidos. La fidelidad
del lago en la garganta del volcán.




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viernes, 3 de febrero de 2023

"Olvido", de OCTAVIO PAZ LOZANO (MÉJICO, 1914-1998, d.n.e.)

"Culebra", de Albert Joseph Penot (1862 – 1930)


Cierra los ojos y a oscuras piérdete
bajo el follaje rojo de tus párpados.
Húndete en esas espirales
del sonido que zumba y cae
y suena allí, remoto,
hacia el sitio del tímpano,
como una catarata ensordecida.

Hunde tu ser a oscuras,
anégate la piel,
y más, en tus entrañas;
que te deslumbre y ciegue
el hueso, lívida centella,
y entre simas y golfos de tiniebla
abra su azul penacho al fuego fatuo.

En esa sombra líquida del sueño
moja tu desnudez;
abandona tu forma, espuma
que no sabe quien dejó en la orilla;
piérdete en ti, infinita,
en tu infinito ser,
ser que se pierde en otro mar:
olvídate y olvídame.

En ese olvido sin edad ni fondo,
labios, besos, amor, todo renace:
las estrellas son hijas de la noche..




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viernes, 2 de diciembre de 2022

"Aventura", de ELÍAS NANDINO (MÉJICO, 1900-1993 d.n.e.)


No sé cómo viniste hasta mis manos
a llenar las tinieblas de mi lecho,
y a juntar tus encantos con mi pecho
realizando las horas que gozamos.
Aventura perfecta que libamos
en un secreto
, bajo el mismo techo,
hasta llegar al goce satisfecho
y sin saber porqué nos encontramos.
¡Vibración de contacto sin historia;
un recuerdo grabado en la memoria
ignorando con quién fue compartido;
porque llegaste al beso de la noche
calmaste mi pasión con tu derroche
y te fuiste dejándome dormido.




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martes, 27 de septiembre de 2022

"La realidad y el sueño", de JAIME MARIO LABASTIDA OCHOA (MÉJICO, 1939--, d.n.e.)

Espesa turbulencia preside mis palabras.
Para mí, tú eres aún una doncella.
Dentro de mí, habito un nido de fantasmas,
un lecho de cigarras, casi un cielo infantil.

Tomándote los pechos, jugamos a ser niños.
Ríes. Rozo apenas tus párpados.
Inocente me miras.

Yo te beso en la boca y tu misterio se abre,
ávido de abrazos.
Mi cuerpo se abre en cruz.
Nuestras manos se estrechan.
Tu palpitante corazón deshoja mis latidos.
Dicen ser esto la alegría.

Yo te estrecho,
yo te estrecho.
Somos los dos turbias bestias
crucificadas en los brazos del otro.

El antiguo ensueño azul se desbarata.
He aquí la vida, hermosa y dura.




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jueves, 1 de septiembre de 2022

"Piel", de JAIME MARIO LABASTIDA OCHOA (MÉJICO, 1939--, d.n.e.)

Creyente sólo en lo que toco, yo te toco,
mujer, hasta la entraña, el hueso,
aquello que otros llaman alma, tan unida,
tan cerca de la carne mortal y voluptuosa
o siempre ardiente o nunca maltratada
sino dulce, oscilante entre querer
y subir, adentro de la espuma.
Te toco, dije, mujer, hasta el más húmedo
hueso de tu vientre, donde ya gimes tú,
y el aire libre viene, sin sangre
o pensamientos: un solo extremo
de mi cuerpo se convierte en el todo.
Ni un pensamiento impuro empaña entonces
ese goce: cuando estoy en tu vientre
sólo estoy en tu vientre. Soy ahora
ese límite extraño, esa piel que consume,
que se quema y se gasta, ese tacto
profundo que va desde la piel
al pozo ciego de mis venas, y también
un ruiseñor y un alto sol, tendido,
mudo. Un beso apenas, un leve,
ya risueño fulgor que lento acaba:
la piel que se contrae. La sangre
toda y los sudores hablan. Vuelven
a mí los pensamientos. Por ti camino
llano, por el tiempo. Cuando estoy
a tu lado, no estoy sólo a tu lado:
el agua entera fructifica, el espacio
se amplía y un lento sol nocturno
nos enciende por dentro.




