viernes, 28 de enero de 2022

"De pura honestidad templo sagrado", de LUIS DE GÓNGORA Y ARGOTE (ESPAÑA, 1561-1627 d.n.e.)


De pura honestidad templo sagrado,
cuyo bello cimiento y gentil muro
de blanco nácar y alabastro duro
fue por divina mano fabricado;

pequeña puerta de coral preciado

claras lumbreras de mirar seguro
que a la esmeralda fina el verde puro
habéis para viriles usurpado;
soberbio techo, cuyas cimbrias de oro
al claro sol, en cuanto en torno gira,
ornan de luz, coronan de belleza;

ídolo bello, a quien humilde adoro,
oye piadoso al que por ti suspira,
tus himnos canta, y tus virtudes reza.





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lunes, 24 de enero de 2022

"La voz" de ROBERT DENOS (FRANCIA, 1900-1945, d.n.e.)

Tan semejante a la flor y a la corriente de aire
al curso del agua a las sombras pasajeras
a la sonrisa vislumbrada aquella famosa noche a medianoche
tan semejante a toda la felicidad y a la tristeza
es la medianoche pasada alzando su torso desnudo
por encima de las torres y de los álamos
llamo a mí a los perdidos en los campos
los viejos cadáveres los jóvenes robles talados
los jirones de tela pudriéndose sobre la tierra y la ropa
secándose en los alrededores de las granjas
llamo a mí a los tornados y a los huracanes
las tempestades los tifones los ciclones
los maremotos
los temblores de tierra
llamo a mí al humo de los volcanes y al de los cigarrillos
a los círculos de humo de los puros de lujo
llamo a mí a los amores y los enamorados
llamo a mí a los vivientes y a los muertos
llamo a mí a los sepultureros, llamo a los asesinos
llamo a los verdugos, llamo a los pilotos los albañiles y
los arquitectos
a los asesinos
llamo a la carne
llamo a la que amo
llamo a la que amo
llamo a la que amo
la medianoche triunfante despliega sus alas de satén
y se posa sobre mi cama
las torres y los álamos se pliegan a mi deseo
aquellos se derrumban aquellos se desploman
los perdidos en el campo se reencuentran al encontrarme
los viejos cadáveres resucitan por mi voz
los jóvenes robles talados se cubren de verdor
los viejos jirones de tela pudriéndose en la tierra y sobre la tierra
crujen a mi voz como el estandarte de la revuelta
la ropa secándose en los alrededores de la granja vistido de adorables mujeres
que no adoro que vienen a mí obedecen a mi voz y me adoran
los tornados giran en mi boca
los huracanes enrojecen si pueden mis labios
las tempestades rugen a mis pies
los tifones si es posible me despeinan
recibo los besos de embriaguez de los ciclones
los maremotos vienen a morir a mis pies
los temblores de tierra no me estremecen
pero hacen que todo se desplome a mi orden
el humo de los volcanes me viste con sus vapores
y el de los cigarrillos me perfuma
y los círculos de humo de los puros me coronan
los amores y el amor tan largo tiempo perseguidos se refugian en mí
los enamorados escuchan mi voz
los vivientes y los muertos se someten y me saludan
los primeros friamente los segundos familiarmente
los sepultureros abandonan las tumbas apenas excavadas
y declaran que yo sólo puedo comandar los nocturnos trabajos
los asesinos me saludan
los verdugos invocan la revolución
invocan mi voz
invocan mi nombre
los pilotos se guían por mis ojos
los albañiles sienten vértigo escuchándome
los arquitectos parten hacia el desierto
los asesinos me bendicen
la carne palpita a mi llamada
la que amo no me escucha
la que amo no me oye
la que amo no me responde.
Si semblable à la fleur et au courant d’air
au cours d’eau aux ombres passagères
au sourire entrevu ce fameux soir à minuit
si semblable à tout au bonheur et à la tristesse
c’est le minuit passé dressant son torse nu
au dessus des beffrois et des peupliers
j’appelle à moi ceux-là perdus dans les campagnes
les vieux cadavres les jeunes chênes coupés
les lambeaux d’étoffe pourissant sur la terre et le linge
séchant aux alentours des fermes
j’appelle à moi les tornades et les ouragans
les tempètes les typhons les cyclones
les raz de marée
les tremblements de terre
j’appelle à moi la fumée des volcans et celle des cigarettes
les ronds de fumée des cigarres de luxe
j’appelle à moi les amours et les amoureux
j’appelle à moi les vivants et les morts
j’appelle les fossoyeurs j’appelle les assassins
j’appelle les bourreaux j’appelle les pilotes les maçons et
les architectes
les assassins
j’appelle la chair
j’appelle celle que j’aime
j’appelle celle que j’aime
j’appelle celle que j’aime
le minuit triomphant déploue ses ailes de satin
et se pose sur mon lit
les beffois et les peupliers se plient à mon désir
ceux-là s’éroulent ceux-là s’affaissent
les perdus dans la campagne se retrouvent en me trouvant
les vieux cadavres ressuscitent à ma voix
les jeunes chênes coupés se couvrent de verdure
les lambeaux d’étoffe pourissent dans la terre et sur la terre
claquent à ma voix comme l’étendard de la révolte
le linge séchant aux alentours des fermes habille d’adorables femmes
que je n’adore pas qui viennent à moi obéissent à ma voix et m’adorent
les tornades tournent dans ma bouche
les ouragans rougissent s’il est possible mes lèvres
les tempètes grondent à mes pieds
les typhons s’il est possible me dépeignent
je reçois les baisers d’ivresse des cyclones
les raz de marrée viennent mourir à mes pieds
les tremblements de terre ne m’ébranlent pas
mais font tout crouler à mon ordre
la fumée des volcans me vêt de ses vapeurs
et celle des cigarettes me parfume
et les ronds de fumée des cigares me couronnent
les amours et l’amour si longtemps poursuivis se réfugient en moi
les amoureux écoutent ma voix
les vivants et les morts se soumettent et me saluent
les premiers froidement les seconds familièrement
les fossoyeurs abandonnent les tombes à peine creusées
et déclarent que moi seul puis commander leurs noctures travaux
les assassins me saluent
les bourreaux invoquent la révolution
invoquent ma voix
invoquent mon nom
les pilotes se guident sur mes yeux
les maçons ont le vertige en m’écoutant
les architectes partent pour le désert
les assassins me bénissent
la chair palpite à mon appel
celle que j’aime ne m’écoute pas
celle que j’aime ne m’entend pas
celle que j’aime ne me répond pas
[Traducción de Raúl Amores Pérez]




