viernes, 29 de enero de 2021

"Sonatina" de RUBÉN DARÍO (seud. de Félix Rubén García Sarmiento) (NICARAGUA, 1867-1916)

Poema perteneciente al libro "Prosas profanas", de fecha 1896  d.n.e.




La princesa está triste. ¿Qué tendrá la princesa?
Los suspiros se escapan de su boca de fresa,
que ha perdido la risa, que ha perdido el color.
La princesa está pálida en su silla de oro,
está mudo el teclado de su clave sonoro;
y en un vaso, olvidada, se desmaya una flor.

El jardín puebla el triunfo de los pavos reales.
Parlanchina, la dueña dice cosas banales,
y, vestido de rojo, piruetea el bufón.
La princesa no ríe, la princesa no siente.
La princesa persigue por el cielo de Oriente
la libélula vaga de una vaga ilusión.

¿Piensa acaso en el príncipe de Golconda o de China,
o en el que ha detenido su carroza argentina
para ver de sus ojos la dulzura de luz?
O en el rey de las Islas de las Rosas fragantes,
o en el que es soberano de los claros diamantes,
o en el dueño orgulloso de las perlas de Ormuz?

¡Ay! La pobre princesa de la boca de rosa
quiere ser golondrina, quiere ser mariposa,
tener alas ligeras, bajo el cielo volar,
ir al sol por la escala luminosa de un rayo,
saludar a los lirios con los versos de mayo,
o perderse en el viento sobre el trueno del mar.

Ya no quiere el palacio, ni la rueca de plata,
ni el halcón encantado, ni el bufón escarlata,
ni los cisnes unánimes en el lago de azur.
Y están tristes las flores por la flor de la corte,
los jazmines de Oriente, los nelumbos del Norte,
de Occidente las dalias y las rosas del Sur.

¡Pobrecita princesa de los ojos azules!
Está presa en sus oros, está presa en sus tules,
en la jaula de mármol del palacio real;
el palacio soberbio que vigilan los guardas,
que custodian cien negros con sus cien alabardas,
un lebrel que no duerme y un dragón colosal.

¡Oh, quién fuera hipsipila que dejó la crisálida!
(La princesa está triste, la princesa está pálida)
¡Oh, visión adorada de oro, rosa y marfil!
¡Quién volara a la tierra donde un príncipe existe,
la princesa está pálida, la princesa está triste,
más brillante que el alba, más hermoso que abril!

Calla, calla, princesa -dice el hada madrina-;
en caballo, con alas, hacia acá se encamina,
en el cinto la espada y en la mano el azor,
el feliz caballero que te adora sin verte,
y que llega de lejos, vencedor de la Muerte,
a encenderte los labios con un beso de amor
».





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jueves, 28 de enero de 2021

"Soneto: De la otra orilla", de MARÍA DEL PILAR SANDOVAL (ESPAÑA,)

"Mujer en barca", de Albert Gustaf Aristides Edelfelt (1854-1905). 


Nos encontramos. Era la ribera
del tranquilo vivir sin ambiciones.
Nos encontramos. Nuestros corazones
se dieron a querer por vez primera.

Nos encontramos. Era primavera,
brisa de amor, no fuego de pasiones;
eran rosadas nuestras ilusiones,
un beso era una flor y no una hoguera.

Llegó el estío. Vimos la otra orilla,
y a ella quisimos ir. Una barquilla
nos dio la realidad de aquel empeño.

Y hoy vuela mi tristeza en un suspiro,
y se arrasan mis ojos, cuando miro
la ribera feliz donde hubo un sueño.





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martes, 26 de enero de 2021

"Un poema de amor", de NICOLÁS C. GUILLÉN BASTIA (CUBA, 1902-1989 d.n.e.)

Poema perteneciente al libro "Poemas de amor", de fecha (1933-1971)  d.n.e.




