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martes, 17 de marzo de 2020

"Idilio eterno", de JULIO FLÓREZ ROA (COLOMBIA, 1867-1923, d.n.e.)

Poema perteneciente al libro "Horas", de fecha 1893  d.n.e.



Ruge el mar y se encrespa y se agiganta;
la luna, ave de luz, prepara el vuelo,
y en el momento en que la faz levanta,
da un beso al mar y se remonta al cielo.

Y aquel monstruo indomable que respira
tempestades y sube y baja y crece,
al sentir aquel ósculo, suspira...
Y en su cárcel de rocas... ¡se estremece!

Hace siglos de siglos que de lejos
tiemblan de amor en noches estivales:
ella le da sus límpidos reflejos,
¡Él le ofrece sus perlas y corales!

Con orgullo se expresan sus amores
estos viejos amantes afligidos;
ella le dice: «¡te amo!» en sus fulgores,
y él responde: «¡te adoro!» en sus rugidos.

Ella lo aduerme con su lumbre pura,
y el mar la arrulla con su eterno grito,
y le cuenta su afán y su amargura
¡con una voz que truena en el infinito!

Ella pálida y triste lo oye y sube
por el espacio en que su luz desploma,
y velando la faz tras de la nube,
le oculta el duelo que a su frente asoma.

Comprende que su amor es imposible,
que el mar la copia en su convulso seno,
y se contempla en el cristal movible
del monstruo azul en que retumba el trueno.

Y al descender tras de la sierra fría
le grita el mar: «¡en tu fulgor me abraso!
No desciendas tan pronto, estrella mía!
¡Estrella de mi amor... detén el paso!...

»¡Un instante!... ¡mitiga mi amargura
ya que en tu lumbre sideral me bañas;
¡no te alejes!... ¿no ves tu imagen pura
brillar en el azul de mis entrañas?
»

Y ella exclama en su loco desvarío:
«Por doquiera la muerte me circunda!
Detenerme no puedo, monstruo mío!
Compadece a tu pobre moribunda!...

¡Mi último beso de pasión te envío;
mi casto brillo a tu semblante junto!...
»
y en las hondas tinieblas del vacío
hecha cadáver se desploma al punto.

¡Entonces el mar, de un polo al otro polo,
al encrespar sus olas plañideras,
inmenso, triste, desvalido y solo,
cubre con sus sollozos las riberas!

Y al contemplar los luminosos rastros
de la alba luna en el oscuro velo,
¡tiemblan de amor los soñolientos astros
en la profunda soledad del cielo!

¡Todo calla!... el mar duerme y no importuna
con sus gritos salvajes de reproche,
y sueña que se besa con la luna
¡en el tálamo negro de la noche
!




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