En sueños tu imagen presentó a la mía, mejilla y pecho;
recogí la rosa y mordí la manzana;
me ofreció los rojos labios y aspiré su aliento:
me pareció que sentía el olor a sándalo.
¡Ojalá quisiera visitarme cuando estoy despierto…!
Pero entre nosotros pende el velo de la separación:
¿Por qué la tristeza no se aparta de nosotros,
por qué no se aleja la desgracia?
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