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jueves, 13 de junio de 2024

"¡Qué lástima, muchacha!", de JOSE ÁNGEL BUESA (CUBA, 1910-1982, d.n.e.)


¡Qué lástima, muchacha,
que no te pueda amar…!

Yo soy árbol seco que sólo espera el hacha,
y tú un arroyo alegre que sueña con el mar.
Yo eché mi red al río…
Se me rompió la red…
No unas tu vaso lleno con mi vaso vacío,
pues si bebo en tu vaso voy a sentir más sed.

Se besa por el beso,
por amar el amor…

Ese es tu amor de ahora, pero el amor no es eso;
pues sólo nace el fruto cuando muere la flor.
Amar es tan sencillo
tan sin saber por qué…
Pero así como pierde la moneda su brillo,
el alma, poco a poco, va perdiendo su fe.

¡Qué lástima, muchacha,
que no te pueda amar!…

Hay velas que se rompen a la primera racha,
¡y hay tantas velas rotas en el fondo del mar!
Pero aunque toda herida
deja una cicatriz,
no importa la hoja seca de una rama florida
si el dolor de esa hoja no llega a la raíz.
La vida llama o nieva,
es un molino que
va moliendo en sus aspas el viento que lo mueve,
triturando el recuerdo de lo que ya se fue…
Ya lo mío fue mío
y ahora voy al azar…
Si una rosa es más bella mojada de rocío,
el golpe de la lluvia la puede deshojar…
Tuve un amor cobarde.
Lo tuve y lo perdí…
Para tu amor temprano ya es demasiado tarde,
porque en mi alma anochece lo que amanece en ti.
El viento hincha la vela, pero la deshilacha,
y el agua de los ríos se hace amarga en el mar…

¡Qué lástima muchacha,
que no te pueda amar!


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martes, 15 de junio de 2021

"La sed insaciable", de JOSÉ ÁNGEL BUESA (CUBA, 1910-1982 d.n.e.)

Poema perteneciente al libro "Oasis", de fecha 1943  d.n.e.




Decir adiós... La vida es eso.
Y yo te digo adiós, y sigo...
Volver a amar es el castigo
de los que amaron con exceso.

Amar y amar toda la vida,
y arder en esa llama.
Y no saber por qué se ama...
Y no saber por qué se olvida...

Coger las rosas una a una,
beber un vino y otro vino,
y andar y andar por un camino
que no conduce a parte alguna.

Buscar la luz que se eterniza,
la clara lumbre durarera,
y al fin saber que en una hoguera
lo que más dura es la ceniza.

Sentir más sed en cada fuente
y ver más sombra en cada abismo,
en este amor que es siempre el mismo,
pero que siempre es diferente.

Porque en sordo desacuerdo
de lo soñado y lo vivido,
siempre, del fondo del olvido,
nace la muerte de un recuerdo.

Y en esa angustia que no cesa,
que toca el alma y no la toca,
besar la sombra de otra boca
en cada boca que se besa...






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miércoles, 29 de enero de 2020

"La abeja", de JOSÉ ÁNGEL BUESA (Cuba, 1910-1982 d.n.e.)

Poema perteneciente al libro "Nada llega tarde. Antología poética".



         I
Tu boca jugosa y fragante.
Su risa coqueta reía.
Tan fresca la risa fluía,
que su agua la fuente sonante
por ti detenía...

Tu boca reía... tu boca,
que tiene humedad de ambrosía,
que tanto promete y provoca:
Tu boca de miel y armonía,
reía...

Y vino una abeja dorada,
de mieles ansiosa,
y quiso, creyéndola rosa,
posarse en tu boca encarnada,
fragante y jugosa...

Y en tanto la abeja volaba
buscando la miel de la rosa,
riendo una risa nerviosa,
tu boca el ataque esquivaba
medrosa.
..

Tu boca reía y gemía
de angustia
. La abeja de oro,
en pos de la rosa que huía,
ritmaba su vuelo sonoro.

