Fue una mañana rubia como tu cabellera...
Entonces nos amábamos... Quizá por eso, era
tan fragante la brisa, y tan clara la luz...
Del Sol caían gotas
de oro tibio y espeso;
sobre el mar destrenzaban su vuelo las gaviotas,
y en nuestros labios húmedos revoloteaba el beso...
Junto a este mar azul estuvimos un día,
y yo besé tu boca, junto a este mar azul...
La brisa se hizo aroma, el mar se hizo armonía,
y espejismo la luz...
Aquí estuvimos ambos, junto a la mar sonora,
bajo el chorro de oro del Sol primaveral...
Son iguales la brisa, el mar, el Sol... Pero, ahora,
sin ti, la luz del Sol no es tan deslumbradora,
ni tan fresca la brisa, ni tan azul el mar...
Hoy este mar azul se encrespa entre los dos,
y la brisa, al oído me repite tu adiós...
Acaso un día... ¡Oh, mar azul! ¡Oh, mar! ¡Oh, Dios!...
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