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sábado, 31 de octubre de 2020

"Nocturno a Rosario", de MANUEL ACUÑA NARRO (Méjico, 1849-1873 d.n.e.)

Poema dedicado a Rosario de la Peña y Llerena.

"Amaneciendo", de Steve Hanks


I

¡Pues bien! yo necesito
decirte que te adoro,
decirte que te quiero
con todo el corazón;
que es mucho lo que sufro,
que es mucho lo que lloro,
que ya no puedo tanto
al grito que te imploro,
te imploro y te hablo en nombre
de mi última ilusión.

II

Yo quiero que tú sepas
que ya hace muchos días
estoy enfermo y pálido
de tanto no dormir;
que ya se han muerto todas
las esperanzas mías,
que están mis noches negras,
tan negras y sombrías,
que ya no sé ni dónde
se alzaba el porvenir.

III

De noche, cuando pongo
mis sienes en la almohada
y hacia otro mundo quiero
mi espíritu volver,
camino mucho, mucho,
y al fin de la jornada
las formas de mi madre

se pierden en la nada
y tú de nuevo vuelves
en mi alma a aparecer.

IV

Comprendo que tus besos
jamás han de ser míos,
comprendo que en tus ojos
no me he de ver jamás,
y te amo y en mis locos
y ardientes desvaríos
bendigo tus desdenes,
adoro tus desvíos,
y en vez de amarte menos
te quiero mucho más.

V

A veces pienso en darte
mi eterna despedida,
borrarte en mis recuerdos
y hundirte en mi pasión,
mas si es en vano todo
y el alma no te olvida,
¿qué quieres tú que yo haga,
pedazo de mi vida?
¿Qué quieres tu que yo haga
con este corazón?

VI

Y luego que ya estaba
concluído tu santuario,
tu lámpara encendida,
tu velo en el altar;
el sol de la mañana
detrás del campanario,
chispeando las antorchas,
humeando el incensario,
y abierta alla a lo lejos
la puerta del hogar...

VII

¡Qué hermoso hubiera sido
vivir bajo aquel techo,
los dos unidos siempre
y amándonos los dos;
tú siempre enamorada,
yo siempre satisfecho,
los dos una sola alma,
los dos un solo pecho,
y en medio de nosotros
mi madre como un Dios!

VIII

¡Figúrate qué hermosas
las horas de esa vida!
¡Qué dulce y bello el viaje
por una tierra así!
Y yo soñaba en eso,
mi santa prometida;
y al delirar en ello
con alma estremecida,
pensaba yo en ser bueno
por ti, no más por ti.

IX

¡Bien sabe Dios que ese era
mi mas hermoso sueño,
mi afán y mi esperanza,
mi dicha y mi placer;
bien sabe Dios que en nada
cifraba yo mi empeño,
sino en amarte mucho
bajo el hogar risueño
que me envolvió en sus besos
cuando me vio nacer!

X

Esa era mi esperanza...,
mas ya que a sus fulgores
se opone el hondo abismo
que existe entre los dos,
¡adiós por la vez última,
amor de mis amores;
la luz de mis tinieblas,
la esencia de mis flores;
mi lira de poeta,
mi juventud, adiós!



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jueves, 19 de marzo de 2020

"Un suspiro", de MANUEL ACUÑA NARRO (Méjico, 1849-1873 d.n.e.)

"Mujer desnuda con paloma", de Ferdinand Preiss


Si llega a tu ventana una paloma
blanca y hermosa como el casto armillo,
recíbela en tu pecho, Lola bella,
y dale un beso en su rosado pico.

Que la paloma al recibir tus besos
ha de entregarte los que yo te envío,
y así unidos, mis besos con los tuyos
se han de convertir en «un suspiro».






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jueves, 20 de julio de 2017

"Hojas secas. III", de MANUEL ACUÑA NARRO (Méjico, 1849-1873 d.n.e.)


