jueves, 16 de agosto de 2018

"Retrato de mujer", de GONZALO ROJAS PIZARRO (CHILE, 1916-2011 d.n.e.)

Siempre estará la noche, mujer, para mirarte cara a cara,
sola en tu espejo, libre de marido, desnuda
con la exacta y terrible realidad del gran vértigo
que te destruye. Siempre vas a tener tu noche y tu cuchillo,
y el frívolo teléfono para escuchar mi adiós de un solo tajo.

Te juré no escribirte. Por eso estoy llamándote en el aire
para decirte nada, como dice el vacío: nada, nada,
sino lo mismo y siempre lo mismo de lo mismo
que nunca me oyes, eso que no me entiendes nunca,
aunque las venas te arden de eso que estoy diciendo.

Ponte el vestido rojo que le viene a tu boca y a tu sangre,
y quémame en el último cigarrillo del miedo
al gran amor, y vete descalza por el aire que viniste
con la herida visible de tu belleza. Lástima
de la que llora y llora en la tormenta.

No te me mueras. Voy a pintarte tu rostro en un relámpago
tal como eres: dos ojos para ver lo visible y lo invisible,
una nariz arcángel y una boca animal, y una sonrisa
que me perdona, y algo sagrado y sin edad que vuela en tu frente,
mujer, y me estremece, porque tu rostro es rostro del Espíritu.

Vienes y vas, y adoras al mar que te arrebata con su espuma,
y te quedas inmóvil, oyendo que te llamo en el abismo
de la noche, y me besas lo mismo que una ola.
Enigma fuiste. Enigma serás. No volarás
conmigo. Aquí mujer, te dejo tu figura.


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domingo, 12 de agosto de 2018

"Tenéis, señora, en la graciosa boca", de autor ANÓNIMO (España, siglo XVII d.n.e.).

Tenéis, señora, en la graciosa boca
tan bella y soberana compostura,
que es de mi alma la mayor cordura
vivir por ella rematada y loca.

¡Mil veces dichosísimo quien toca
lugar tan bello y goza su dulzura!
,
pues a mí la paciencia y la cordura
con sólo contemplarlo se me apoca;

y es esto en tanto extremo, que, aunque el hombre
que en una cosa honesta, santa o bella
pone la boca tiene infame nombre,

vuestra boca me obliga a apetecella;
de suerte que, aunque cobre este renombre,
yo quisiera poner mi boca en ella.


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viernes, 10 de agosto de 2018

"Oración de mis noches", de MARTHA CECILIA ALONSO OSORIO (COLOMBIA)


Una vez inventé un beso.

Un beso largo...
expansivo y milimétrico
-minucioso dibujo de mis labios sobre tu piel-
inmenso beso que te recorría todo.

Un beso húmedo como el mar
que te envolvía de sal
y te bañaba.

Un beso de amor...
horizontal,
que no tenía límites escritos
ni lugar.

Era un beso infinito,
intemporal.
Un beso eterno
que no puedes olvidar
-si te despierta-
porque aún no lo termino de soñar.


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jueves, 9 de agosto de 2018

"Aprovéchame ahora, cuando te pertenezco", de ANA MARÍA RODAS (GUATEMALA, 1937-, d.n.e.)

Poema perteneciente al libro "Poemas de la izquierda erótica", de fecha 1973  d.n.e.



Aprovéchame ahora, cuando te pertenezco.
Eso me gusta, sigue.
Muérdeme un poco más los pechos.
Recorre mi cuerpo con tu lengua
                         tibia
                         suave.
Crece dentro de mí
Lo necesito.
Empápame con fuerza
y escúchame gemir
anunciando mi nuevo nacimiento.


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miércoles, 8 de agosto de 2018

"Fina sensación", de ROSA ELVIRA ÁLVAREZ (PANAMÁ, 1915-1977 d.n.e.)

Poema perteneciente al libro "El alba perdurable (antología)", de fecha 1977  d.n.e.



El ojo verde de la naturaleza
siempre alerta e insomne
me mira desde el lago.
En su pupila me reflejo toda
envuelta en el abrazo sin presión
de un árbol.
Fina sensación,
quedarse presa en el cristal de un lago
en un abrazo de árbol.

Los labios frescos de la naturaleza
se pegan a mi carne
con su beso húmedo de musgo blando.

