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sábado, 6 de junio de 2020

"Ojos" de PEDRO DE LORENZO MORALES (ESPAÑA, 1917-2000, d.n.e.).

Poema en prosa perteneciente al libro "Tu dulce cuerpo pensado", de fecha 1947  d.n.e.




Cuando los cierras, cuando los abres tú. En la seda de tus párpados; arriba, abajo, entre tus párpados voy.

¿Es mía? Esa miniatura dorada que encuentro al fondo de tus ojos... Pero no son tus ojos lo que más amo en ti. No lo son, tus ojos voladores. Tus ojos de fruta rubia. Tus ojos tal dos astros dulces, rizados, flotantes, como gotas de sol que tiemblan en la red de las pestañas, como llama que aletea y rompe el velo de rosa de tus párpados caídos. Fíjalos. Apágalos. No quiero, no, que a esas fáciles estrellas tostadas de muñeca triste, de muñeca reciente, los cargues de pesadumbre. Derrama las luces de tu cuerpo sobre ti, sobre tu cuerpo posible, prensado, luminoso. ¿Comprendes? Un ser vive en la luz, en el color y la hondura, en la espera cálida de la mirada. Ese hacer inefable, expresivo más que toda palabra, creador, padre del verbo, con el infinito y a la par instantáneo relámpago de una estela de lucero fugaz...

Reflejado en ti, sobre el raso viviente de tu piel, y esparce a la anchura, en longitud, en lo total de ella, átomo tras átomo, la ansiedad de tus ojos. Tus ojos con brincos de corazones de goma. Tus ojos que se turban como coñac en el agua. Como esa agua, templados, como sobre rastrojo, como agua en herida de entraña joven, nublada, húmeda y sangrienta.

Recogeré los míos —¡devuélvemelos!— anclados a esa ribera. Mis ojos, náufragos en tus ojos, prisioneros ahí, enredándose entre los juncos. ¿Sabes, tú lo sabes? Un leve parpadeo te desequilibra, altera el ritmo de tu faz. Y la estremece con universos no sé si de alegría, si de pavor.

Cuando se cierran. Cuando se alzan. Y un incendio de azufre, implacable, una larva rugiente viene a abrasar al mundo.

Le clavan en el aire, miran después al aire en fría volada cazadora, agudos y tal en acecho. Tu alma entonces se deslíe como lágrima, cómo se disuelve un átomo de cielo contra el suelo.

¿Lo sabes? Comprende ese misterio de peces derramados sobre tu piel. Imagina por todos los miembros, uno a uno, de tu cuerpo, ese rafaguear de vidas luminosas. ¿Conoces los ojos de las estatuas? ¿Quién se arrojaría a esculpir tu mirada? Di. ¿Quién ha pensado nunca dar voz, prestar sus venas al latido imposible del astro en el mármol? Por eso es que los antiguos, señores del pecado y de la espuma, no sin acierto cegaban la mirada de sus dioses.

Todo tu cuerpo mismo es una mirada. Besaré tus labios y tus ojos. Yo besaré tus ojos tembloroso de pasión; seguro de que en ellos ha de fosforescer, va a quemarse, para siempre, la dulzura anterior posible de mi boca...

¿Es el hombro? Esa poma dura y suave, de mates posibles, cálida, de blancuras soñadas, que apenas si se atreve a rendirse en la cabecera palpitante de mi corazón...

No el amor, todavía. ¿Tal vez es deseo? Vislumbro generaciones capaces de disociar sensación de sentimiento. Cuando otra amiga, Mab, sepa embriagarle, como pensamiento suyo que, al fin es. Cuando el fuego del hombre la sorprenda —a ella, la tan de otro acaso— enteramente virgen, pues que ignora una a una todas las voluptuosidades del amor. Cuando se dé porque sí, que ésa es la entrega, y no la nuble gozos vaguedad de pudor alguno.

Entonces será. Entonces; al verte transfigurada, mía, con los nuevos sentidos, con el alma nueva y la nueva inteligencia que te dé.





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martes, 2 de junio de 2020

"Mar y ángeles solo", poema en prosa de JOSÉ LUIS CANO (ESPAÑA, 1911-1999, d.n.e.)

Poema en prosa aparecido en "Butlletí de l'Agrupament escolar de l'Academia i Laboratori de Ciències Mèdiques de Catalunya ", de fecha 1930  d.n.e.



En el mar, junto al mar, hay ángeles que juegan a romperse las alas.

Yo estoy sentado en una plaza, quizá de nieve, y la palidez de esa luna inconcreta está destrozando mi ternura. Hoy precisamente: día fatal y absoluto en la dulce tranquilidad de mi sino. Si no me dejáis protestar de las fatalidades, me veré obligado a vengarme, derramando lágrimas por mí sino perdido; por aquel sino desgraciado, pero amable, que me reservaron las palmeras.

En el mar, junto al mar, ángeles sin espaldas se besan. Todas las palomas del mundo navegan lentas por sus alas. De un beso incierto y suave ha nacido un ángel, dos ángeles. Un beso angélico, que para ti, mi amor, fue tan bello, tan esencial; para mí, pensando en Dios, fue cursi. La cursilería de lo sumo se definió en un cuadro: vuelo.

No puedo tener el corazón podrido, sin llorar pensando en las hormigas. En las hormigas desgraciadas que se han apoderado de mi pensamiento, me lo han arrebatado, y mi inteligencia no es nada. No quiero que sufra mi idea por temor al éxito indeseable de las hormigas, ésas que me odian y me atacan disimuladamente, pretendiendo alcanzarme de improviso.