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miércoles, 31 de agosto de 2022

"Me ha faltado... eso", de KARY KAMALICH (MÉJICO, 1968--, d.n.e.)

Amor, me ha faltado, lo confieso,
una expresión mínima de afecto.
No hablo de abrazos ni de sexo...,
simplemente, me ha faltado... eso.

Mi cuerpo ha experimentado todo:
hieles, mieles, olores y sabores,
ternura indescriptible, pasión desenfrenada...
Sin embargo, me ha fatado...eso.

No es el beso tierno, salvaje, esquivo o furtivo:
la huella de tus labios yace en mi cuerpo.
Pero ese beso suave... ese beso en mi cuello
es lo que necesito. Me ha falatdo...eso.





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miércoles, 23 de marzo de 2022

"La última vez de Casanova", de JORGE VALDÉS DÍAZ-VÉLEZ (MÉJICO, 1955--, d.n.e.)

 Giacomo se envuelve en el crepúsculo del Florian.

            Me preguntas cuántos besos tuyos, Lesbia,
            me bastarían para estar satisfecho.
                       Cátulo
 
Mientras beso tu boca, dulce
doncella en la conquista, muerdo
las comisuras de tu madre
y los labios que tus hermanas
ceden al peso del deseo;

beso a las próximas mujeres
lejanas y desconocidas

aún por mi codicia, aquellas
que algún día serán tú en otra
tú, que ahora oprimes mis labios
contra tu máscara de niebla,

y abres el negro terciopelo
donde mi angustia deposita,
con un grito húmedo y sordo,
el rubí de mi corazón
humeante al pie de tu reflejo.

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viernes, 18 de febrero de 2022

"Perséfone", de HOMERO ARIDJIS (MÉJICO, 1940--, d.n.e.)



Un río carnal abre los muslos.
Perséfone se abre como una escalera estrecha y empinada.
Perséfone ríe al borde sus fibras nerviosas.
Navegan barcos por mar desconocido.
Navega un dios en sí mismo enlazado.
El cuello de los cisnes en un solo cuello.
Perséfone me mira como yesca que acecha el fuego.
Pone los codos sobre las rodillas, mete la cabeza entre las manos.
Se sienta en sus cojines suaves.
Se sienta sobre un lecho que por las arrugas de las mantas parece un trono rudo.
Mis manos friccionan con ardor sus miembros.
En sus miembros se confunde lo blanco de su piel, lo rojo de su ardor.
A sus miembros que fricciono llegan su silencio, su emoción, sus gestos.
Un mismo calor anima su corazón, sus pies, sus dedos.
El fuego le abre el cuerpo, igual que un incendio descubre en una casa muchas ventanas, muchos ojos. Igual que si se hubiera vuelto su interioridad hacia afuera, y un color propio la recorriera matizando sus rasgos.
Me adentra.
No pienso.
Mis sentidos despiertan.
Oigo mi cuerpo, oigo su cuerpo enredarse en el mío.
Crecen los dos, enmudecen, maduran, se avejentan, mueren.
Oigo el eco de su desaparición, de su nacimiento.
Oigo. Que no están, que llegan, que se van.
Siento su cuerpo.
Toca con mil poros abiertos a mi piel.
Me roza con mil manos y muslos.
Me roza con pedazos de carne que se labia, se hiende.
Mojándome.

Huelo su origen.
Su deseo.
Su ceniza.
Sus cabellos húmedos de mis cabellos.
Su roce que es mi roce.
Veo la palabra que no dice en su lengua curvada, alargada hasta mi lengua.
Su sexo que entraña mi sexo.
Sus pies extendidos.
Su movimiento sacando chispas de las sábanas con las caderas.
Su hundimiento en el colchón.