No sé. Lo ignoro.
Desconozco todo el tiempo que anduve
sin encontrarla nuevamente.
¿Tal vez un siglo? Acaso.
Acaso un poco menos: noventa y nueve años.
¿O un mes? Pudiera ser. En cualquier forma,
un tiempo enorme, enorme, enorme.

Al fin, como una rosa súbita,
repentina campánula temblando,
la noticia.
Saber de pronto
que iba a verla otra vez, que la tendría
cerca, tangible, real, como en los sueños.
¡Qué explosión contenida!
¡Qué trueno sordo
rodándome en las venas,
estallando allá arriba
bajo mi sangre, en una
nocturna tempestad!
¿Y el hallazgo, en seguida? ¿Y la manera
de saludarnos, de manera
que nadie comprendiera
que ésa es nuestra propia manera?
Un roce apenas, un contacto eléctrico,
un apretón conspirativo, una mirada,
un palpitar del corazón
gritando, aullando con silenciosa voz.

Después
(ya lo sabéis desde los quince años)
ese aletear de las palabras presas,
palabras de ojos bajos,
penitenciales,
entre testigos enemigos.
Todavía
un amor de «lo amo»,
de «usted», de «bien quisiera,
pero es imposible»... De «no podemos,
no, piénselo usted mejor»...
Es un amor así,
es un amor de abismo en primavera,
cortés, cordial, feliz, fatal.
La despedida, luego,
genérica,
en el turbión de los amigos.
Verla partir y amarla como nunca;
seguirla con los ojos,
y ya sin ojos seguir viéndola lejos,
allá lejos, y aun seguirla
más lejos todavía,
hecha de noche,
de mordedura, beso, insomnio,
veneno, éxtasis, convulsión,
suspiro, sangre, muerte...

Hecha
de esa sustancia conocida
con que amasamos una estrella.





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lunes, 25 de enero de 2021

"La casa", de DIEGO JESÚS JIMÉNEZ (ESPAÑA, 1942-2009 d.n.e.)

Poema perteneciente al libro "La ciudad", de fecha 1965  d.n.e.



Priego (Cuenca)


Se ha plantado el invierno,
y la casa del pueblo,
y los trigales y las llanuras, y la serenidad
que conducen los ríos.
Allí las ventanas al campo, nuestra casa
vacía. Por el corral
andan las yuntas y el esfuerzo
del carro; duermen
las vertederas. El sol
trae aquel aire de la última fiesta: los ruidos
de artificio, las quincallas, la noria
permitida; el turrón, las trompetas
del niño, el buen tema
del baile.
Bajo la chimenea,
la pana del domingo, las baldosas
viviendo aquel momento alegre, aquella pulsación
de los membrillos.
Si hoy volviese a la casa
preguntaría si es a las nueve la procesión, si sale Juan pidiendo
por las casas, sin han traído casetas para tirar, si hay toros
por la tarde, si hay banderillas para el anís o si aquel baile
sigue siendo en la plaza, y hay amores
inútiles.
Mi habitación, la mesa de nogal, los libros,
la ventana...; allí estarán las Ciencias Naturales, la Geografía
de los jueves, los vientos, las distancias...
Involuntario, duro,
el nombre de Raquel, la habitación de arriba...
Si volviese a la casa
preguntaría que cuándo es el examen; si deja aún Pilar
la rendija del balcón abierta, o si cruza José
al acarreo, o si sube la sangre del jardín, o si es la primavera,
o son los años, o aquel pecho en sus bodas,
o aquella piel herida.
Los baúles cerrados en la cámara,
la ropa negra de los muertos más próximos, la hora de cenar. Los aleros,
los nidos
de los tordos, las sartenes sin uso, los fantasmas, la bicicleta
sin manillar, sin niño por las cuestas.
Preguntaría,
si hoy llegase a la casa, si sigue allí Miguel
esperando a los pájaros; si se juega a las cartas o se fuma.
O si Andrés tiene novia y nos despierta
la voluntad de amar, "cuéntanos lo del beso",
o si la madre sube y nos sorprende,
contando labradores en el llano, o campanadas sueltas
de la Iglesia.
Si volviese a la casa
negaría la paz. Los tiestos ya no tienen
la sangre de la flor, ni sube el griterío de la plaza, ni se encuentra el jornal
para los olivares, ni está abierto el balcón, ni se ha casado Andrés
con Margarita (yuntas y carros, la lentitud
del buey, las cuevas, los rastrojos...),
ni labradores en el llano
a media tarde, levantando la siega.
Si volviese a la casa
negaría la paz, comprendería
lo duro de esta siesta, vencería aquel miedo.