Me acaricia la lengua de un helecho,
y yo me voy transfigurando.
Fina sensación,
estoy clavada
entre ese ojo verde
y estos labios.

Alma del paisaje, voy tendida
en la pupila del lago…
envuelta toda en el abrazo sin presión
de un árbol.

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martes, 7 de agosto de 2018

"Soneto: Tu beso... húmedo y sin prisa", de EVANDRO VALLADARES (HONDURAS, 1945--, d.n.e.)

Estando en la soledad de mi estancia
me provoca el deseo de tus besos
y disfrutando tales embelesos
percibo de tu aliento la fragancia.

No los quiero brindados en excesos,
solo aquellos que calmen mi sequía
dejando para el venidero día
los que mantienes en tu boca presos

Es que al ver en tu rostro la sonrisa
fue naciendo el deseo de besarte
para gozar la brisa de tu aliento

disfrutando la emoción de estrecharte.
Y sintiendo en mis labios suave viento
me llega tu beso… húmedo… y sin prisa.


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lunes, 6 de agosto de 2018

"Cacofonía, de MARITA TROIANO (PERÚ, 1953--, d.n.e.)

Verazmente voraz el singular
afán de tu boca carnicera
cárnica cancerbera del escándalo

por recrear el celo celebérrimo
en mis segadas mieses
en mis sienes cegadas
Boca en perpetua escar
amuza

sea cuaresma o navidad /o en el día de los callados muertos/

deliberado delirio en tu deseo
por traficar sin reservas mi cuerpo
/fúlgido áureo satinado/
todo entero
con tu cuerpo tremendo y áspero
de charco de inconmesurable océano
subordinando el esto y el aquello
a tu extravío extraño
a ese soñado sueño que tú tienes
de ser dueño absoluto de mis viñas
jeque advertido exacto de mis días
amo de mi corporeidad de la verdad de mi locura

anhelante por subir henchido mis colinas
por aspirar mi olor a mar
y que yo suba en tí a la busca de frondosas
recompensas
para mi cáliz extenuado
de refractada arcilla
y violente en el suceso tus espaldas
y enrede tu recio cuello entre mis piernas
y acaricie sin mesura tu leño tibio
que carga fragmentos de hijos de arena y piedra

y estar en ti
vitualla savia vitamina
y que tus complacientes manos
ocupen sin temor espacios de mi cara geografía

y ser húmeda de sudores que sudando
tersarán más mi piel de gamuza libertina
y seas húmedo de sudores que sudando
dirán en tu esforzada piel
misteriosas poligrafías

aguardando otra soirée
otro sueño de violar catedrales góticas
ondas de eucaristía
Que llegues otra vez
vorazmente veraz
orgánico
terreno
retorcido
con fragancias a sahumerio y tabaco
que tan celosa guardo
en confines del escote
de mi vestido gris


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Puede escuchar el poema recitado por la propia autora en: https://www.palabravirtual.com/index.php?ir=ver_voz.php&wid=550&t=S%F3lo+un+beso&p=Marita+Troiano&o=Marita+Troiano

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domingo, 5 de agosto de 2018

"Un beso largo", de ALBERTO RUY SÁNCHEZ LACY (MÉJICO, 1951--, d.n.e.)

Un beso largo es eso
que el tiempo desconoce,

tiene horizontes lejanos,
caminos que se pierden
de un lado al otro
entre mi sangre
y la comisura
de tus labios.

Un beso largo
es mucho más largo
que el mismo beso:

comienza siendo anhelo,
ansia y sed y hambre,
sigue corriendo en el tacto
cuyo órgano es todo el cuerpo.

Te toca con los labios
y allá y más allá mi piel se eriza
y todos los sabores agradables
se despiertan en la lengua,

fruta madura,
pulpa y perfume,
vainilla si te gusta,
plenitud y fugacidad del mango,
por ejemplo.

Un beso largo se apodera de los oídos
y es música y la saliva canta.
Sigue y gira y sigue
hasta en recuerdos danzando
porque un beso largo,
de verdad, nunca termina.

De lejos un beso largo
parece estatua de piedra

pero es suave y fresco
y a su manera, eterno.
Se extiende siempre
hacia adentro,
y viaja de arriba a abajo
entre tus bocas.