Y, al cabo, la abeja
posóse en tu boca riente:
Tu risa fue grito doliente,
fue queja...

        II
Decidme, señora, si es justa
la cólera vuestra;
decir si merezco esta adusta
mirada que ira demuestra.

Al ver vuestro aprieto, un instante,
quedóse mi mente perpleja:
¡No había manera galante
de darle muerte a la abeja!

Verdad que os besé; pero en eso
no hay sombra de culpa:
Matar una abeja de un beso,
tal beso disculpa
.

No fue, mi señora, osadía,
besar vuestros labios, rosados:
La abeja me hirió en su agonía:
Miradme los labios hinchados.

Cierto es que bendigo
a la abeja traidora,
mas, ved cuánto sufro, en castigo
de haberos besado, señora.

       III 
Reíd vuestra risa nerviosa,
reíd vuestra risa coqueta;
que ría la boca jugosa,
que ría la húmeda rosa
que adora el poeta...

Reíd y pensad un instante
si el beso una injuria refleja:
¿Había otro modo galante
de darle muerte a la abeja?





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martes, 1 de mayo de 2018

"Soneto rojo", de JOSÉ ÁNGEL BUESA (Cuba, 1910-1982 d.n.e.)



Yo he besado el capullo de tu boca jugosa,
y he bebido en tus besos mieles espirituales
,
con toda la liturgia de los viejos misales
y el arrebato que era mi ansiedad voluptuosa.

La caricia divina fue al cabo dolorosa,
que se hicieron incendio los paganos rituales,
y vi en tus ojos claros llamaradas sensuales,
y sentí de tu carne la llamada imperiosa.

Y la onda suprema de un estremecimiento
tremó en el nácar tibio de tu cutis fragante,
y una llama invisible caldeó tu puro aliento.

Y sobre tus espaldas vi enroscado un instante
el látigo, tan negro como un remordimiento,
que restalló en los aires la Lujuria, triunfante!…


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martes, 3 de abril de 2018

"Inesperadamente", de JOSÉ ÁNGEL BUESA (Cuba, 1910-1982 d.n.e.)



Inesperadamente tu amor llega a mi vida,
mujer de besos hondos y plenitud creciente,
como brota un retoño de una rama caída,
como en un río seco renace la corriente.

Llegas como las nubes, inesperadamente;
inesperadamente llegas como el verano,
para dejarme el peso de una sombra en la frente
y un dolor de raíces profundas en las manos.
v Y es que tu boca alegre me inspira un beso triste,
y en tus ojos cercanos veo un mirar ausente,
porque sé que algún día, lo mismo que viniste,
te me irás de los brazos, inesperadamente...


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domingo, 11 de marzo de 2018

"Junto a este mar azul", de JOSÉ ÁNGEL BUESA (Cuba, 1910-1982 d.n.e.)

Aquí estuvimos ambos, junto a este mar azul...
Fue una mañana rubia como tu cabellera...
Entonces nos amábamos... Quizá por eso, era
tan fragante la brisa, y tan clara la luz...

Del Sol caían gotas
de oro tibio y espeso;
sobre el mar destrenzaban su vuelo las gaviotas,
y en nuestros labios húmedos revoloteaba el beso...

Junto a este mar azul estuvimos un día,
y yo besé tu boca, junto a este mar azul...
La brisa se hizo aroma, el mar se hizo armonía,
y espejismo la luz...

Aquí estuvimos ambos, junto a la mar sonora,
bajo el chorro de oro del Sol primaveral...
Son iguales la brisa, el mar, el Sol... Pero, ahora,
sin ti, la luz del Sol no es tan deslumbradora,
ni tan fresca la brisa, ni tan azul el mar...

Hoy este mar azul se encrespa entre los dos,
y la brisa, al oído me repite tu adiós...
Acaso un día... ¡Oh, mar azul! ¡Oh, mar! ¡Oh, Dios!...