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jueves, 21 de enero de 2021

"Mar, mar y mar", de EUGENIO DE ANDRADE (seudónimo de JOSÉ FONTINHAS) (PORTUGAL, 1923-2005 d.n.e.)

Poema perteneciente al libro "Las palabras prohibidas", de fecha 1951  d.n.e.


Tú pregunta, y yo no sé,
tampoco sé lo que es el mar.

Es tal vez una lágrima caída de mis ojos
al releer una carta, de noche.
Tus dientes, puede que tus dientes,
menudos, blancos dientes,
sean el mar,
un mar pequeño,
afable,
tan sólo música distante.

Es evidente que mi madre me llama
cuando una ola y otra ola y otra
deshace su cuerpo contra mi cuerpo.
Entonces el mar es caricia
luz mojada en la que despierta
mi corazón reciente.

A veces el mar es una figura blanca
brillando entre las rocas.
No sé si mira al agua
o si busca
algún beso en las conchas transparentes.

No, el mar no es nardo ni azucena.
Es un adolescente muerto
con los labios abiertos a los labios de la espuma.
Es sangre,
sangre donde la luz se esconde
para amar otra luz sobre la arena.

Un pedazo de luna insiste,
insiste y sube lenta arrastrando a la noche.
Los cabellos de mi madre se sueltan,
se extienden en el agua,
alisados por una brisa
que nace exactamente en mi corazón.
El mar vuelve a ser pequeño y mío,
anémona perfecta, abriéndose en mis dedos.

Tampoco sé lo que es el mar.
La mañana aguardo, impaciente,
y con los pies descalzos en la arena.




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miércoles, 20 de enero de 2021

"Un suceso", de CLAUDIO RODRÍGUEZ GARCÍA (ESPAÑA, 1934-1999 d.n.e.)

Poema perteneciente al libro "Desde mis poemas", de fecha 1983  d.n.e.



"Retrato de una joven" (1869), de Pierre Auguste Cot


Tal vez, valiendo lo que vale un día,
sea mejor que el de hoy acabe pronto.
La novedad de este suceso, de esta
muchacha, casi niña pero de ojos
bien sazonados ya y de carne a punto
de miel, de andar menudo, con su moño
castaño claro, su tobillo hendido
tan armoniosamente, con su airoso
pecho que me deslumbra más que nada
la lengua... Y no hay remedio, y le hablo ronco
como la gaviota, a flor de labio
(de mi boca gastada),
y me emociono
disimulando ciencia e inocencia
como quien no distingue un abalorio
de un diamante, y le hablo de detalles
de mi vida, y la voz se me va, y me oigo
y me persigo, muy desconfiado
de mi estudiada habilidad, y pongo
cuidado en el aliento, en la mirada
y en las manos, y casi me perdono
al sentir tan preciosa libertad
cerca de mí. Bien sé que esto no es sólo
tentación. Cómo renuncio a mi deseo
ahora. Me lastimo y me sonrojo
junto a esta muchacha a la que hoy amo,
a la que hoy pierdo, a la que muy pronto
voy a besar muy castamente sin que
sepa que en ese beso va un sollozo.



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martes, 19 de enero de 2021

"El llamado", de LUIS PALÉS MATOS (PUERTO RICO, 1898-1959 d.n.e.)

