una azucena más era tu mano,
en el ramaje azul de cuyas venas
vibraba el ritmo de un cantar lejano…
Y alrededor de tu mano, prisionera
entre aromas y pétalos de nieve,
grácil volaba con un giro leve
la mariposa azul de la quimera…
Y mis labios, ansiosos de azucenas,
buscaron la azucena más hermosa,
dejando en ella un ósculo pagano….
Y besé una azucena temblorosa,
con un ramaje de azuladas venas,
¡la azucena de nácar de tu mano!...
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