Un beso largo tiene manos,
dibuja, abraza, ilumina.
Un beso largo es creativo,

es instintivo, es reflexivo,
y un poco salvaje,
por naturaleza.
Un beso largo es,
algunas veces, diminuto

y lleva siempre en su gracia
una pizca de torpeza.


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sábado, 4 de agosto de 2018

"Seda" de ALESSANDRO BARICCO (ITALIA, 1958--, d.n.e.)

Fragmento perteneciente al libro "Seda", de fecha 1996  d.n.e.



PERMANECE ASI, te quiero mirar, yo te he mirado tanto pero no eras para mí, ahora eres para mí, no te acerques, te lo ruego, quédate como estas, tenemos una noche para nosotros, y quiero mirarte, nunca te había visto así, tu cuerpo para mí, tu piel, cierra los ojos y acaríciate, te lo ruego

dijo Madame Blanche, Hervé Joncour escuchaba

no abras los ojos si no puedes, y acaríciate, son tan bellas tus manos, las he soñado tanto que ahora las quiero ver, me gusta verlas sobre tu piel, así. sigue, te lo ruego, no abras los ojos, yo estoy aquí, nadie nos puede ver y yo estoy cerca de ti, acaríciate señor amado mío, acaricia su sexo, te lo ruego, despacio.

ella se detuvo. Continúe, por favor, dijo él,

es bella tu mano sobre tu sexo, no te detengas, me gusta mirarla y mirarte, señor amado mío, no abras los ojos, no todavía, no debes tener miedo estoy cerca de ti, ¿me oyes?, estoy aquí, puedo rozarte, y esta seda, ¿la sientes?, es la seda de mi vestido, no abras los ojos tendrás mi piel.

dijo ella, leía despacio, con una voz de mujer niña,

tendrás mis labios, cuando te toque por primera vez será con mis labios, tú no sabrás dónde, en cierto momento sentirás el calor de mis labios, encima, no puedes saber dónde si no abres los ojos, no los abras, sentirás mi boca donde no sabes, de improviso.

él escuchaba inmóvil, del bolsillo del traje gris asomaba un pañuelo blanco cándido,

tal vez sea en tus ojos, apoyaré mi boca sobre los párpados y las cejas, sentirás el calor entrar en tu cabeza, y mis labios en tus ojos, dentro, o tal vez sea sobre tu sexo, apoyare mis labios allí y los abriré bajando poco a poco.

Dijo ella, tenía la cabeza pegada a las hojas, y con una mano se acariciaba el cuello, lentamente

Dejaré que tu sexo cierre a medias mi boca, entrando entre mis labios, y empujando mi lengua, mi saliva bajará por tu piel hasta tu mano, mi beso y tu mano, uno dentro de la otra, sobre tu sexo.

él escuchaba, tenía la mirada fija en un marco de plata, colgado en la pared,

hasta que al final te bese en el corazón, porque te quiero, morderé la piel que late sobre tu corazón, porque te quiero, y con el corazón entre mis labios tú serás mío, de verdad, con mi boca en tu corazón tu serás mío para siempre, y si no me crees abre los ojos señor amado mío y mírame, soy yo, quién podrá borrar jamás este instante que pasa, y este mi cuerpo sin mas seda, tus manos que lo tocan, tus ojos que lo miran.

Dijo ella, se había inclinado hacia la lámpara, la luz daba contra los folios y pasaba a través de su vestido trasparente,

Tus dedos en mi sexo, tu lengua sobre mis labios, tú que resbalas debajo de mí, tomas mis flancos, me levantas, me dejas deslizar sobre tu sexo, despacio, quién podrá borrar esto, tú dentro de mí moviéndote con lentitud, tus manos sobre mi rostro, tus dedos en mi boca, el placer en tus ojos, tu voz, te mueves con lentitud, pero hasta hacerme daño, mi placer, mi voz

él escuchaba, en determinado momento se volvió a mirarla, la vio, quería bajar los ojos pero no lo consiguió,

mi cuerpo sobre el tuyo, tu espalda que me levanta, tus brazos que no me dejan ir, los golpes dentro de mi, es dulce violencia, veo tus ojos buscar en los míos, quieren saber hasta dónde hacerme daño, hasta donde tú quieras, señor amado mío, no hay fin, no finalizará, ¿lo ves?, nadie podrá cancelar este instante que pasa, para siempre echarás la cabeza hacia atrás, gritando, para siempre cerraré los ojos soltando las lágrimas de mis ojos, mi voz dentro de la tuya, tu violencia temiéndome apretada, ya no hay tiempo para huir ni fuerza para resistir, tenía que ser este instante, y en este instante es, créeme, señor amado mío, este instante será, de ahora en adelante, será, hasta el fin,

dijo ella, con un hilo de voz, luego se detuvo.