Desnudo, de Henri Lebasque


Me llaman desde allá...
larga voz de hoja seca,
mano fugaz de nube
que en el aire de otoño se dispersa.
Por arriba el llamado
tira de mí con tenue hilo de estrella,
abajo, el agua en tránsito,
con sollozo de espuma entre la niebla.
Ha tiempo oigo las voces
y descubro las señas.

Hoy recuerdo: es un día venturoso
de cielo despejado y clara tierra;
golondrinas erráticas
el camino azul puntean.
Estoy frente a la mar y en lontananza
se va perdiendo el ala de una vela;
va yéndose, esfumándose,
y yo también me voy borrando en ella.
Y cuando al fin retorno
por un leve resquicio de conciencia,
¡cuán lejos ya me encuentro de mí mismo!
¡qué mundo tan extraño me rodea!

Ahora, dormida junto a mí, reposa
mi amor sobre la hierba.
El seno palpitante
sube y baja tranquilo en la marea
del ímpetu calmado que diluye
espectrales añiles en su ojera.
Miro esa dulce fábrica rendida,
cuerpo de trampa y presa
cuyo ritmo esencial como jugando
manufactura la caricia aérea,
el arrullo narcótico y el beso
-víspera ardiente de gozosa queja-

y me digo: Ya todo ha terminado...
Mas de pronto, despierta,
y allá en el negro hondón de sus pupilas
que son un despedirse y una ausencia,
algo me invita a su remota margen
y dulcemente, sin querer, me lleva.

Me llaman desde allá...
Mi nave aparejada está dispuesta.
A su redor, en grumos de silencio,
sordamente coagula la tiniebla.
Un mar hueco, sin peces,
agua vacía y negra
sin vena de fulgor que la penetre
ni pisada de brisa que la mueva.
Fondo inmóvil de sombra,
límite gris de piedra...
¡Oh soledad, que a fuerza de andar sola
se siente de sí misma compañera!

Emisario solícito que vienes
con oculto mensaje hasta mi puerta,
sé lo que te propones
y no me engaña tu misión secreta;
me llaman desde allá,
pero el amor dormido aquí en la hierba
es bello todavía
y un júbilo de sol baña la tierra.
¡Déjeme tu implacable poderío
una hora, un minuto más con ella!





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lunes, 18 de enero de 2021

"La noche de insomnio y el alba", de GERTRUDIS GÓMEZ DE AVELLANEDA (ESPAÑA/ CUBA, 1814-1873 d.n.e.)

"Desnudo reclinado", de Zinaida Serebriakova

Noche
Triste
Viste
Ya,
Aire,
Cielo,
Suelo,
Mar.
Brindándole
Al mundo
Profundo
Solaz,
Derraman
Los sueños
Beleños
De paz;
Y se gozan
En letargo,
Tras el largo
Padecer,
Los heridos
Corazones,
Con visiones
De placer.
Mas siempre velan
Mis tristes ojos;
Ciñen abrojos
Mi mustia sien;
Sin que las treguas
Del pensamiento
A este tormento
Descanso den.
El mudo reposo
Fatiga mi mente;
La atmósfera ardiente
Me abrasa doquier;
Y en torno circulan
Con rápido giro
Fantasmas que miro
Brotar y crecer.
¡Dadme aire! Necesito
De espacio inmensurable,
Do del insomnio al grito
Se alce el silencio y hable!
Lanzadme presto fuera
De angostos aposentos...
¡Quiero medir la esfera!
¡Quiero aspirar los vientos!
Por fin dejé el tenebroso
Recinto de mis paredes...
Por fin, ¡oh espíritu!, puedes
Por el espacio volar...
Mas, ¡ay!, que la noche oscura,
Cual un sarcófago inmenso,
Envuelve con manto denso
Calles, campos, cielo, mar.
Ni un ceo se escucha, ni un ave
Respira, turbando la calma;
Silencio tan hondo, tan grave,
Suspende el aliento del alma.
El mundo de nuevo sumido
Parece en la nada medrosa;
Parece que el tiempo rendido
Plegando sus alas reposa.
Mas ¡qué siento!... ¡Balsámico ambiente
Se derrama de pronto!... El capuz
De la noche rasgando, en Oriente
Se abre paso triunfante la luz.
¡Es el alba! Se alejan las sombras.,
Y con nubes de azul y arrebol
Se matizan etéreas alfombras,
Donde el trono se asiente del sol.
Ya rompe los vapores matutinos
La parda cresta del vecino monte;
Ya ensaya el ave sus melifluos trinos;
Ya se despeja inmenso el horizonte.
Tras luenga noche de vigilia ardiente
Es más bella la luz, más pura el aura...
¡Cómo este libre y perfumado ambiente
Ensancha el pecho, el corazón restaura!
Cual virgen que el beso de amor lisonjero
Recibe agitada con dulce rubor,