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lunes, 10 de enero de 2022

"Soneto: Cierta señora se soñó durmiendo", ANÓNIMO (ESPAÑA, Siglos de Oro)


Cierta señora se soñó durmiendo
que su querido amor tenía en la cama,
y para mitigar no sé qué llama,
enzima se quería andar poniendo.

Subió, metiolo, diole lengua y, viendo
el amorosso fuego que le ynflama,
para cobrar buen crédito y más fama,
juega de lomos esto le diziendo:

“¿Qué me hazes, mi vien, que assí me saue?
¿Vienes comigo? Mira que te aguardo.
Dámelo. Apara, apara. Agora, agora”.

Y estando en este gusto más suave,
hiruió el puchero y derramóse el caldo,
y almidonósse en valde la señora.





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martes, 4 de enero de 2022

"Canción a Teresita", de CÉSAR DÁVILA ANDRADE (ECUADOR, 1919-1967, d.n.e.)



                         (Apasionadamente)

Pálida Teresita del Infante Jesús,
quién pudiera encontrarte en el trunco paisaje
                                               de las estalactitas,
o en esa nube que baja, de tarde, a los dinteles,
entre manzanas blancas, en una esfera azul.

Caperucita parda,
quién pudiera mirarte las palmas de las manos,
la raíz de la voz.
Y hallar sobre tus sienes mínimos crucifijos,
bajando en la corriente de alguna vena azul.

                         Colegiala descalza,
                         aceite del silencio,
                         violeta de la luz.

Cómo siento en la noche tu frente de muchacha,
encristalada en luna bajar hasta mi sien.
Cómo escucho el silencio de tu paseo en niebla,
bajando la escalera de notas del laúd.

Cuando amanece enero, con su frío de nácar,
sé que tu pecho quema su materia estelar;
y que la doble nube de tus desnudos hombros
se ampara en la esquina delgada de la cruz.

