Yo la ayudé a vestirse esa mañana...
¡Parece que la veo todavía!
Estaban sus mejillas como grana,
y quería llorar y se reía...
Una estatua de rosa y porcelana
mi niña de ojos negros parecía,
y yo, al palpar su juventud lozana,
me deleitaba y a la vez sufría.
Al cerrarle el corsé de encajes lleno,
sentí como un efluvio de claveles
que subía del fondo de su seno...
Era su pecho una ánfora de aromas,
y yo como una abeja, libé mieles
en las puntas rosadas de su pomas...
¡Parece que la veo todavía!
Estaban sus mejillas como grana,
y quería llorar y se reía...
Una estatua de rosa y porcelana
mi niña de ojos negros parecía,
y yo, al palpar su juventud lozana,
me deleitaba y a la vez sufría.
Al cerrarle el corsé de encajes lleno,
sentí como un efluvio de claveles
que subía del fondo de su seno...
Era su pecho una ánfora de aromas,
y yo como una abeja, libé mieles
en las puntas rosadas de su pomas...
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