Yo la llamé del hondo misterio del pasado,
donde es sombra entre sombras, vestigio entre vestigios,
fantasma entre fantasmas...
Atónitas, las leyes del tiempo la ceñían;
el alma de las tumbas, con fúnebre alarido,
gritábale: ¡Detente! ‒Las épocas asían,
con garfios invisibles, su brial descolorido.
Mas, ¡todo inútil! Suelta la roja cabellera,
La roja cabellera que olía a eternidad,
aquella reina extraña, vestida de quimera,
corría desalada tras de mi voluntad.
Cuando llegó a mi lado le dije de esta suerte:
‒¿Recuerdas tu promesa del año Mil?
donde es sombra entre sombras, vestigio entre vestigios,
fantasma entre fantasmas...
Y vino a mi llamado,
desparramando razas y atropellando siglos.. Atónitas, las leyes del tiempo la ceñían;
el alma de las tumbas, con fúnebre alarido,
gritábale: ¡Detente! ‒Las épocas asían,
con garfios invisibles, su brial descolorido.
Mas, ¡todo inútil! Suelta la roja cabellera,
La roja cabellera que olía a eternidad,
aquella reina extraña, vestida de quimera,
corría desalada tras de mi voluntad.
Cuando llegó a mi lado le dije de esta suerte:
‒¿Recuerdas tu promesa del año Mil?
‒Advierte
que soy tan sólo sombra… ‒Lo sé.
‒Que estaba loca…
‒¡Me prometiste un beso! ‒¡Lo congeló la muerte!
‒¡Las reinas no perjuran!... Y me besó en la boca.
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