lunes, 28 de diciembre de 2020

"La violencia del color", de ROBERTO CRUZ ARZABAL (MÉXICO, 1982-- d.n.e.)

"La sposa dei Sacri Cantici" (1854), de Gaetano Motelli

 
                                        Y tú estabas en medio de todo eso, tocando
                                                            Cristina Rivera Garza

      y es que algo ocurre allí; quiero que me lo confiese la violencia del color
                                                             Cinthya García Leyva


Mirar de nuevo los dobleces
los pliegues o la carne
que devora otra carne

el abrazo se dice también en otra lengua

la partida de ajedrez inacabada en un plano superpuesto
unos ojos que se evitan
se deslucen

se atragantan

viene y va una mano sobre otra

El verde era el color de los verdugos, no aquí sino en su leviatán sonoro; en el cruce de las formas, el equilibrio de los sólidos es inevitable. Se dice, también, que en otra forma caben los restos del lenguaje, se dice que una frase es una puerta pero mienten, quizá sea una rendija o un candado, pero una puerta nunca; la apertura le está dada al balbuceo.

En medio de nosotros, una mesa
que sostiene nuestro juego
nuestras manos que se miran
disimuladamente con las uñas

las uñas son los ojos de los dedos, su glaucoma

una imagen es imagen de sí misma, su contradicción también, también su marco; una imagen que contiene lo que sabe, que lo niega y que se dice

eres mi doble o mi doblez
un pliegue
mapa de mis manos

la ruta que confunde la línea con el trazo

el gris es el color del ajedrez, el encuentro provocado por el jaque
el gris es el color de la mirada en los ojos de los perros
¿De qué color miran los dedos cuando ahogan? ¿De qué color el ojo anal, si acaso mira o se dice en el prolapso? ¿De qué color las manos del amante cuando limpias se atreven a tocar lo que se da?

el verde es el color
el gris la forma
la línea es una nota

a carcajadas

a horcajadas la cabalga entre los dientes
la lengua que habla del color
montada a pelo sobre pelo; un dedo es el jinete
Bilabial, la boca. El beso. El chasquido.
Bilabial también la vulva
la lóbrega plegada hacia su centro

¿Será verde o gris el color de la enramada?

Una imagen sobre otra, se tocan, se contienen; una imagen que se sabe al centro de otra: la violencia del color; una imagen que corta la mirada, que le impide su juntura; la violencia, del color de las imágenes depende la apertura del bastón, canal que se vierte en el desagüe. Una imagen sobre otra, sobrepuesta. La memoria es una imagen que se corta.

La
violencia
del encabal
ga
miento
la sílaba la bi
labial es la montura
beso de las imá
genes tan claras

impostura de la sombra
es la violencia de un color que se parece
a su sonido
verde bilabial o gris

como quien dice



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sábado, 26 de diciembre de 2020

"Como si cada beso", de FERNANDO ANTONIO NOGUEIRA PESSOA (PORTUGAL, 1888-1935 d.n.e.)

"Belleza al claro de luna", de James Sant


Como si cada beso
Fuera de despedida,

Cloe mía, besémonos, amando.
Tal vez ya nos toque
En el hombro la mano que llama
A la barca que no viene sino vacía;
Y que en el mismo haz
Ata lo que fuimos mutuamente
Y la ajena suma universal de la vida.



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lunes, 21 de diciembre de 2020

"Angustia", de STÉPHANE MALLARMÉ (FRANCIA, 1842.1898 d.n.e.)



Desnudo recostado, de Zinaida Serebriakova



Esta noche no vengo a vencer tu cuerpo, oh bestia
en la que se juntan los pecados de un pueblo,
ni a surcar en tu impuro pelo una triste borrasca
bajo el hastío incurable que vierte mi beso:

A tu lecho le pido dormir hondo y sin sueños
cerniéndose bajo el dosel de los remordimientos
que puedes saborear tras tus negras mentiras.
Tú, que sobre la nada sabes más que los muertos.

Porque el Vicio, que roe mi natural nobleza,
me ha como a ti marcado con su esterilidad,
pero mientras que tú guardas en tu seno de piedra

un corazón que el diente de ningún crimen hiere.
Yo huyo, pálido, exhausto, viendo en todo un sudario,
y temiendo morir cuando me acuesto solo.



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viernes, 18 de diciembre de 2020

"Recuerda la olvidada belleza", de WILLIAM BUTLER YEATS (IRLANDA, 1865-1939 d.n.e.)