Del rey de los astros al rayo primero
Natura palpita bañada de albor.
Y así, cual guerrero que oyó enardecido
De bélica trompa la mágica voz,
Él lanza impetuoso, de fuego vestido,
Al campo del éter su carro veloz.
¡Yo palpito, tu gloria mirando sublime,
Noble autor de los vivos y varios colores!
¡Te saludo si puro matizas las flores!
¡Te saludo si esmaltas fulgente la mar!
En incendio la esfera zafírea que surcas,
Ya convierte tu lumbre radiante y fecunda,
Y aún la pena que el alma destroza profunda,
Se suspende mirando tu marcha triunfal.
¡Ay! De la ardiente zona do tienes almo asiento,
Tus rayos a mi cuna lanzaste abrasador...
¡Por eso en ígneas alas remonto el pensamiento,
Y arde mi pecho en llamas de inextinguible amor!
Mas quiero que tu lumbre mis ansias ilumine,
Mis lágrimas reflejen destellos de tu luz,
Y sólo cuando yerta la muerte se avecine
La noche tienda triste su fúnebre capuz.
¡Qué horrible me fuera, brillando tu fuego fecundo,
Cerrar estos ojos, que nunca se cansan de verte;
En tanto que ardiente brotase la vida en el mundo,
Cuajada sintiendo la sangre por hielo de muerte!
¡Horrible me fuera que al dulce murmurio del aura,
Unido mi ronco gemido postrero sonase;
Que el plácido soplo que al suelo cansado restaura,
El último aliento del pecho doliente apagase!
¡Guarde, guarde la noche callada sus sombras de duelo,
Hasta el triste momento del sueño que nunca termina;
Y aunque hiera mis ojos, cansados por largo desvelo,
Dale, ¡oh sol! a mi frente, ya mustia, tu llama divina!
¡Y encendida mi mente inspirada, con férvido acento
-Al compás de la lira sonora- tus dignos loores
Lanzará, fatigando las alas del rápido viento,
A do quiera que lleguen triunfantes tus sacros fulgores!





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viernes, 15 de enero de 2021

"Poema de los plazos que se cumplen", de ROBERTO GALAVIZ ÁVILA (MÉXICO, 1986--, d.n.e.)

                  Léase mientras se escucha:
                  No me falles / Los tres
Lo que me duele, confieso
es haber quedado en deuda
con la arena revuelta
de la bahía
haber dejado inconcluso
un recital de mentiras
lo que me duele
en el fondo
es que
hayamos quedado en deuda con
nuestras propias palabras
no me dolió la despedida
tus ojos, tus manos y tu ropa
ni la mueca absurda
de los plazos que se cumplen
no me dolieron las horas vuelo
la mala comida del avión
y el whisky barato
no es que quiera decir mucho
es más, no puedo
no pretendo
patalear
eso, dicen,
es para
los ahogados
hay que temer
a los besos que se anuncian
los que se diseñan con tiempo

hay que temerle a los plazos
al aire que se desliza y (se
rompe)
en la misma dirección
lo que me duele
en el fondo, te lo juro
es que
hayamos quedado en deuda
con
nuestras propias palabras.




