más flota que desciende, serenamente gris...
el viento, adormilado, sobre la tarde queda
y sobre los ramales la nébula sutil.
Cabalgan por el éter tristezas invernales,
y en la tranquila estancia, serenamente gris,
mientras la vaga niebla se asoma a los umbrales
¡te duermes en mi pecho como una flor de lis!
Tu joven pecho cándido me brinda sus latidos
y tus fragantes labios, dulces y sonreídos
me invitan para el beso romántico sutil,
y mientras que yo veo tus labios virginales,
envuelta en sus dolientes crespones invernales
muriendo va la tarde, ¡serenamente gris...!
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