Al ceñirte en mis brazos,
estrecho contra mi corazón esa belleza
que del mundo hace mucho se marchara:
coronas engastadas que reyes arrojaron
en charcas fantasmales, huyendo los ejércitos;
cuentos de amor tejidos con hebras de seda
por soñadoras damas en telas que nutrieron la polilla asesina:
rosas de tiempos idos
que las damas tejieron en sus pelos;
lirios fríos de rocío que las damas portaron
por tanto corredor sagrado,
adonde tales nubes de incienso se elevaban
que sólo Dios estaba con los ojos abiertos:
ya que el pálido pecho, la mano demorada,
nos llegan de otras tierras más pesadas de sueño,
y también de otra hora más pesada de sueño.
Y cuando tú suspiras entre besos
escucho la blanca Belleza también suspirando

por aquella hora cuando todo
deberá consumirse cual rocío.
Mas llama sobre llama y hondura sobre hondura,
y trono sobre trono y medio en sueños,
posadas sus espadas en sus férreas rodillas,
tristemente cavilan sobre grandes misterios solitarios.




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miércoles, 16 de diciembre de 2020

"Canción serena", de VICTORIANO CREMER ALONSO (ESPAÑA, 1906-2009 d.n.e.)

Poema perteneciente al libro "Nuevos cantos de vida y esperanza", de fecha 1951  d.n.e.



Un día puro, alegre, libre quiero.
Fray Luis de León

No me dejéis así:
Sorbido por la tierra
hondísima y vibrante como el clamor penúltimo;
con este olor maduro de soles y horizontes
abriéndome en el pecho un surco luminoso.

No es que el cuerpo me suene a cristal derramado
ni que diez corazones me alanceen las yemas,
ni que cielos redondos agolpen sus rebaños
a mis ojos mastines, ladradores de cimas.

Es que un mar fugitivo rinde velas y senos
y pétalos y espumas en la gozosa playa
donde el rumor se atreve a mancillar la sombra.
¡Y se me ciegan labios y gritos y pupilas!

Es que siento que el aire es de carne dulcísima
y la luz sólo luz. Que el contorno me huye
a bandadas blanquísimas de palomas y lirios
y me abandonan manos y dientes y melenas.

¡No! ¡No me dejéis así! Moriría desnudo
sin sentirme morir.

Y mi pobre vestido, con su sangre caliente,
se hundiría, esperando mi imposible retorno.




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lunes, 14 de diciembre de 2020

"La noche le es propicia", de JOSÉ AGUSTÍN GOYTISOLO GAY (ESPAÑA, 1928-1999 d.n.e.)

Venus dormida, de Luca Giordano



Todo fue muy sencillo:
ocurrió que las manos
que ella amaba,
tomaron por sorpresa
su piel y sus cabellos;
que la lengua
descubrió su deleite.

¡Ah! detener el tiempo!
Aunque la historia
tan sólo ha comenzado
y sepa que la noche
le es propicia,
teme que con el alba
continúe su sed
igual que siempre.
Ahora el amor la invade
una vez más. ¡Oh tú
que estás bebiendo!
Apiádate de ella,
su garganta está seca,
ni hablar puede.
Pero escucha su herido,
respira la agonía
de un éxtasis y el ruego:
¡no te vayas, no, no te vayas.
¡Quiero beber yo!




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jueves, 10 de diciembre de 2020

"Hemos sido felices durante muchos días", de NAPOLEÓN BONAPARTE (FRANCIA, 1769-1821 d.n.e.)


Carta de Napoleón Bonaparte a Josefina de Beauharnais.


Marie-Josèphe-Rose Tascher de la Pagerie (1763-1814),
casada con Napoleón Bonaparte en 1796, fue desde 1804 emperatriz de Francia.
 


Marmirolo, 29 mesidor, nueve de la noche (17 de julio de 1796) 

 He recibido tu carta, mi adorable amiga, que ha llenado mi corazón de júbilo.Agradezco tus esfuerzos por enviarme noticias tuyas. Tu estado de salud debe haber mejorado. Tengo la certeza de que ya estás curada. Te aconsejo encarecidamente que montes a caballo, convencido de que te sentará muy bien.

Desde que te dejé, he estado constantemente triste, mi felicidad reside en estar cerca de ti; mi memoria evoca a cada instante tus besos, tus lágrimas, tus cariñosos celos, y los encantos de la incomparable Josefina reavivan sin cesar una llama viva y ardiente en mi corazón y mis sentidos. ¿Cuándo podré, liberado de toda inquietud, de toda contienda pendiente, pasar todo mi tiempo en tu compañía, y no pensar en otra cosa sino en amarte y disfrutar de la dicha de decírtelo y demostrártelo? Haré que te envíen tu caballo; aunque confío que puedas reunirte conmigo muy pronto.