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jueves, 22 de febrero de 2018

"Estoy aquí contigo", de JOSÉ ÁNGEL BUESA (Cuba, 1910-1982 d.n.e.)



Estoy aquí, contigo. Y pienso en ti, a tu sombra,
a tu sombra callada como un agua de otoño.
Aquí, con la cabeza caída en tu regazo,
como para que pienses que contemplo las nubes.

En tu rostro apacible se refleja el crepúsculo,
y eres tan bella, amiga, que me duele mirarte.
Aquí estoy, a tu sombra, pensando en ti, contigo.
Y tú piensas, acaso, que estoy pensando en otra.

Tú sonríes, segura del poder de tu beso,
y yo cierro los ojos para sentir tu ausencia.
Ah, pobre amiga mía, cómo quisiera amarte,
amarte como entonces, cuando tú no me amabas...

Ah, sí, qué pronto pasan el amor y las nubes...
Qué irreparablemente se mustian las espigas...
Aquí, bajo este árbol que ignora su silencio,
mí corazón se aleja tristemente del tuyo.

Y, sin embargo, amiga, ya ves que te sonrío.
Y mí boca recorre la distancia del beso.
Pero pienso en el modo de dejar de besarte,

y en una despedida que no te haga llorar...


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jueves, 15 de febrero de 2018

"Sonata matinal", de JOSÉ ÁNGEL BUESA (Cuba, 1910-1982 d.n.e.)

"Mes souvenirs sont bien plus beaux dans ma memoire".
PAUL GERALDY.


La mañana se ha puesto su vestido de fiesta.
Triunfalmente, el Sol abre su abanico de oro;
y al beso de la brisa, brota de la floresta,
entre un vaivén de frondas, el saludo sonoro
que el canto de los líricos ruiseñores orquesta.
Pienso en ti, y rememoro...

Pienso en una mañana tan linda como esta
que vimos una vez, ambos vestidos de oro...

Ambos vestidos de oro por el Sol mañanero,
cuya luz sobre el blando césped se amontonaba
tal como se amontona la nieve en el alero.
Algo, muy tibio y dulce, en el aire flotaba
como flota en un agua apacible un madero.
La hojarasca otoñal aún cubría el sendero
y húmeda de rocío la pradera brillaba.

Yo te dije: «te quiero...».
Y tu mirada, casta como el amor primero,
por la áurea lejanía melancólica erraba...
Melancólica erraba como una garza viuda
de un árbol a otro, en busca de sus nidos de antaño.
Y yo besé tu boca, tu boca fría y muda;
y yo besé tu boca, casi hasta hacerte daño
.
Y allá lejos, un niño rubio semidesnudo,
pastoreando un pacífico rebaño,
floreaba con su tosco pífano un aire agudo.

............................

Fue una mañana rubia y alegre como esta...
La vimos una vez, ambos vestidos de oro...
Bajaba de los árboles un rocío sonoro,
y la brisa le hablaba de amor a la floresta...

Fue una mañana azul, fue una mañana en fiesta...
Y yo besé tu boca, tu boca fría y muda,
y en tus pupilas tímidas aceché una respuesta;
mas, tu mirada, aquella mañana como esta,
melancólica erraba, como una garza viuda...


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lunes, 3 de abril de 2017

"En el pequeño ramo de azucenas", de JOSÉ ÁNGEL BUESA (Cuba, 1910-1982 d.n.e.)


En el pequeño ramo de azucenas
una azucena más era tu mano,
en el ramaje azul de cuyas venas
vibraba el ritmo de un cantar lejano…

Y alrededor de tu mano, prisionera
entre aromas y pétalos de nieve,
grácil volaba con un giro leve
la mariposa azul de la quimera…

Y mis labios, ansiosos de azucenas,
buscaron la azucena más hermosa,
dejando en ella un ósculo pagano….