No había más signos sobre la hoja que tenía en la mano: la última. Pero cuando la volteó para dejarla vio en el reverso unas líneas adicionales, tinta negra en el centro de la página blanca. Alzó la mirada hacia Hervé Joncour. Sus ojos la miraban fijamente, y ella entendió que eran ojos bellísimos. Bajó de nuevo la mirada al folio.

-No no veremos más, señor

Dijo.

-Lo que era para nosotros, ya lo hemos hecho y tú lo sabes. Créeme: lo hemos hecho para siempre. Conserva tu vida al margen de mí. Y no dudes ni un segundo, si es útil para tu felicidad, en olvidar a esta mujer que ahora te dice, sin remordimiento, adiós.

Estuvo un rato mirando la hoja, después la puso sobre las otras, cerca de sí, encima de una mesita de madera clara. Hervé Joncour no se movió. Sólo volteó la cabeza y bajó los ojos. Se encontró mirándose la raya de los pantalones, apenas insinuada pero perfecta, sobre la pierna derecha, de la ingle a la rodilla, imperturbable. Madame Blanche se levantó, se inclinó sobre la lámpara y la apagó. En la habitación quedó la poca luz que, desde el salón, llegaba hasta allí. Se acercó a Hervé Joncour, se quito de los dedos un anillo de minúsculas flores azules y lo dejó cerca de él. Después atravesó el cuarto, abrió una pequeña puerta pintada, escondida en la pared, y desapareció, dejándola entreabierta detrás de sí.

Hervé Joncour permaneció largo rato en esa extraña luz, girando entre los dedos un anillo de minúsculas flores azules. Llegaron del salón las notas de un piano cansado: disolvían el tiempo, hasta hacerlo casi irreconocible.

Finalmente se levantó, se acercó a la mesita de madera clara, recogió las siete hojas de papel de arroz. Atravesó el cuarto, pasó sin volverse delante de la pequeña puerta entreabierta y se marchó.


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viernes, 3 de agosto de 2018

"Soneto: Sálvame", de RAFAEL MONTESINOS MARTÍNEZ (ESPAÑA, 1920-2005 d.n.e.)

Poema perteneciente al libro "País de la esperanza", de fecha 1955  d.n.e.



           "A eso puedo decir -respondió Don Quijote- 
                     que Dulcinea es hija de sus obras".
                                  (II parte, cap. XXXI)

Pobladora de todos mis sentidos,
tan castamente tú la pobladora,
sálvame, amor, ahora y en la hora
de la muerte, la tierra y los olvidos.

Ay, niña, sálvame a ratos perdidos
la eternidad que al alma, triste, llora
ya por perdida, oh mi eternizadora,
mi arcángel de los gestos doloridos.

Álcese ya mi voz en tu alabanza,
corazón que en un sólo nombre fija
mi corazón de yentes y vinientes,

oriunda de mi única esperanza,
hija de Dios y de tus obras hija,
que me salvas con besos diferentes.


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jueves, 2 de agosto de 2018

"Definitivamente, me rindo al fuego de tus besos", de ALEJANDRA MENASSA DE LUCíA (ARGENTINA, 1972-- d.n.e.)

No me advertiste que tenías un volcán en la boca,
me muero porque su lava invada todos mis rincones.
No me dijiste que tus labios eran la cuna del fuego:
mi ardiente Prometeo, robaré tus labios cada noche.
Como Ave Fénix, resurgiré de las cenizas
en las que me sume tu incandescente boca,
sólo para volver a besarte,
y volver a arder, y volver a besarte:
tus llamas son un imán para mi noche.
Seré tu Juana de Arco, quémame cada hora
en la hoguera que sobre mi cuerpo van construyendo tus labios.
Hazme arder otra vez hasta fundirnos:
metales preciosos nuestros cuerpos.
Sé mi Nerón: prende fuego a tu Roma,
mi boca no entiende otro lenguaje que la llama de tus besos,
las pavesas del cielo, los refulgentes meteoritos de tus labios
.
No te apagues jamás, no te extingas jamás,
la tea ardiente del deseo guarde para siempre
el inagotable calor de tus labios, tus labios que derriten el hielo,
tus labios que me impregnan de luz,
tus labios: imprecación al fuego,
Tus labios: destino de mi boca,
estación final de mi deseo.


