Déjame que me acerque a ti
a mojarme en tu piel,
en el olor
de tu voz, pues ya quiero
vivir o naufragar de muerte tuya.
Déjame
decir para que no
me entiendas las palabras,
igual que el mar no sabe
de vientos.
Déjame
dejarme junto a ti:
que yo me ahogue
en la luz de tus hombros,
haga pies
por donde tu cintura.
Déjame
beberme el mar,
amar el mar,
al abra de tus ojos.
Déjame
dejarme estar, bien hondo,
allá donde solemos,
donde no
se oye la brisa siempre.
Es cuando veo
caer un arco iris, levantarse
un pozo de tus manos.
O, como suele ser,
cierras el mundo
y sólo hay mar.
Un río
somos los dos, andamos
para que yo me hunda
en tus innumerables
olas,
pasamos juntos
por el solo paisaje
que se nos vive.
Déjame
cortar todos los árboles.
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