mil cauces bebió mi boca hasta encontrarte y tú estabas en la orilla;
y verte fue un latido a vida o muerte, un bloque desprendido,
un hallazgo de nieve en el desierto;
y quedé vencido cual badajo roto,
cual hoz sin filo;
… vencedora,
tú conoces el alma del hombre más felino y yo conozco tus lágrimas;
por ellas, por cada una de ellas,
traspasaría todas las fronteras y marcas de la tierra,
porque tú sabes que tus ojos son mis ojos
y tu aliento es mi aliento;
… soy en ti el hombre más rudo y más veraz,
el instinto arrancado entre la sangre,
pero recuerda ¿qué soy, qué soy cuando te beso…?
porque entonces te prendes, te deshielas, te desvaneces,
y en ese instante y pulso que atropella nuestro ser y nuestras bocas,
compartimos un vuelo sin miedo al infinito.
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