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Puede escucharlo en la voz de la autora en este enlace: https://www.youtube.com/watch?v=XFrl1uIbvwc
 
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miércoles, 1 de agosto de 2018

"Alta marea", de ENRIQUE MOLINA (ARGENTINA, 1910-1997 d.n.e.)


Cuando un hombre y una mujer que se han amado se separan
se yergue como una cobra de oro el canto ardiente del orgullo
la errónea maravilla de sus noches de amor
las constelaciones pasionales
los arrebatos de su indómito viaje sus risas a través de las piedras 
                 sus plegarias y cóleras
sus dramas de secretas injurias enterradas
sus maquinaciones perversas las cacerías y disputas
el oscuro relámpago humano que aprisionó un instante el furor 
                de sus cuerpos con el lazo fulmíneo de las antípodas
los lechos a la deriva en el oleaje de gasa de los sueños
la mirada de pulpo de la memoria
los estremecimientos de una vieja leyenda cubierta de pronto 
                con la palidez de la tristeza y todos los gestos del abandono
dos o tres libros y una camisa en una maleta
llueve y el tren desliza un espejo frenético por los rieles de
                la tormenta
el hotel da al mar
tanto sitio ilusorio tanto lugar de no llegar nunca
tanto trajín de gentes circulando con objetos inútiles o 
enfundadas en ropas polvorientas
pasan cementerios de pájaros
cabezas actitudes montañas alcoholes y contrabandos informes
cada noche cuando te desvestías
la sombra de tu cuerpo desnudo crecía sobre los muros hasta el techo
los enormes roperos crujían en las habitaciones inundadas
puertas desconocidas rostros vírgenes
los desastres imprecisos los deslumbramientos de la aventura
siempre a punto de partir
siempre esperando el desenlace
la cabeza sobre el tajo
el corazón hechizado por la amenaza tantálica del mundo

Y ese reguero de sangre
un continente sumergido en cuya boca aún hierve la espuma de los
               días indefensos bajo el soplo del sol
el nudo de los cuerpos constelados por un fulgor de lentejuelas
               insaciables
esos labios besados en otro país en otra raza en otro planeta en otro
               cielo en otro infierno
regresaba en un barco
una ciudad se aproximaba a la borda con su peso de sal como un
               enorme galápago
todavía las alucinaciones del puente y el sufrimiento del trabajo
               marítimo con el desplomado trono de las olas y el árbol 
               de la hélice que pasaba justamente bajo mi cucheta
éste es el mundo desmedido el mundo sin reemplazo el mundo
               desesperado como una fiesta en su huracán de estrellas
pero no hay piedad para mí
ni el sol ni el mar ni la loca pocilga de los puertos
ni la sabiduría de la noche a la que oigo cantar por la boca de las
               aguas y de los campos con las violencias de este planeta 
               que nos pertenece y se nos escapa
entonces tú estabas al final
esperando en el muelle mientras el viento me devolvía a tus brazos
               como un pájaro
en la proa lanzaron el cordel con la bola de plomo en la punta y el
               cabo de Manila fue recogido
todo termina
los viajes y el amor
nada termina
ni viajes ni amor ni olvido ni avidez
todo despierta nuevamente con la tensión mortal de la bestia que
               acecha en el sol de su instinto
todo vuelve a su crimen como un alma encadenada a su dicha y
               a sus muertos
todo fulgura como un guijarro de Dios sobre la playa
unos labios lavados por el diluvio y queda atrás
el halo de la lámpara el dormitorio arrasado por la vehemencia 
               del verano y el remolino de las hojas sobre las sábanas vacías
y una vez más una zarpa de fuego se apoya en el corazón de su presa
en este Nuevo Mundo confuso abierto en todas direcciones
donde la furia y la pasión se mezclan al polen del Paraíso
y otra vez la tierra despliega sus alas y arde de sed intacta y sin raíces
cuando un hombre y una mujer que se han amado se separan.

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