Cómo escucho en la noche de caídos termómetros,
volar, rotas las alas, el ave de tu tos;
y llorar en la isla de una desierta estrella
a jóvenes arcángeles enfermos como tú.

Teresita:
esa hierba menuda que viene de puntillas
desde el cielo a las torres;
ese borde de guzla que nace en los tejados;
esa noción de beso que comienza en los párpados;
la trémula angostura del abrazo en los senos:
todo lo que aún no irisa la sal de los sentidos
y es sólo aurora de agua y antecede a la gota,
y tiene únicamente matriz en lo invisible;
lo mínimo del límite, le que aún no hace línea,
eres tu, Teresita, castidad del espectro.
La comunión primera de la carne y el cielo.

Cuando el olivo orea su balanza de nidos,
cuando el agua humedece la niñez del oxígeno,
cuando la tiza entreabre en las manos del joven
la blancura de un lirio que expiró en la botánica,
allí estas tú, Teresita, víspera del rocío,
en la hornacina pura de un nevado corpiño,
con tu fantasma tenue, concebido en la línea
ligera y sensitiva en que nacen las sílfides.

                          Suave, sombra, celeste,
                          soledad silenciosa.

¿Quién te entreabrió ese hoyo de dalia en la sonrisa?
¿Quién te vistió de clara canela carmelita
como a una mariposa?
¿Quién colocó en tus plantas
los descalzos patines de celuloide y ámbar?
¿Quién te ungió las manos de divina tardanza
para que no pudieras
jamás herir las cosas?

                           Tenue, tímida, tibia,
                           traslúcida, turgente.

Por tu amor, la madera se vuelve una sortija
y la niebla, sonata al pasar por los álamos.

Por tu amor, en el éter se conservan los trinos,
las plegarias se tornan cascabeles azules
y la espiga, una trenza del color de los cálices.

                            Delgada, dulce, débil,
                            divina, delicada.

Tu doncellez intacta crea nardos ilesos
sobre ese fino valle del aire en los cristales,
cuando sólo es un trémulo sonido que no alcanza
a embozar en el tímpano el espectro del canto.

Novia que viajas sola
en un velero de hostias.
Enamorada pura en la edad de la garza.

                             Niña, nupcial, nerviosa,
                             nívea, naciente, núbil.

Cómo veo tus manos pasar por los bordados
y abrir una acuarela de anclas y corazones;
tus ojos que conocen esos duendes de cera
que andan con las abejas al pie de los altares.

Cómo siento tus trenzas ocultas en una gruta,
donde se agrupa el oro bajo un toldo de lino.

                              Ideal, ilusa, íntima,
                              irreal, iluminada.

¿Quién podrá olvidar tu nombre, Teresita?
¿Tu nombre que comienza en una noche de estrellas
y ha cambiado el sentido de la lluvia y las rosas?

Lo pronuncian los niños al llamar a las aves,
o al decir que las cosas les nacen en los ojos.

Las bellas colegialas que recogen en coro
una llovizna azul en el hoyo de las faldas.

Las novicias que cantan entre muros de nieve
y crucifijos pálidos.

Los monjes que hicieron de su sangre una nube
para guardar los campos con escuadrillas de ángeles.

Por tu finura de ángel con alas de violeta
y tu ternura inmensa que, a veces, se hace pena,
un Amor Infinito escribió en el cielo
la inicial de tu nombre con un grupo de estrellas.
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sábado, 1 de enero de 2022

"Sé que beso la muerte cuando beso", de JOSÉ GARCÍA NIETO (ESPAÑA, 1914-2001 d.n.e.)


Sé que beso la muerte cuando beso
tu piel que aloja y vence a la hermosura,
y que el final que mi pasión procura
es lugar de la muerte al que regreso.

Sé que en ti misma acabas, y por eso,
al sentir que en mis labios tu madura
forma de amor, mi sangre más oscura
se rebela en las cárceles del beso.

Sé que rozo y consigo un sólo instante,
que aire recojo sólo y ligereza
de lo que poco a poco nos destruya.

Y en tu boca cegada y anhelante
sé que te besa toda mi tristeza
y que beso mi muerte por la tuya.





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