me enlazas y rodeas,
y el cuello reclinado,
el pecho y faz risueña,
tus labios a mis labios,
oh blanda Nisa, llegas,
y atrevida me muerdes
y mordida te quejas,
y aquí y allí vibrando
la balbuciente lengua,
ya chupas, ya respiras
la dulcísima y tierna
aura de tu süave
ánima que alimenta
mi vida miserable
cuando blanda me besas,
y agotando esta mía
caduca y con la fuerza
del ardor encendida,
del ardor que alimenta
el impotente pecho,
le burlas y le templas
de un soplo, ¡ay, aura dulce
que mi calor recreas!,
perdido exclamo entonces
que dios de dioses sea
Amor, y que ninguno
ser mayor que Amor pueda.
Empero si algún otro
aun le excede en alteza,
tú sola mayor eres
que el Amor, Nisa bella.
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