lunes, 30 de noviembre de 2020

"Ojos en cuyo ataque ", de Abu Ishaq Ibrahim IBN SAHL al-Isra'ili al-Ishbili (DE SEVILLA) (AL-ANDALUS, ESPAÑA, 1212-1251 d.n.e.)




Ojos en cuyo ataque las seducciones
tienen la mejor parte,
disparáis y todo yo soy vulnerable
a vuestras flechas certeras.

Los consejos del censor se oyen
mas no se aceptan.

Amo su rostro de aurora,
su saliva como el vino y sus ojos como corza;
es una gacela y su boca es una margarita
como las que pastan en el desierto
.

Gacela, toma mi corazón como morada,
pues eres forastera entre los hombres,
y pasta en mí, pues son mis lágrimas agua fresca
y mis entrañas, fértiles prados.

Entre sus labios rojos y sus ojos negros
están la vida y la muerte;

las aguas de la timidez riegan
en su mejilla la rosa de la vergüenza
que planto yo con la mirada
y recojo con la esperanza.

En sus lánguidos ojos vive un sueño,
que hace velar a los ojos del melancólico
y en su cadera, una rotundidad
que agudiza la inteligencia del prudente.

Lleva hacia el ardor del reproche
los dientes de granizo de su boca y se encienden;
si la besase, mis suspiros
derretirían ese hielo.

Dobla su cuello de muchacha de turgente pecho
al que no adorna más que la esbeltez;
por la esquivez de esta gacela de voz melodiosa
y por el cimbrear de esta rama flexible
corre el arroyo de mis lágrimas y se inclina mi talle.

¿Eres acaso una hurí que ha enviado Ridwan
como prueba de la existencia del paraíso?
Los corazones se rompen por tu causa
y dice: No es un ser humano.

La dicha es una enferma que ha muerto
por culpa de la distancia, madre de las penas;
purifican mi amor las aflicciones,
¡las cosas del amor son bien extrañas!

Diríase que mi pasión es sándalo
que con el fuego de la ausencia expande su perfume;
es tu hermosura extraordinaria,
como también mi llanto es excesivo.

La pasión para mí es un todo unido,
mientras mis lágrimas se dispersan.
Escucha a un esclavo obediente
Que canta para que desobedezcas a los espías.

Este espía, ¡que mal pensado!
¿y qué si el hombre levanta sospechas?
Señora mía, ¡ea, hagamos
eso que piensa el espía!



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