Su levantarse y caer y sonar.
La oscuridad momentánea de su boca, de sus axilas, de su cuello y sus brazos.
Llena mi ver una rodilla.
Un brazo.
Un ojo.
Un cabello entre mis labios.
Un trozo de muslo.
Un pedazo de vientre.
El ombligo.
Sus cabellos.
Su ombligo.
Su cara vuelta a la derecha.
Su cara vuelta a la izquierda. Su mentón apuntando hacia arriba y hacia abajo.
Su cuerpo recogido.
Su cuerpo diagonal.
Su oreja.
Sus cabellos.
Su sexo.
Su boca que se ahonda y se ahonda, que se sumerge por adentro de ella, que cae y cae, toca mi sexo, sube por mi cuerpo, se convierte en mi boca que la besa, en su boca que se ahonda.
Y cae en mí, y cae en ella.



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domingo, 26 de diciembre de 2021

"Recinto. X", de CARLOS PELLICER CÁMARA (MÉXICO, 1899-1977, d.n.e.)


La primera tristeza ha llegado. Tus ojos
fueron indiferentes a los míos. Tus manos
no estrecharon mis manos.
Yo te besé y tu rostro era la piedra seca
de las alturas vírgenes. Tus labios encerraron
en su prisión inútil mi primera amargura.

En vano tu cabeza puse en mi hombro y en vano
besé tus ojos. Eras el oasis cruel
que envenenó sus aguas y enloqueció a la sed.
Y se fue levantando del horizonte una
nube. Su tez morena voló a color. De nuevo
fue oscureciendo el tono de los días de antes
Yo abandoné tu rostro y mis manos
ausentaron las tuyas. Mi voz se hizo silencio.
Era el silencio horrible de los frutos podridos.
Oí que en mi garganta tropezó la derrota
con las piedras fatales.
Yo me cubrí los ojos
para no ver mis lágrimas que huían hacia mí.
Luego tú me besaste, dijiste algo. Yo oía
llorar mis propias lágrimas en el primer silencio
de la primer tristeza. El alma de ese día
llegó de lejos tu alma y se quedó en mi pecho.





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viernes, 1 de octubre de 2021

"Y que haya cuerpos, de ADRIANA DÍAZ ENCISO (MÉJICO, 1964--, d.n.e.)

Y que haya cuerpos. Vivos, abiertos yacientes y ávidos aún entre la bruma de la melancolía. Que haya siempre cuerpos, en habitaciones suaves que respiren, en calles arboladas y entre flores. Cuerpos capaces del desnudo completo, limpio, perfecto. Manos con ganas de viajar por los cuerpos. Labios que húmedos se comuniquen las últimas noticias de la espera. Húmedos cuerpos que respiren y duerman en calma profundísima junto al deseo que duerme, y que en el deseo despierten y se muevan suaves en la oscuridad lo mismo que en la más clara luz.

Que ya la soledad deje de ponerle candados a los cuerpos y el frío no nos reseque más la piel y las ganas y la entrega fragilísima.

Que no quede nadie ignorante de su cuerpo, con el vacío en el alma y la amargura de la piel intacta en la mirada. Que nadie se confunda ni confunda la vida con su ansia oculta, insatisfecha del amante.

Que no quede un solo cuerpo indigno del amor, ni un solo freno para el cuerpo amoroso y su bellísimo despliegue de sombras en vaivén.

Y que pueda yo andar con mi cuerpo por la calle, y nada en mí ni en mi ropaje me oculte con mi cuerpo para nadie, y que nadie se sorprenda ni se ensucie ni se ofenda por mí, por mi orgullo de mi cuerpo ni por mi andar de entrega. Que podamos andar y rozarnos al andar en el silencio, brazo con brazo y con mirada.

Que haya cuerpos, que las tristezas caigan rodeando nuestro abrazo como un mar oscuro que protege. Que el dolor de estar vivo no nos duela en el cuerpo. Que esta sorpresa de criaturas sobre el mundo sea luminosidad de azoro en las miradas de cara hacia la vida, de frente a nuestros cuerpos, y que sea inmenso y amoroso el beso que nos salve del miedo espeluznante ante la muerte.