Todos los vientos amorosos debían venir, para conducirme en volandas más allá de los mares que no tienen límites, más allá de las montañas y de los desiertos, hasta alcanzar el mar puro y único, para nadar yo en él como nadador solo. Sólo los ángeles no se cansan nadando. Yo me rindo, porque tengo el corazón podrido de tanto amar. El olvido en la más alta buhardilla de la ciudad puede vencerme sin tristeza. Pero un poco de amor para mis lágrimas y no moriré. Perdonadme, por fin. Y dadme mar. Mar y ángeles para mi corazón podrido.




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jueves, 28 de mayo de 2020

"Nocturno", poema en prosa ed CAMILO BARGIELA PANDO (ESPAÑA, 1864-1910, d.n.e.)

Poema en prosa publicado en la revista "La Vida literaria", de fecha 11 de marzo de 1899  d.n.e.



Ya cayó la tarde. La noche extiende sus sombras. La luna, esa desmayada Ofelia que va por el firmamento deshojando miríadas de estrellas, que dijo el poeta, presta con su luz blanquecina la vaga idealidad de las baladas al paisaje. La brisa sacude sus frescas alas cargadas de perfumes enervantes. El lago dormido y quieto brilla con fosforecencias extrañas lejos de la orilla. Rompe a intervalos el silencio temeroso y hondo, un canto lejano monótono y triste de cadencias largas y suaves. En el ambiente azulado y tibio palpita el amor con estremecimientos cálidos y sensuales. Las sombras son las discretas terceras de las pasiones triunfantes y humanas. Ven, amada mia, yo siento por ti el amor sano que perfuma la juventud pasional y generosa. No encontrarás en mí el amor neurasténico y místico de los agotados. Yo quiero coronar tu frente con rosas abrillantadas por el rocío y ceñir tu garganta escandalosa y blanca, con un collar olímpico de besos, como el poeta de la juventud alegre y varonil. ¿No oyes el canto del ruiseñor en la espesura? En sus notas graves hay ronqueras eróticas y trémulas, que evocan los apasionados delirios de almas unidas por los lazos calientes de la pasión. La noche sigue su curso majestuosamente y silenciosa. Desde la ventana de la alcoba, santuario de nuestros amores, se percibe en el Oriente una mancha blanca y lechosa con que se anuncia la aurora. Sobre tu cara pálida y amarfilada se destacan, como símbolos queridos de pasión, ojeras obscuras y acardenaladas. Mira, ya arde en explosión de rayos de luz el Oriente. La noche huye para proteger con sus sombras los amores turbulentos por la extensión del mundo.





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martes, 26 de mayo de 2020

"El ideal", poema en prosa de RUBÉN DARÍO (seud. de Félix Rubén García Sarmiento) (NICARAGUA, 1867-1916)

Chal azul, de Tina Spratt

Y luego, una torre de marfil, una flor mística, una estrella a quien enamorar... Pasó. La vi como quien viera un alba, diluyente, rápida, implacable.

Era una estatua antigua con alma que se asomaba a los ojos, ojos angelicales, todos ternura, todos cielo azul, todos enigma.

Sintió que la besaba con mis miradas y me castigó con la majestad de su belleza, y me vio, como una reina y como una paloma; pero pasó arrebatadora, triunfante, como una visión que deslumbra. Y yo, el pobre pintor de la Naturaleza y de Psiquis, hacedor de ritmos y castillos aéreos, vi el vestido luminoso del hada, la estrella de su diadema, y pensé en la promesa ansiada del amor hermoso.

Mas de aquel rayo supremo y fatal sólo quedó en el fondo de mi cerebro un rostro de mujer, un sueño azul.



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lunes, 4 de mayo de 2020

"Fuga", poema en prosa de JOSÉ LUIS CANO (ESPAÑA, 1911-1999, d.n.e.)

Poema en prosa aparecido en "Butlletí de l'Agrupament escolar de l'Academia i Laboratori de Ciències Mèdiques de Catalunya ", de fecha 1930  d.n.e.



El sueño de un ángel es lo que hace sollozar de tristeza a los pájaros enamorados. A los pájaros que viven felices, porque no han pensado nunca en la vida. Todos los pájaros muertos, que enterré amorosamente, cuando era niño, los había visto antes adolecer de tristeza, y consumirse poco a poco, al saber que vivían. Sin llorar; pero todos mis nervios me imposibilitan la huida. Yo no puedo fugarme sin ti, amor mió. Pero si quiero amarte, tengo que perdonarme mis pecados, mis eternas debilidades que adoro. No te ilusiones, amor mío, y escúchame con ternura, como a mi me gustaría besarle. Créeme: yo soy mentira. El Universo es otra mentira. La única verdad son los sueños de aquel que lloraba. Traedme todo el aire del mundo. Me servirá para dormirme suavemente, sin pensar en que adolezco y muero sin delicia. Necesito suavidad para avergonzarme de mi pobreza. Mira, amor mió: me dirijo a todos los hombres del Universo para rogarles que rían conmigo del amor y los pájaros. La risa me ha llegado al centro de mi vientre, y pienso: Si amor y amable derivan de la misma amorosa raíz, comprended que no puedo llorar seriamente.

Todo es porque el viento se ha desnudado, para que yo me mire en sus espejos, sin saber que la luz no tiene ya alma. Tú sabes, amor mío, que sólo tienen alma las rocas: esas rocas duras e inconmovibles tienen un alma dolorida porque aman tiernamente a los niños, y éstos no lo saben. Aquí, en la playa, la serenidad del mar besa mi frente, y yo contemplo el cielo, y me aburro.

Créeme, amor mío. Para ser dichoso, es suficiente con vivir.




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