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jueves, 14 de enero de 2021

"La gruta", de NÉSTOR OSVALDO PERLONGHER (ARGENTINA, 1949-1992 d.n.e.)

Poema perteneciente al libro "Parque Lezama", de fecha 1990  d.n.e.




                   "mordaza es a una gruta de su boca”
                    Góngora
vello y pelo, patroclo y vellocino
confúndense en el hombro,
la pierna de uno sobre el brazo de otro,
la
tornea atornillada tornazón o viraje
revir yedra, enlazada
en las escalinatas de "vinilo” (y violo)
era la semiluz para el toco
de manotadas o risáceas
alubias en el tronco de la ristra
o en el carajo emplumado
que alisa sus pencas de mimbres
y en vez de latiguear penetra
macizamente, la boca se abre como una gruta
a la que le es mordaza, pero gime
y el ruido
de esa masticación o rellanillo
rellena, corcovas de giba, la mucosa
o la saliva que se digladia y rueda, el beso del hombre

sobre el hombro, el pis del hombro
por las raspaduras de los labios
y las ojeras de violeta tul
que dan cadencia al arrimarse
de la pierna al tonsudo balanceo
de la nalga, en el cansino swing
de un silencio ritual, transido acaso
no por un trance sino por el oco de otros ecos:
los potros, que profanan vaqueros
e introducen cadenas de medalla en el culo de los atletas
y las pistolas de los albañiles
entran y reentran en una sola gruta, que no amordaza nada:
pero el gemido se retiene
contenido en la tremulación de la rodilla
o el chasqueo de las papilas
baja los tornozelos jabonosos, rumbo a la grosera ojota, el ojo
no se despabila, ya no ve
si es la pierna o el muslo
y si lo que se infla, en ese entre, es el globo de fuego de los dioses
o el huevo ocular de los mirones, agazapados en la oscuridad:
porque no hay luz, las rimas son oscuras y frías, la pantalla
riela y riza las olas de la pecera fabulosa.





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miércoles, 13 de enero de 2021

"Venido ido venido ido venido", de JOSÉE LAPEYRÉRE (FRANCIA, 1944-2007 d.n.e.)


Recuerdas primero danzamos
sobre el volcán pero ¿dónde dejamos
las flores? en el sitio en que la letra cayó
él atravesó el pasillo pasando de una puerta
a otra "finalmente he cedido al fin he
cedido terminé por ceder he cedido fue
delicioso" ellos desaparecieron en una limusina
negra "he caído del beso hacia la vida"
dijo ella ¡oh! no es necesario

Hablar de eso no lo van a soportar ella
se puso otra vez esa ropa que parece continuar
la piel construyen su vida como un teatro
en campaña es un rudo oficio
mantener en juego el mayor tiempo

posible antes que todo no voltee y no resbale
fuera del campo pero es una incendiaria
un pez que muerde las manzanas una gallina sí
una gallina que hace que él utilice sus propios cuchillos
hubo la primera flecha que fue el más bello malentendido
comparado con los otros ella salió del gran movimiento
giratorio ella se plantó y "vi los rastros de los pies
desnudos de Diana solamente los rastros y la violenta corriente
del aire enseguida perdí la idea misma de la posesión"

fue la entrada en escena empujada
por un gran soplo un espacio bello sin nada
adentro que era necesario tener abierto golpe
por golpe quedaba sólo el juego el choque desigual
de los dos términos y el momento de la apuesta
pues nadie más quería volver a lo mismo




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lunes, 11 de enero de 2021

"Panteísmo", de GREGORIO REYNOLDS IPIÑA (BOLIVIA, 1882-1948 d.n.e.)

