¡Oh dulce gusto extraño y peregrino
Gustado en esos labios divinales,
Veneras de las perlas orientales
Y puertas del imperio cristalino!
Más colorados que el coral más fino,
Más dulce que la miel de los panales
Y que la ambrosía y néctar celestiales
Que a dioses por manjar no más convino.
La paz a tanta fe solo debida,
El ser de nuestras almas se trocaba.
La una con la otra tan unida,
Y un alma en los dos cuerpos animaba
Y dos en cada cuerpo daban vida.
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