Y besé una azucena temblorosa,
con un ramaje de azuladas venas,

¡la azucena de nácar de tu mano!...


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jueves, 2 de marzo de 2017

"Ahora que te fuiste te diré que te quiero", de JOSÉ ÁNGEL BUESA (Cuba, 1910-1982 d.n.e.)


Ahora que te fuiste te diré que te quiero,
ahora que no me oyes, ya no debo callar.
Tú seguirás tu vida y olvidarás primero
y yo aquí, recordándote a la orilla del mar...

Hay un amor tranquilo que dura hasta la muerte,
y un amor tempestuoso que no puede durar.
Acaso aquella noche no quise retenerte
y ahora estoy recordándote a la orilla del mar...

Tú que nunca supiste lo que yo te quería
quizás entre otros brazos lograrás olvidar.
Tal vez mires a otro, igual que a mí aquel día
y yo aquí recordándote a la orilla del mar...

El rumor de mi sangre va cantando tu nombre,
y el viento de la noche lo repite al pasar.
Quizás en este instante tú besas a otro hombre
y yo aquí recordándote a la orilla del mar.


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miércoles, 8 de febrero de 2017

"Amor prohibido", de JOSÉ ÁNGEL BUESA (Cuba, 1910-1982 d.n.e.)


Solo tú y yo sabemos lo que ignora la gente
al cambiar un saludo ceremonioso y frío,
porque nadie sospecha que es falso tu desvío,
ni cuánto amor esconde mi gesto indiferente.

Solo tú y yo sabemos porqué mi boca miente,
relatando la historia de un fugaz amorío;
y tú apenas me escuchas y yo no te sonrío...
y aún nos arde en los labios algún beso reciente.

Solo tú y yo sabemos que existe una simiente
germinando en la sombra de este surco vacío,
porque su flor profunda no se ve, ni se siente.

Y así, las dos orillas, tu corazón y el mío,
pues, aunque las separa la corriente de un río,
por debajo del río se unen secretamente.


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lunes, 21 de marzo de 2016

"Elegía para entonces", de JOSÉ ÁNGEL BUESA (Cuba, 1910-1982 d.n.e.)

Poema perteneciente al libro "Pasarás por mi vida", de fecha 1997  d.n.e.



Entonces, todavía tu voz me sabrá a luego.
Y todavía y luego y siempre serás otra,
más allá de ti misma, inaccesiblemente...
Y siendo tú el mar íntegro, te buscaré en la ola.

Entonces, en tus ojos flotará todavía
aquella vaga música que rimé con las rosas.
Y todavía, entonces, saldré a escuchar tus ecos
a las distancias húmedas de palabras redondas.

Entonces, todavía te esperaré... En ti misma
esperaré el retorno lírico de tu otra.
Y aromaré la brisa del bosque con tu nombre
y en la arena del páramo sembraré mi voz ronca...

Y la flor, y la piedra, y el árbol, y el sendero,
y la raíz, y el ala, y la luz, y la onda
me dirán que te vieron pasar como un perfume
envuelta en una trémula túnica de palomas...

Y la rosa, y la brisa, y la fuente, y el astro,
y el pájaro, y el musgo, y la nube, y la fronda
me dirán que pasaste cubierta de rocío,
entre un emocionado vaivén de mariposas!

Y en lo hondo de tus besos habrá un temblor de ausencia,
y besaré en el polvo la huella de tus corzas;

fatigaré el oráculo del pétalo sonoro
y beberé el narcótico del pétalo sin sombra.

Y entonces, todavía tu voz me sabrá a nunca,
y todavía y siempre esperaré a tu otra,
más allá de ti misma, inaccesiblemente...
Y, siendo tú el sol íntegro, te buscaré en la aurora!


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sábado, 12 de marzo de 2016

"Canción de los amantes", de JOSÉ ÁNGEL BUESA (Cuba, 1910-1982 d.n.e.)

