Ni el candor de tu rostro, que revela
que tu sensible corazón dormita,
ni tu mórbido seno que palpita,
ni tu inocente gracia que consuela;
ni tus brillantes ojos de gacela,
ni tu boca de grana, urna bendita
donde un beso parece que se agita
cual mariposa que vagar anhela,
inspiran más al alma enamorada,
por tus encantos celestiales loca
ya tu yugo hace tiempo encadenada,
que ese lunar que a adoración provoca…,
¡pequeña, fugitiva pincelada
que el Amor quiso dar junto a tu boca!
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