Si tú me dieras esa flor que ocultas
entre la cárcel de tus muslos tersos.
Esa flor de recóndita fragancia,
de oscuro musgo y lujuriosos pétalos.
Si me dieras tu fuego más profundo,
tu palpitar más íntimo, tus besos.
Si me dieras el vino que almacenas
en las ánforas plenas de tus pechos.
Si me dieras tus pechos, blancos frutos
del árbol perfumado de tu cuerpo.
Si me dieras tu boca sensitiva
para beber el fuego de tu aliento.
Si me dieras tu pelo, derramado
como una oscura flor sobre mi lecho.
Si me abrieras tu cuerpo, si me amaras,
derramaría en ti todos mis versos.
Entonces venceríamos la muerte,
el miedo, el odio, el tedio y el silencio.
Leer más poemas de este autor en el blog BESOS.
No hay comentarios:
Publicar un comentario