Te propongo esta noche
llegar a un acuerdo,
un diálogo entre mi cuerpo y tu cuerpo
una conversación sin palabras,
un silencio de proyectos,
que tus dedos interpreten
el lenguaje de mis dedos.
Te propongo, simplemente,
alargar la caricia,
no planear la llegada a la cima
sino navegar con el remo de mis brazos
no utilizar para nada el salvavidas
ni que el tiempo detenga la mirada
dirigida a los botones de tu camisa.
Te propongo un pacto de susurros,
una tertulia de gemidos,
un monólogo de gritos,
que todo lo que no dijimos
en la piel permanezca escrito.
Te propongo una noche interminable,
lenta, muy lenta, tan lenta
que cuando nos interrogue la mañana
no sepamos quiénes somos
ni hacia dónde vamos,
como si aprendiéramos de nuevo a leer
igual que dos niños pequeños,
como si aprendiéramos de nuevo a escribir
sobre el pálido folio de nuestro cuerpo.
Te propongo una lectura corpórea
desde el prólogo de tus ojos
hasta el epílogo de mi boca.
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