Agua,
hilitos de agua
que tocan la garganta
sin dejar de sentirse en los labios.
Agua
que pones en mi boca
con la tuya.
Y en tus labios
huellas
de una leve mordida
y una lengua tenaz
en los pliegues leves
de un beso.
El olor de la manzana
que mordías,
no verde, roja,
me obliga
de nuevo
a cerrar los ojos
para sentirme
devorado,
bebido,
convertido
luego en un olor
en tu memoria.
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