Venus, de Lauri Blank |
... y fue sólo aquella noche
sin que lo supiese nadie.
Cuando pasé tú besabas
un clavel color de sangre
y entre la flor y tu boca
quedó prisionero el aire.
¡Quién fuera aquel prisionero
que tuvo tan dulce cárcel!
Yo a tí te dije: ¿Te vienes?
y si al principio dudaste,
pronto acabaron tus dudas,
sentí gemir tus cristales
y tus pies chiquirritines
fueron bordando la calle.
-¿Vamos a la Plaza Nueva?
-¿Vámonos mejor al Parque?
Corrióse arriba una estrella.
-¡Mira qué lindo brillante!
Tus manos de flor y espuma
se posaron sobre el aire.
-¿Te gusta mirar la noche?
-Me gusta mejor mirarte.
y estaba la noche aquella
perfumada de azahares,
borracha de luz de luna
envolviéndose en romances.
En el carmín de tus labios
llegó la risa a cuajarse.
-¿Vamos y vemos la fuente?
- Vámonos donde tú mandes.
La luna rompió una nube
que se le puso delante
y en el cristal de la fuente
llegó la luna a mirarse.
-¿Y no te gusta la luna?
-Me gusta mejor besarte.
La luna guiñóme entonces,
sentí que tembló tu carne...
y fue solamente un beso
sin que lo supiera nadie.
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