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lunes, 20 de septiembre de 2021

"La noche", de ADRIANA DÍAZ ENCISO (MÉJICO, 1964--, d.n.e.)

La noche
rompe la piel delgada que me envuelve

Es mi desnudez
entonces absoluta

Si me tocas no voy a abrir los ojos
No voy a abrir jamás los labios
por no dejar que escape el beso

por no dejar que la noche se diluya

Guardo tus manos dentro de mi cuerpo
Guardo una caricia oscura de cada noche que se
ha abierto
sobre mi vientre abierto
sobre esta inevitablemente abierta desnudez

Bebo los nombres
los silencios que me tocan
cuando el tacto hace a la noche

Guardo tus dedos en mis venas
como guardo ortigas de otro aleteo nocturno
como guardo retratos en la lengua
Recojo celosa cada astilla de tu cuerpo
todos los caracoles de mis mareas soñadas
Me construyo dentro todo lo que se rompe
todo lo que dejas
cuando cierras persianas en mi rostro
para ser otra palabra de memoria

Guardo todos los vocablos
para la vista ajena que me mira sin recuerdo
para que me crea el cristal si digo que soy yo
la misma desnuda de la noche
que agota el amor en su boca.





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viernes, 17 de septiembre de 2021

"Soneto: Pienso, mi amor, en ti todas las horas" de SALVADOR NOVO LÓPEZ (MÉJICO, 1904-1974

Pienso, mi amor, en ti todas las horas
del insomnio tenaz en que me abraso;
quiero tus ojos, busco tu regazo
y escucho tus palabras seductoras.

Digo tu nombre en sílabas sonoras,
oigo el marcial acento de tu paso,
te abro mi pecho -y el falaz abrazo
humedece en mis ojos las auroras.

Está mi lecho lánguido y sombrío
porque me faltas tú, sol de mi antojo,
ángel por cuyo beso desvarío.

Miro la vida con mortal enojo,
y todo esto me pasa, dueño mío,
porque hace una semana que no cojo.





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jueves, 2 de septiembre de 2021

"Delicta carnis", de AMADO NERVO (MÉJICO, 1870-1919 d.n.e.)


Carne, carne maldita que me apartas del cielo;
carne tibia y rosada que me impeles al vicio;
ya rasgué mis espaldas con cilicio y flagelo
por vencer tus impulsos, y es en vano, ¡te anhelo
a pesar del flagelo y a pesar del cilicio!

Crucifico mi cuerpo con sagrados enojos,
y se abraza a mis plantas Afrodita la impura;
me sumerjo en la nieve, mas la templan sus ojos;
me revuelco en un tálamo de punzantes abrojos,
y sus labios lo truecan en deleite y ventura.

Y no encuentro esperanza, ni refugio ni asilo,
y en mis noches, pobladas de febriles quimeras,
me persigue la imagen de la Venus de Milo,
con sus lácteos muñones, con su rostro tranquilo
y las combas triunfales de sus amplias caderas.

¡Oh Señor Jesucristo, guíame por los rectos
derroteros del justo; ya no turben con locas
avideces la calma de mis puros afectos
ni el caliente alabastro de los senos erectos,
ni el marfil de los hombros, ni el coral de las bocas!






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miércoles, 11 de agosto de 2021

“Boca de llanto”, de JAIME SABINES GUTIÉRREZ (Méjico, 1925-1999 d.n.e.).

Poema perteneciente al libro "La señal", de fecha 1951  d.n.e.



Boca del llanto, me llaman
tus pupilas negras,
me reclaman, tus labios
sin ti me besan
.
¡Cómo has podido tener
la misma mirada negra
con esos ojos
que ahora llevas!

Sonreíste. ¡Qué silencio,
qué falta de fiesta!
¡cómo me puse a buscarte
en tu sonrisa, cabeza
de tierra,
labios de tristeza!

No lloras, no llorarías
aunque quisieras;
tienes el rostro apagado
de las ciegas.

Puedes reír. Yo te dejo
reír, aunque no puedas.




