Beso todos los días una foto que ya no entiendo.
A veces mi lengua desgasta tus ojos.
A veces tu cabeza desaparece por completo
y entra en mi cuerpo como tinta venenosa.
Es un ritual doloroso besarla con sabor a otros labios.
Morderla con el dolor de otros dientes.
Palparla cuando estoy tan sola.
Pero he decidido imponerme este castigo,
aun sabiendo que ya no vale de nada,
porque encuentro en nuestras miradas frías
el resguardo que mi pecho necesita.
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