domingo, 5 de abril de 2020

"Pelando una naranja", de VIRGINIA HAMILTON ADAIR (EE.UU., 1913-2004, d.n.e.)

Rubia, de Maestro Andrade


Desnuda me encuentro entre ti y un plato con naranjas
leyendo La Ilusión del Mundo entre lágrimas.

Tocas… a través mío con ganas de fruta global
el brazo desnudo, fuerte, tibio y velloso en mi vientre.

Tus dedos investigan la piel de una naranja marina
que desprende pequeñas explosiones de aceite aromático.

Colocas redondas cáscaras de oro en un patrón extraño
sobre mi cuerpo pálido. Recomponiéndote, te agachas y muerdes
las rodajas para desatar los olores impacientes.

Digo “¡alto, me haces cosquillas!” con los ojos todavía en la página.

Por el aire, aromas a naranjal. A través de las hojas verdes
brilla la nieve majestuosa. A través de los labios rojos
se cierran tus dientes níveos como línea translúcida.

Tu cara sobre la mía eclipsa a La Ilusión del Mundo.

De tu boca a la mía, pasan el jugo y la pulpa.
Reímos labio contra labio.
Aún leyendo, aún entre sollozos,
sostengo mi libro detrás de tu cabeza.

Me dices “lee: no soy más que una ilusión” deslizándote sobre mí
con suavidad, quieto y amable,
sonriendo verde a través de largas pestañas. Y pronto
digo: “No te detengas. No me desilusiones”.

La nieve se derrite. La montaña se vuelve hilos de plata.
Las naranjas son los mundos de oro de los sueños oscuros.





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