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martes, 6 de julio de 2021

"Cuando sepas hallar una sonrisa", de ENRIQUE GONZÁLEZ MARTÍNEZ (MÉJICO, 1871-1952 d.n.e.)


Cuando sepas hallar una sonrisa
en la gota sutil que se rezuma
de las porosas piedras, en la bruma,
en el sol, en el ave y en la brisa;

cuando nada a tus ojos quede inerte,
ni informe, ni incoloro, ni lejano,
y penetres la vida y el arcano
del silencio, las sombras y la muerte;

cuando tiendas la vista a los diversos
rumbos del cosmos, y tu esfuerzo propio
sea como potente microscopio
que va hallando invisibles universos,

entonces en las flamas de la hoguera
de un amor infinito y sobrehumano,
como el santo de asís, dirás hermano
al árbol, al celaje y a la fiera.

Sentirás en la inmensa muchedumbre
de seres y de cosas tu ser mismo;
serás todo pavor con el abismo
y serás todo orgullo con la cumbre.

Sacudirá tu amor el polvo infecto
que macula el blancor de la azucena,
bendecirás las márgenes de arena
y adorarás el vuelo del insecto;

y besarás el garfio del espino
y el sedeño ropaje de las dalias. . .
Y quitarás piadoso tus sandalias
por no herir a las piedras del camino.





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martes, 22 de junio de 2021

"Transformaciones", de FRANCISCO SOSA ESCALANTE (ESPAÑA, 1848-1925 d.n.e.)


Del seno de la tierra desprendido
Impalpable vapor subió a la nube,
Como en las ondas de los vientos sube
De los pobres el ruego bendecido.

Flotó en el éter de esplendor vestido
Semejando las alas de un querube,
Y luego descendió, y entonces hube
De mirarlo ya en perlas convertido.

Las perlas en diamantes se trocaron
Cuando en el cáliz de la flor cayeron
Y fúlgida corona le formaron.

Brilló despues el sol; palidecieron
Sus besos al sentir;
se evaporaron,
Y a formar otra nube se volvieron.





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lunes, 28 de diciembre de 2020

"La violencia del color", de ROBERTO CRUZ ARZABAL (MÉXICO, 1982-- d.n.e.)

"La sposa dei Sacri Cantici" (1854), de Gaetano Motelli

 
                                        Y tú estabas en medio de todo eso, tocando
                                                            Cristina Rivera Garza

      y es que algo ocurre allí; quiero que me lo confiese la violencia del color
                                                             Cinthya García Leyva


Mirar de nuevo los dobleces
los pliegues o la carne
que devora otra carne

el abrazo se dice también en otra lengua

la partida de ajedrez inacabada en un plano superpuesto
unos ojos que se evitan
se deslucen

se atragantan

viene y va una mano sobre otra

El verde era el color de los verdugos, no aquí sino en su leviatán sonoro; en el cruce de las formas, el equilibrio de los sólidos es inevitable. Se dice, también, que en otra forma caben los restos del lenguaje, se dice que una frase es una puerta pero mienten, quizá sea una rendija o un candado, pero una puerta nunca; la apertura le está dada al balbuceo.

En medio de nosotros, una mesa
que sostiene nuestro juego
nuestras manos que se miran
disimuladamente con las uñas

las uñas son los ojos de los dedos, su glaucoma

una imagen es imagen de sí misma, su contradicción también, también su marco; una imagen que contiene lo que sabe, que lo niega y que se dice

eres mi doble o mi doblez
un pliegue
mapa de mis manos

la ruta que confunde la línea con el trazo

el gris es el color del ajedrez, el encuentro provocado por el jaque
el gris es el color de la mirada en los ojos de los perros
¿De qué color miran los dedos cuando ahogan? ¿De qué color el ojo anal, si acaso mira o se dice en el prolapso? ¿De qué color las manos del amante cuando limpias se atreven a tocar lo que se da?

el verde es el color
el gris la forma
la línea es una nota

a carcajadas

a horcajadas la cabalga entre los dientes
la lengua que habla del color
montada a pelo sobre pelo; un dedo es el jinete
Bilabial, la boca. El beso. El chasquido.
Bilabial también la vulva
la lóbrega plegada hacia su centro

¿Será verde o gris el color de la enramada?