Poema perteneciente al libro "Nada llega tarde", de fecha 2001  d.n.e.



Donde quiera en las noches se abrirá una ventana
o una puerta cualquiera de una calle lejana,

no importa dónde ni cuándo, puede ser donde quiera:
ni menos en otoño, ni más en primavera.

Y hoy igual que mañana, mañana igual que ayer,
un hombre enloquecido, besará a una mujer.

Tal vez nadie lo sepa; como tal vez un día
todos irán sabiendo lo que nadie sabía.

Y para los amantes, su amor desesperado,
podrá ser un delito, pero nunca un pecado.

Por eso el amor pasa por las calles desiertas,
y es como un viento loco que quiere abrir las puertas

Bien saben los amantes que hay caricias que son;
no una simple caricia, sino una posesión.

Y que un beso, uno sólo, puede más que el olvido,
si se juntan dos bocas en un beso prohibido.


¡No! Un gran amor no es grande por lo mucho que dura
si se parece a un árbol reseco en la llanura.

Y los amantes saben que sin querer siquiera,
hay un amor que crece como una enredadera.

Es natural que el agua de un estanque sombrío,
sueñe en sus largas noches con el sueño de un río.

Y si por algo es triste la lluvia que no llueve,
será porque es la lluvia condenada a ser nieve.

Es natural que un día comprendan los amantes
que no hay nunca sin siempre, que no hay después sin antes.

Y así brota en el alma la rebelión de un sueño,
que es como un perro arisco que le gruñe a su dueño.

El amor... Esa estrella de una sombra infinita,
aunque muera cien veces, cien veces resucita.

Y suele ser un niño de manos milagrosas,
que rompe las cadenas y hace nacer las rosas.

Ya no habrá días turbios. Ya no habrá noches malas,
si hay un amor secreto que nos presta sus alas.

Y el corazón renace con renovada fe,
igual que los rosales, que no saben por qué.

Donde quiera, en las noches, puede abrirse una puerta,
pero... tan suavemente, que nadie se despierta.

Puede ser en otoño. Puede ser en verano,
tanto un amor tardío como un amor temprano.

Una mujer, un hombre y un oscuro aposento:
Y allá afuera, en la calle, sigue pasando el viento.

Y si en la noche hay algo queriendo amanecer
es simplemente un hombre, que besa a una mujer.



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jueves, 11 de febrero de 2016

"La dama del espejo", de JOSÉ ÁNGEL BUESA (Cuba, 1910-1982 d.n.e.)

Poema perteneciente al libro "Pasarás por mi vida", de fecha 1997  d.n.e.



De aquella extraña noche que no fue tuya y mía,
pero que en mí fue tuya, como fue mía en ti,
me queda lo que queda de un sueno al otro día,
o el regreso de un viaje que jamás emprendí.

Pero fue más que un sueno. Pero fue más que un viaje.
Fue una penumbra rosa y una ventana al mar.
Y el viento removía las cortinas de encaje
como si se estuviera desvistiendo al entrar.

No fuiste mía, es cierto, ni te besé siquiera,
pero te sentí mía, mía de otra manera,
mujer de un solo instante maravilloso y cruel;

porque te vi desnuda, de pie, frente a un espejo,
y así hermosa dos veces, en ti y en tu reflejo,
te sigo recordando frente al espejo aquel.


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domingo, 17 de enero de 2016

"La sed insaciable", de JOSÉ ÁNGEL BUESA (Cuba, 1910-1982 d.n.e.)

Poema perteneciente al libro "Oasis", de fecha 1943  d.n.e.



Decir adiós... La vida es eso.
Y yo te digo adiós, y sigo...
Volver a amar es el castigo
de los que amaron con exceso.

Amar y amar toda la vida,
y arder en esa llama.
Y no saber por qué se ama...
Y no saber por qué se olvida...

