si pudiera tener de ti esa mirada,
si volvieran a ser míos tus anhelos;
sentirme abrasada en tus brazos,
si pudieran quemarme tus labios;
si no fueran ajenos tus besos,
si la culpa no sellara tu boca,
y si no fuera prohibido el deseo
de comerme tu alma a pedazos,
¡qué gran soberbia la mía!
¡qué gran pecado he cometido,
pensar que podía tenerte
y que tu querías ser mío!
tienes mi rendición en tus manos
si acaso tu quisieras salvarme,
pero mi cuerpo solo quiere tenerte
para yacer en el tuyo y morir pecadora.
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