Poema perteneciente al libro "El cofre de Psiquis", de fecha 1918  d.n.e.




Yo quiero de tus lágrimas el póstumo tributo,
en gracia de lo mucho que por tu amor sufrí,
el día en que siguiéndome con paso irresoluto,
al campo santo vayas para volver sin mí.

Al convertirme en árbol, te ofreceré mi fruto,
será mientras exista mi sombra para ti...
después, cuando a mi vera, cual mármol impoluto
reposes, mis raíces han de abrazarte allí.

Bajo mi savia —¡oh virgen!— tu carne toda en germen,
ha de surgir de nuevo con todos los que duermen
en subterráneo génesis el sueño vegetal...

Y al envolver mi tronco tu floreciente traje,
arriba, luminosas, en el etéreo viaje,
daránse nuestras almas el beso sideral.




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sábado, 9 de enero de 2021

"Li Qingzhao", de Stéphane Chaumet (FRANCIA, 1971--, d.n.e.)

Nosotros también bebemos
los ojos brindando
y es en ella en quien de súbito pienso
el alfiler que resbala de los cabellos en el abrazo
la transpiración ligera que moja su vestido
la seda que venda los pies
esta voz frágil en el agua del tiempo
y los rumores guerreros
la fuerza siempre vulnerable de la primavera que uno otea
en lucha con la nieve
el sollozo de las ruedas trazando la fisura sobre el camino que lleva
al éxodo al duelo la sacudida mirada que pende de la amarga nostalgia
una flor que pierde el fulgor de su rojo
como rojo borrado de los labios en la violencia de un beso
Acuérdate
En la pérdida en la gloria de las horas robadas
por la intensidad el don de un instante
destello de luna olor de canelero cuerdas de cítara
de una ebriedad, aquella del vino que ella tanto ha amado
y de mucho más que del vino
dame tus ojos
hundámonos juntos como ella canta en esta copa
ese volcamiento que nos retarda el paciente abismo.




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viernes, 8 de enero de 2021

"Tu cuerpo siempre cálido", de ANGELAMARÍA DÁVILA (PUERTO RICO, 1944-2003 d.n.e.)

tu cuerpo siempre siempre siempre tu
cuerpo cálido
tu piel la más jugosa sin embargo
el misterio me amiga hacia el abismo
loca desesperada contenida
fluyo
voy hacia la catástrofe atragantada desmelenada
pensando
descifrar el bolero que dice que sirvo para algo
que una flor en mi pelo es algo serio pero
detrás de cada beso juega un hueco – horror
donde se pudre lo que la historia jodió con tanta cosa
devoro estrellas
los dioses establecen su pauta – el labio
lucha a su muerte –violento–con la sombra

no importa
sigilosos chapoteando cercando el fuego en celo
acechantes de la fiera del miedo apareando el acoso
buscamos la caricia la dulce metedura
conjuramos:
¡Aquí tu cuerpo-tú!
más caliente que nadie más jugoso
revueltos y fogosos
sabios desesperados mojados
ávidos hasta no poder más sobándonos
sacudiendo las entrañas resbalando
nos movemos nos venimos mirando hondo
espantando fantasmas
descifrando el bolero
esperando el milagro.
Allí está la alegría
que se retuerce intensa en la tristeza
en un rayo de sol desesperado
que se cuelga obstinado
entre las ramas retorcidas, viejas,
de los árboles negros;
de flamboyanes negros, con recuerdos
de sangre caída;
coagulada de pétalos,
al borde del barranco,
silencioso y cuajado de murmullos.
Allí está la alegría,
resbalando constante por las ramas
opacas y sombrías
y cae, ya fatigada,
cansada de luchar contra las sombras;
arropada de lágrimas…



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miércoles, 6 de enero de 2021

"Lentamente me casé con ella", de LEONARD COHEN (CANADÁ, 1934-2016 d.n.e.)

