Bóreas y Oritía, de Evelyn de Morgan, 1896. |
Prepara, ¡oh blando sueño!
Tiende el lecho mullido,
y con dobles cortinas
sombrea su recinto:
Pon al Silencio mudo,
el dedo al labio fijo,
y al plácido Reposo,
que celen escondidos.
Los celos y la envidia
con duro rostro lívido,
cuidados veladores,
el ansia de Destinos;
haz piadoso, que rueden
lanzados al abismo,
y que amorosas sombras
de los graciosos Silphos
grata ilusión derramen
dentro del pecho mío.
Ven ya, sueño hechicero,
con su dulzor suavísimo,
y en tus lánguidos brazos
dale a mi pecho alivio.
Trae la imagen bella
de aquella por quien vivo,
y grávala en mi mente
con sus colores mismos;
suelta, gentil, graciosa,
ojos adormecidos,
y en ellos retozando
los tiernos amorcillos;
perlas en carmín puro
con celestial rocío;
clavel y frescas rosas
sus labios encendidos,
que persuasión los bañe
con su licor divino;
convidando a robarla
un celestial besito.
¡Oh sueño regalado!
escucha mis suspiros,
y de la dura ausencia
mitiga el cruel martirio.
mas si, tirano intentas,
que entregue adormecido,
mi Abibina y su Beso
a manos del olvido;
vuélate, sueño, ingrato,
a tu Cimerio asilo,
y para siempre huyendo
de los párpados míos,
vele, saboreando
mi Beso favorito.
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