“Te devuelvo tu corazón.
Te doy permiso ─ …”
AS
Mi boca florece, como un corte
me han agraviado todo el año, tediosas
noches, sólo brutos codazos en ellas
y cajas delicadas de pañuelos gritando ¡llorona,
llorona, estúpida!
Hasta ayer mi cuerpo era inútil.
Ahora se está rompiendo por sus picos y esquinas.
Está rompiendo las piernas de la vieja Mary, nudo a
nudo
y mira ─ ahora está todo invadido por esos rayos
eléctricos.
¡Zumba! ¡Una resurrección!
Érase una vez una barca, toda de madera
y sin tarea, ni agua salada debajo
y necesitada de alguna pintura. No era más
que un montón de tablas. Pero tú la izaste, la aparejaste.
Ella fue elegida.
Mis nervios están encendidos. Los oigo como
instrumentos musicales. Donde había silencio
tocan sin cesar los tambores, las cuerdas. Tú lo hiciste.
La obra de un puro genio. Cariño, el compositor ha
penetrado
en el fuego.
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