Mañana a la misma hora
en que el sol te besó por vez primera,
sobre tu frente pura y hechicera
caerá otra vez el beso de la aurora;
pero ese beso que en aquel oriente
cayó sobre tu frente solo y frío,
mañana bajará dulce y ardiente,
porque el beso del sol sobre tu frente
bajará acompañado con el mío.




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lunes, 7 de marzo de 2016

"Un sueño", de MANUEL ACUÑA NARRO (Méjico, 1849-1873 d.n.e.)

¿Quieres oír un sueño?...
Pues anoche
vi la brisa fugaz de la espesura
que al rozar con el broche
de un lirio que se alzaba en la pradera
grabó sobre él un «beso»,
perdiéndose después rauda y ligera
de la enramada entre el follaje espeso.
Este es mi sueño todo,
y si entenderlo quieres, niña bella,
une tus labios en los labios míos,
y sabrás quién es «él», y quién es «ella».


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sábado, 13 de febrero de 2016

"La felicidad", de MANUEL ACUÑA NARRO (Méjico, 1849-1873 d.n.e.)

Un cielo azul de estrellas
Brillando en la inmensidad;
Un pájaro enamorado
Cantando en el florestal;
Por ambiente los aromas
Del jardín y el azahar;
Junto a nosotros el agua
Brotando del manantial
Nuestros corazones cerca,
Nuestros labios mucho más,
Tú levantándote al cielo
Y yo siguiéndote allá,
Ese es el amor mi vida,
¡Esa es la felicidad!

Cruzar con las mismas alas
Los mundos de lo ideal;
Apurar todos los goces,
Y todo el bien apurar;
De los sueños y la dicha
Volver a la realidad,
Despertando entre las flores
De un césped primaveral;
Los dos mirándonos mucho,
Los dos besándonos más,
Ese es el amor, mi vida,
¡Esa es la felicidad!


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miércoles, 30 de diciembre de 2015

"Amor", de MANUEL ACUÑA NARRO (Méjico, 1849-1873 d.n.e.)

¡Amar a una mujer, sentir su aliento,
Y escuchar a su lado
Lo dulce y armonioso de su acento;
Tener su boca a nuestra boca unida
Y su cuello en el nuestro reclinado,
Es el placer más grato de la vida,
El goce más profundo
Que puede disfrutarse sobre el mundo!

Porque el amor al hombre es tan preciso,
Como el agua a las flores,
Como el querube ardiente al paraíso;
Es el prisma de mágicos colores
Que transforma y convierte
Las espinas en rosas,
Y que hace bella hasta la misma muerte
A pesar de sus formas espantosas.

Amando a una mujer, olvida el hombre
Hasta su misma esencia,
Sus deberes más santos y su nombre;
No cambia por el cielo su existencia;
Y con su afán y su delirio, loco,
Acaricia sonriendo su creencia,
Y el mundo entero le parece poco...
Quitadle al zenzontle la armonía,
Y al águila su vuelo,
Y al iluminar espléndido del día
El azul pabellón del ancho cielo,
Y el mundo seguirá... Mas la criatura,
Del amor separada
Morirá como muere marchitada
La rosa blanca y pura
Que el huracán feroz deja tronchada;
Como muere la nube y se deshace
En perlas cristalinas
Cuando le hace falta un sol que la sostenga
En la etérea región de las ondinas.

¡Amor es Dios!, a su divino "fíat"
Brotó la tierra con sus gayas flores
Y sus selvas pobladas
De abejas y de pájaros cantores,
Y con sus blancas y espumosas fuentes
Y sus limpias cascadas
Cayendo entre las rocas a torrentes;
Brotó sin canto ni armonía...

Hasta que el beso puro de Adán y Eva,
Resonando en el viento,
Enseñó a las criaturas ese idioma,
Ese acento magnífico y sublime
Con que suspira el cisne cuando canta
Y la tórtola dulce cuando gime,
¡Amor es Dios!, y la mujer la forma
En que encarna su espíritu fecundo;
Él es el astro y ella su reflejo,
Él es el paraíso y ella el mundo...