Hace algunos días creía amarte, pero después de haberte visto, siento que te amo mil veces más. Desde que te conozco, te adoro cada día un poco más: lo que demuestra cuán falsa es la máxima de La Bruyère sobre que «el amor llega de golpe». Todo en la naturaleza sigue su curso y adquiere diferentes grados de crecimiento. ¡Ah! Te lo suplico, permíteme descubrir algunos de tus defectos; sé menos bella, menos graciosa, menos tierna y, lo que es más importante aún, menos buena; pero, sobre todo, no tengas nunca celos, no llores jamás, tus lágrimas me nublan la razón, inflaman mi sangre.

Créeme cuando digo que escapa de mi control tener un pensamiento que no vaya dirigido a ti, una idea que no te pertenezca.

Descansa bien, restablece pronto tu salud. Ven a reunirte conmigo, y así al menos antes de morir podremos decir: «Hemos sido felices durante muchos días».

Millones de besos para ti y también para Fortuné, a pesar de su maldad.

BONAPARTE



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miércoles, 9 de diciembre de 2020

"ASÍ FUE LO DE NOSOTROS", de Paulino González y Juan Rafael Pérez-Vera, interpretado por SENDEROS (ESPAÑA, 1997 d.n.e.)

Sevillana perteneciente al álbum "Toreando al tiempo", de fecha 1997  d.n.e., del grupo SENDEROS (formado por Manuel Ramos, Miguel Ángel y José Antonio Gallardo)




I
Yo era libre desde siempre
sin saber de ti
hasta un día de septiembre
que te vi.

ESTRIBILLO:
Y así fue lo de nosotros,
un encuentro como otro,
dos miradas,
flechazo y amor de paso;
nada.


II
Nuestro amor fue un sentimiento
que el tiempo borró,
nuestro amor fue como un sueño
que no se cumplió.


ESTRIBILLO:
Y así fue lo de nosotros,
un encuentro como otro,
dos miradas,
flechazo y amor de paso;
nada.


III
La pasión se hizo costumbre
y el cariño aquel
se apagó como una lumbre
que no pudo arder.


ESTRIBILLO:
Y así fue lo de nosotros,
un encuentro como otro,
dos miradas,
flechazo y amor de paso;
nada.


IV
Y otro día de septiembre
volvimos los dos
a ser libres como siempre
sin amor.

ESTRIBILLO:
Y así fue lo de nosotros,
un encuentro como otro,
dos miradas,
flechazo y amor de paso;
nada.



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martes, 8 de diciembre de 2020

"BESOS DE DOMINGO, de SILVIA SOLER IGUASCH (ESPAÑA, 1961--, d.n.e.)

Fragmento perteneciente a la novela "Besos de Domingo", de fecha 2008  d.n.e.


12 de febrero de 1949
Residencia de las Teresianas


¡Ha venido Quimet! Después de una semana estudiando día y noche, el Señor se ha compadecido de mí y me ha hecho este regalo. A las ocho de la mañana me han llamado por teléfono y Quim me ha dicho que estaba en Barcelona. ¡Dios mío, qué alegría!

Me he vestido en un santiamén, pero con mucho cuidado, para estar muy elegante para él: me he puesto una falda azul marino, el niqui beis y la chaqueta azul celeste; abrigo y zapatos azul marino, el pañuelo de gasa, guantes blancos y bolso de charol.

Cuando nos hemos encontrado nos hemos emocionado tanto, nos hemos puesto tan nerviosos, tan contentos, que hablábamos los dos a la vez, nos callábamos al mismo tiempo, nos echábamos a reír y volvíamos a hablar los dos al mismo tiempo.

Íbamos tranquilamente por la calle Aribau, cogidos del brazo, y nos hemos cruzado con Guardiola, un vecino de mis padres. Hemos hecho como si no lo viéramos y él no ha dicho nada, pero estoy segura de que también nos ha visto. Me da tanto miedo pensar en las consecuencias que puede tener este encuentro inoportuno…

Hemos ido a Montjuïc y hemos visto Barcelona, gris y turbia, a nuestros pies. Soplaba un aire helado y húmedo, y nos hemos refugiado enseguida en un restaurante y, de paso, hemos comido algo. Hemos ocupado una mesita pequeña y redonda junto a la ventana, con el invierno fuera, y Quim me ha mirado como no lo había hecho nunca. «Te quiero», le he dicho sin pensar. Cuando he empezado a sonrojarme me ha dado un beso largo en la mejilla.

Después de comer solo nos quedaba tiempo para ir a la estación, porque él tenía que coger el tren. Ha empezado a llover y, protegidos con el paraguas, he sentido una intimidad especial. Cuando le he dicho que me habían puesto dos sobresalientes más, me ha obligado a pararme y, sin más ni más, me ha besado en los labios. La alegría se me ha subido a las mejillas y he vuelto a sonrojarme, pero se me ha pasado enseguida porque estaba segura de que el beso había durado más de un segundo, como dice el confesor, así que mañana tendré que confesarme y me va a dar mucha vergüenza…

El día se me ha hecho muy corto y, cuando se lo he dicho, se ha puesto muy serio y me ha contestado: «Sí. Hoy haría un disparate». «¿Un disparate?», he preguntado. «Sí, me casaría contigo ahora mismo, esta misma tarde».