Poema perteneciente al libro "Antología poética", de fecha 2012  d.n.e.




Lentamente me casé con ella
lenta y amargamente me casé con su amor
me casé con su cuerpo
en el aburrimiento y el gozo
lentamente fui a ella
lenta y resentidamente llegué a su cama
fui a su mesa
por hambre y por hábito
fui a que me dieran de comer
lentamente me casé con ella
sancionado por nadie
con la bendición de nadie
en nombre de nadie
en medio de advertencias generalizadas
en medio de la burla generalizada
fui a su fragancia
con las narices distendidas
fui a su codicia
con semilla para un niño
años para la llegada
y años en retirada
lentamente me casé con ella
lentamente me arrodillé
y ahora estamos heridos
tan profundamente y tan bien
que nadie puede hacernos daño
excepto la propia Muerte
y a través de la totalidad del sueño de la Muerte
me muevo con sus labios
el sueño es una noche
pero eterno es el beso
Y lentamente voy a ella
lentamente nos despojamos
de los ropajes de nuestras dudas
y lentamente nos desposamos



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lunes, 4 de enero de 2021

"Beso con lengua", de MARÍA DE LOS ÁNGELES POPOV (COLOMBIA, 1969-- d.n.e.)

Morfema de lenguas,
vocalización perfecta de la a entre las piernas,

posición de sensaciones,
fonema íntimo,
cavidad nasal,
triángulo donde se moja la lengua,
abertura máxima,
pubis vocálico,
baja lenguas,
voz,
vagina fonética,
papila gustativa,

morfología,
pronunciación íntima,
paladar explorador del exotérmico,
saliva,
sí-laba,
si,
a,
cerrada,
abertura pélvica,
vocálica,
a,
máxima,
menor,
media,
lengua,
anterior,
posterior,
respiración,
morfema,
no se pueden cerrar las piernas,
orgasmo,
sonido sin habla,
sonoridad,
resonador,
acento,
donde no se habla,
solo se gime,
y
se
redime
el movimiento.



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viernes, 1 de enero de 2021

"El prmer beso", de NIEVES XENES (CUBA, 1859-1915 d.n.e.)

Su luz radiante el sol de la mañana,
cual polvo de oro que en el aire riela,
al través del cristal de la ventana
derramaba en la alcoba de Graciela.

Allí, en el nido aquel blanco y risueño
donde todo encantaba la mirada,
la niña, ya despierta de su sueño,
en su lecho de encajes reclinada,

con los negros cabellos esparcidos,
fijos los negros ojos relucientes,
y entreabiertos los labios encendidos
dejando ver el nácar de sus dientes;

pensaba ensimismada en esas cosas
-sonrientes y fúlgidas quimeras-
en que piensan las niñas candorosas
cuando tienen catorce primaveras.

Dejó al fin su abstracción, y al ver cercano
sobre un mueble un retrato de su primo,
sentándose, alargó la blanca mano
haciendo un gesto de desdén y mimo.

Parecióle al cogerlo que el retrato
atento la miraba, absorto y mudo,
y avergonzada, con pueril recato,
tapóse el seno trémulo y desnudo.

Contempló del mancebo el rostro hermoso,
largo rato, y en dulce devaneo,
en su semblante cándido y gracioso,
con destello fugaz brilló un deseo.

En honda confusión dudó un instante,
y después, de pasión sintiendo accesos,
ansiosa, conmovida y palpitante,
dio al retrato el más tierno de los besos.

Y con la faz por el rubor pintada,
volvió la vista a un lado vivamente,
no atreviéndose, tímida y turbada,
a mirar el retrato frente a frente...

¿Verdad que es una dicha incomparable
ser niña, candorosa y hechicera,
sentir con turbación inexplicable
el tierno afán de la pasión primera,

a sus delirios entregarse ufana
con inocente y púdico embeleso,
y en una hermosa y fúlgida mañana
soñar temblando la embriaguez de un beso?



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