Una imagen sobre otra, se tocan, se contienen; una imagen que se sabe al centro de otra: la violencia del color; una imagen que corta la mirada, que le impide su juntura; la violencia, del color de las imágenes depende la apertura del bastón, canal que se vierte en el desagüe. Una imagen sobre otra, sobrepuesta. La memoria es una imagen que se corta.

La
violencia
del encabal
ga
miento
la sílaba la bi
labial es la montura
beso de las imá
genes tan claras

impostura de la sombra
es la violencia de un color que se parece
a su sonido
verde bilabial o gris

como quien dice



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sábado, 31 de octubre de 2020

"Nocturno a Rosario", de MANUEL ACUÑA NARRO (Méjico, 1849-1873 d.n.e.)

Poema dedicado a Rosario de la Peña y Llerena.

"Amaneciendo", de Steve Hanks


I

¡Pues bien! yo necesito
decirte que te adoro,
decirte que te quiero
con todo el corazón;
que es mucho lo que sufro,
que es mucho lo que lloro,
que ya no puedo tanto
al grito que te imploro,
te imploro y te hablo en nombre
de mi última ilusión.

II

Yo quiero que tú sepas
que ya hace muchos días
estoy enfermo y pálido
de tanto no dormir;
que ya se han muerto todas
las esperanzas mías,
que están mis noches negras,
tan negras y sombrías,
que ya no sé ni dónde
se alzaba el porvenir.

III

De noche, cuando pongo
mis sienes en la almohada
y hacia otro mundo quiero
mi espíritu volver,
camino mucho, mucho,
y al fin de la jornada
las formas de mi madre

se pierden en la nada
y tú de nuevo vuelves
en mi alma a aparecer.

IV

Comprendo que tus besos
jamás han de ser míos,
comprendo que en tus ojos
no me he de ver jamás,
y te amo y en mis locos
y ardientes desvaríos
bendigo tus desdenes,
adoro tus desvíos,
y en vez de amarte menos
te quiero mucho más.

V

A veces pienso en darte
mi eterna despedida,
borrarte en mis recuerdos
y hundirte en mi pasión,
mas si es en vano todo
y el alma no te olvida,
¿qué quieres tú que yo haga,
pedazo de mi vida?
¿Qué quieres tu que yo haga
con este corazón?

VI

Y luego que ya estaba
concluído tu santuario,
tu lámpara encendida,
tu velo en el altar;
el sol de la mañana
detrás del campanario,
chispeando las antorchas,
humeando el incensario,
y abierta alla a lo lejos
la puerta del hogar...

VII

¡Qué hermoso hubiera sido
vivir bajo aquel techo,
los dos unidos siempre
y amándonos los dos;
tú siempre enamorada,
yo siempre satisfecho,
los dos una sola alma,
los dos un solo pecho,
y en medio de nosotros
mi madre como un Dios!

VIII

¡Figúrate qué hermosas
las horas de esa vida!
¡Qué dulce y bello el viaje
por una tierra así!
Y yo soñaba en eso,
mi santa prometida;
y al delirar en ello
con alma estremecida,
pensaba yo en ser bueno
por ti, no más por ti.

IX

¡Bien sabe Dios que ese era
mi mas hermoso sueño,
mi afán y mi esperanza,
mi dicha y mi placer;
bien sabe Dios que en nada
cifraba yo mi empeño,
sino en amarte mucho
bajo el hogar risueño
que me envolvió en sus besos
cuando me vio nacer!

X

Esa era mi esperanza...,
mas ya que a sus fulgores
se opone el hondo abismo
que existe entre los dos,
¡adiós por la vez última,
amor de mis amores;
la luz de mis tinieblas,
la esencia de mis flores;
mi lira de poeta,
mi juventud, adiós!



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