Yo también me habría casado y así habríamos podido ir a nuestra casa a protegernos del frío y a descansar tranquilamente, sentados en el sofá, sin tener que mirar el reloj. Cuando nos hemos despedido, con dos besos, me ha costado mucho separarme de él, como si nuestros cuerpos fueran imanes.

Cada vez me cuesta más.

Por la noche me he puesto triste sin remedio. Mi estado de ánimo ha decaído, ha empezado a adelgazar hasta quedarse como una cáscara de cebolla. Solo tengo ganas de llorar. Sin él estoy sola y desamparada. Quiero estar con él, pero tengo remordimientos. Quiero estar con él, pero quiero estudiar. Quiero estar con él.


*********


Barcelona, octubre de 1949
Residencia de las Teresianas


La última visita de Quim ha estado a punto de acabar como el rosario de la aurora. Todo había ido muy bien por la tarde, con sus novedades en la farmacia y el relato de sus trabajos en la vieja masía de Can Jordà, donde ha encontrado una consola isabelina de nogal que le han vendido por dos reales…

Pero ha llegado el momento de despedirnos, el momento que todos tememos y deseamos a la vez. Lo esperamos impacientes porque es el momento del beso. Son mis normas, es decir, las normas que yo tengo que cumplir si no quiero tener que confesarme cada vez que salimos. «Un beso breve y casto para despedirse es lo único que le está permitido», dice el confesor.

Y yo se lo digo a Quim. Y Quim protesta, pero lo acepta. Es tan creyente como yo, pero solo va a confesarse cuando le parece necesario. No tiene un seguimiento tan estricto como yo con el padre de la residencia.

Hoy me ha dado un beso de despedida, pero lo ha alargado más de la cuenta. Ni uno, ni dos, ni tres segundos. Ha sido mucho más largo. Se estaba tan bien que yo tampoco me he echado atrás, pero en cuanto nos hemos separado he empezado a arrepentirme y a recriminárselo a Quim. Y se ha enfadado, y me ha dicho que le parece una tontería tener que contar los segundos que dura un beso. Que nos besamos porque nos queremos y que no puede ser nada malo.

Ha subido al tren un poco enfadado y a mí se me han llenado los ojos de lágrimas. Se ha asomado por la ventanilla y ha dicho: «Anda, no llores».

Mañana voy a confesarme.




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miércoles, 2 de diciembre de 2020

"Dulce amor", de VICTORIANO CRÉMER ALONSO (ESPAÑA, 1906-2009 d.n.e.)

Poema perteneciente al libro "El amor y la sangre", de fecha 1966  d.n.e.



«…Encerrados vivimos. La costumbre
levanta muros, aprisiona cielos,
esparce sones, crucifica rosas,
limita los caminos…»
VC

Las cosas suceden así,
sencillamente

Vuelven del trabajo
con sabor de cal viva entre los dientes.
La esposa les contempla con costumbre.
─¿Quién dice amor, si la palabra estalla?─.

Y cogen del pan,
como si fuera barro y arena,
un puñado tan sólo.
(Es pan de pobres, desalado y negro
y triste como el silencio de la casa toda.)

Y se marchan.

(La esposa les oye cerrar la puerta,
pero no dice nada. ¡Está tan cansada!
Prefiere aquella fría soledad
con olor de abandono.

Pudiera recordar su juventud y dormir,
pero ¿quién sueña o duerme?
Los pobres no recuerdan;
mueren como las piedras roídas de las murallas.

Ellos, en tanto, beben
un agrio vino con sabor de azufre;
y si ríen y gritan y golpean,
es porque ─¡Dios, qué vida!─
da rabia beber sin alegría.

Acaso entonces lleguen hombres
de esos que velan por la paz de las familias,
y les hablen del dulce amor de las esposas
y del descanso junto al fuego,
escuchando, por la radio, una dulce canción,
mientras los niños buscan en el atlas
países coronados de yedras o corales…

Si esto sucede, gritan con más fuerza
y beben más vino agrio con sabor de azufre,
hasta que ya no saben dónde tienen los ojos,
ni por qué les duele el corazón.

Les arrojan con prisa.
La calle es larga, y en el firmamento
las estrellas relucen.

Regresan a la casa ─¡oh dulce hogar!─ llorando.
La esposa les contempla con costumbre.
─¿Quién dice amor, si la palabra estalla?

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