Coger las rosas una a una,
beber un vino y otro vino,
y andar y andar por un camino
que no conduce a parte alguna.

Buscar la luz que se eterniza,
la clara lumbre durarera,
y al fin saber que en una hoguera
lo que más dura es la ceniza.

Sentir más sed en cada fuente
y ver más sombra en cada abismo,
en este amor que es siempre el mismo,
pero que siempre es diferente.

Porque en sordo desacuerdo
de lo soñado y lo vivido,
siempre, del fondo del olvido,
nace la muerte de un recuerdo.

Y en esa angustia que no cesa,
que toca el alma y no la toca,
besar la sombra de otra boca
en cada boca que se besa...



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domingo, 6 de diciembre de 2015

"Ella amará a otro hombre", de JOSÉ ÁNGEL BUESA (Cuba, 1.910-1.982 d.n.e.)

Poema perteneciente al libro "Tiempo en sombra", de fecha 1970  d.n.e.



Ella amará a otro hombre.
Yo voy lejos, andando hacia el olvido.
Y puede suceder que alguien me nombre,
pero ella fingirá no haber oído.

Ella amará a otro hombre:
el tiempo pasa y el amor finaliza,
y es natural que lo que fue una brasa
acabe convirtiéndose en ceniza.

Aunque nadie lo quiera,
envejecen las vidas y las cosas,
y es natural también que en primavera
los rosales den rosas.

Es natural. Por eso,
ella amará a otro hombre, y está bien.
No sé si ya olvidó mi último beso,
ni me importa con quién.


Pero quizás, un día,
oyendo una canción,
sentirá que esa vieja melodía
le cambia el ritmo de su corazón.

O será algún vestido
que yo le conocí,
o el olor del jardín cuando ha llovido,
pero algún día ha de pensar en mí.

O puede ser un gesto,
un modo de mirar,
o ciertas calles, o un botón mal puesto,
o una hoja seca que voló al azar.

Y de alguna manera
tendrá que recordarme, sin querer,
escuchando unos pasos en la acera
como los míos al atardecer.

Será en algún momento,
no importa cuándo o dónde, aquí o allá,
porque el amor, por parecerse al viento,
parece que se ha ido y no se va.

Y si en ese momento ella suspira
y él pregunta por qué,
le tendrá que inventar una mentira
para que nunca sepa por qué fue.

Y él no verá esa huella,
eso tan mío en lo que ya perdí;
y, aunque la pueda amar más que yo a ella,
ella no podrá amarlo más que a mí...!


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sábado, 7 de noviembre de 2015

"El hombre enamorado de amor", de JOSÉ ÁNGEL BUESA (Cuba, 1.910-1.982 d.n.e.)

Una tarde lejana,
el hombre enamorado del amor
fue a recoger, al pie de una ventana,
un beso y una flor.

Abajo estaban Ella,
la flor, el beso y el atardecer,
pero allá arriba, en la ventana aquélla,
se asomaba una sombra de mujer.

Y el alma se le iba
al hombre enamorado del amor,
y sus ojos miraban hacia arriba
al dar el beso y al agarrar la flor.

Nunca supo quién era,
Nunca la volvió a ver,
pero el perfume de su cabellera
llenó de rosas el atardecer.

Y hoy, al pasar con la cabeza cana
el hombre enamorado del amor,
suspira por la sombra en la ventana,
sin recordar el beso ni la flor.


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miércoles, 3 de junio de 2015

"Carta a usted", de JOSÉ ÁNGEL BUESA (Cuba, 1.910-1.982)

Señora: Según dicen, ya usted tiene otro amante.
Lástima que la prisa nunca sea elegante...
Yo sé que no es frecuente que una mujer hermosa
se resigne a ser viuda sin haber sido esposa,
ni pretendo tampoco discutirle el derecho
de compartir sus penas, sus goces y su lecho;
pero el amor, señora, cuando llega el olvido,
también tiene el derecho de un final distinguido.

