Siembre tu corazón en labio ajeno,
aire que hiera el surco de mi oído;
y en él siembre su pecho estremecido
la palabra dolida y su veneno.
Siembre la luz ardiente el labio pleno
en quieta frente, en pensamiento herido.
Derrota ausencia, desamor, olvido,
la voz donde a vivir yo te condeno.
Desordena mi cielo, mi mañana,
mi vida entera mueve y equivoca
con la corriente que en tu labio mana.
Que me asesina el vino de tu boca
esta escasa cordura, cruel tirana.
Alóquemela, amor, su sal, aloca.
aire que hiera el surco de mi oído;
y en él siembre su pecho estremecido
la palabra dolida y su veneno.
Siembre la luz ardiente el labio pleno
en quieta frente, en pensamiento herido.
Derrota ausencia, desamor, olvido,
la voz donde a vivir yo te condeno.
Desordena mi cielo, mi mañana,
mi vida entera mueve y equivoca
con la corriente que en tu labio mana.
Que me asesina el vino de tu boca
esta escasa cordura, cruel tirana.
Alóquemela, amor, su sal, aloca.
Leer más poemas de este autor en el blog BESOS.
Enlace recomendado:
No hay comentarios:
Publicar un comentario