Y vivir es amar. A quien no ha sentido
Latir el corazón dentro del pecho
Del amor al impulso,
No comprende las quejas de la brisa
Que vaga entre los lirios de la loma,
Ni de la virgen casta la sonrisa
Ni el suspiro fugaz de la paloma.

¡Existir es amar! Quien no comprende
Esa emoción dulcísima y suave,
Esa tierna fusión de dos criaturas
Gimiendo en un gemido,
En un goce gozando
Y latiendo en unísono latido...
Quien no comprende ese placer supremo,
Purísimo y sonriente,
Ese miente si dice que ha vivido;
Si dice que ha gozado, miente.

Y el amor no es el goce de un instante
Que en su lecho de seda
Nos brinda la ramera palpitante;
No es el deleite impuro
Que hallamos al brillar una moneda
Del cieno y de la infamia entre lo oscuro;
No es la miel que provoca
Y que deja, después que la apuramos,
Amargura en el alma y en la boca...

Pureza y armonía,
Ángeles bellos y hadas primorosas
En un Edén de luz y de poesía,
En un pénsil de nardos y de rosas,
Todo es el amor.
Mundo en que nadie
Llora o suspira sin hallar un eco;
Fanal de bienandanza
Que hace que siempre ante los ojos radie
La viva claridad de una esperanza.

El amor es la gloria,
La corona esplendente
Con que sueña el genio de alma grande
Que pulsa el arpa o el acero blande,
La virgen sonriente.
El Petrarca sin Laura,
No fuera el vate del sentido canto
Que hace brotar suspiros en el pecho
Y en la pupila llanto.
Y el Dante sin Beatriz no fuera el poeta
A veces dulce y tierno,
Y a veces grande, aterrador y ronco
Como el cantor salido del infierno...

Y es que el amor encierra
En su forma infinita
Cuanto de bello el universo habita,
Cuanto existe de ideal sobre la tierra.
Amor es Dios, el lazo que mantiene
En constante armonía
Los seres mil de la creación inmensa;
Y la mujer, la diosa,
La encarnación sublime y sacrosanta
Que la pradera con su olor inciensa
Y que la orquesta del Supremo canta,
¡Y salve, amor!, emanación divina...

¡Tú, más blanca y más pura
Que la luz de la estrella matutina!
¡Salve, soplo de Dios!...
Y cuando mi alma
Deje de ser un templo a la hermosura,
Ven a arrancarme el corazón del pecho
Ven a abrir a mis pies la sepultura.


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domingo, 20 de diciembre de 2015

"Misterio", de MANUEL ACUÑA NARRO (Méjico, 1849-1873 d.n.e.)

Si tu alma pura es un broche
que para abrirse a la vida
quiere la calma adormecida
de las sombras de la noche;

si buscas como un abrigo
lo más tranquilo y espeso,
para que tu alma y tu beso
se encuentren sólo conmigo;

y si temiendo en tus huellas
testigos de tus amores,
no quieres ver más que flores,
más que montañas y estrellas;

yo sé muchas grutas, y una
donde podrás en tu anhelo,
ver un pedazo de cielo
cuando aparezca la luna.

Donde a tu tímido oído
no llegarán otros sones
que las tranquilas canciones
de algún ruiseñor perdido.

Donde a tu mágico acento
y estremecido y de hinojos,
veré abrirse ante mis ojos
los mundos del sentimiento.

Y donde tu alma y la mía,
como una sola estrechadas,
se adormirán embriagadas
de amor y melancolía.

Ven a esta gruta y en ella
yo te daré mis desvelos,
hasta que se hunda en los cielos
la luz de la última estrella.

Y antes que el ave temprana
su alegre vuelo levante,
y entre los álamos cante
la vuelta de la mañana,

yo te volveré al abrigo
de tu estancia encantadora,
donde el recuerdo de esa hora
vendrás a soñar conmigo...

Mientras que yo en el exceso
de la pasión que me inspiras
iré a soñar que me miras,
e iré a soñar que te beso.



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