Perdón, si es que la hiere mi reproche; perdón
aunque sé que la herida no es del corazón...
Y, para perdonarme, piense si hay más despecho
en lo que yo le digo que en lo que usted ha hecho;
pues sepa que una dama, con la espalda desnuda,
sin luto, en una fiesta, puede ser una viuda
-pero no, como tantas, de un difunto señor-,
sino, para ella sola, viuda de un gran amor.

Y nuestro amor -¿recuerda?-, fue un amor diferente
(al menos, al principio; ya no, naturalmente):
Usted era el crepúsculo a la orilla del mar,
que, según quien lo mire, será hermoso o vulgar.
Usted era la flor, que, según quien la corta
es algo que no muere o es algo que no importa.
O acaso, cierta noche de amor y de locura,
yo vivía un ensueño... y usted una aventura.

Si; usted juró, cien veces, ser para siempre mía;
Yo besaba sus labios, pero no lo creía...
Usted sabe –y perdóneme- que en ese juramento
influye demasiado la dirección del viento.
Por eso no me extraña que ya tenga otro amante,
a quien quizá le jure lo mismo en este instante.
Y como usted, señora, yo, con sed o sin sed,
nunca pensaba en otra cosa si la besaba a usted.

Perdóneme de nuevo, si le digo estas cosas,
pero ni los rosales dan solamente rosas;
y no digo estas cosas por usted ni por mí,
sino por los amores que terminan así...
Pero vea, señora, que diferencia había
entre usted que lloraba, y yo, que sonreía,
pues nuestro amor concluye con finales diversos:
Usted besando a otro; yo, escribiendo estos versos...

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jueves, 23 de abril de 2015

"Poema de los besos", de JOSÉ ÁNGEL BUESA (Cuba, 1.910-1.982)

¡Y ante mi abrazo te sentí rendida!...
y ante tu sumisión, mis besos sabios
pusieron a temblar entre tus labios
ansias de amor y de placer y vida...

Fue un instante no más, uno de esos
siglos-instantes que el amor nos brinda,
prometiéndole un lauro al que se rinda
primero en la batalla de los besos...

¿Lo ves, mujer...? No cabe en la materia
la espiritualidad de lo insensible;
todo es vencido ante el irresistible
empujón de la carne y su miseria....

Y te sentí temblar como la fronda
al soplo tibio de la brisa vaga,
cuando en su trino el ruiseñor divaga
y peina el sol su cabellera blonda...

Y te sentí temblar como la onda
que su quietud sobre la arena apaga,
y como el ave que sin rumbo vaga
y un circulo invisible traza y ronda.

Y te sentí languidecer al peso
de mis labios, al peso de un gran beso
que perfumó en tus labios a un suspiro,
tal como languidece en la laguna
un cisne enamorado de la Luna,
al no hallarla en el cielo de zafiro...

Y te sentí latir, tal como late
al manotazo del ciclón la hoja,
como en la espada late, humeante y roja,
la sangre que bebiera en el combate;
tal como el sauce que su frente abate
cuando la nube en su aflicción lo moja,
o como el océano que se enoja
y en el escollo solitario bate.

Y te sentí vencida, con el lento
y anhelado y temido vencimiento
del sol, cuando la Noche abre la puerta
del negro templo de su Dios ignoto;
y te sentí dormida, como un loto
en la serenidad de un agua muerta!...

Y te sentí anhelante y temblorosa
cual la irisada espuma de un torrente;
como un lucero en la región silente,
insinuando una seña misteriosa;
cual la palma que agita, rumorosa,
su abanico de jade, lentamente,
como despunta en un jardín durmiente
el milagro de gracia de una rosa;
y cual la cierva cuando la acorrala
la jauría-, cual ave moribunda
que pliega triste su ya inútil ala.
Y adoré tu sensual melancolía
llena de rendición meditabunda,
y te sentí profundamente mía...
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