Nacieron en lejanas primaveras
Las angustias eternas del beso
Que esperando un tardío regreso,
Se tornaron en quimeras.
Aferradas con la juventud,
Se sostuvieron de la vida,
Y deshojando despedidas,
Se alejó la ingratitud.
Tal vez, un día, el mejor,
Reaparezcan las ilusiones,
Y serán como corazones
Sin huella alguna de dolor.
Igual a una plegaria al cielo
Se levanta la nave de la mañana,
Previendo que el beso de la amada
Será ardiente, será fuego.
En aguas puras y labios delineados.
Se desplazan los besos que se dirán:
¿A dónde, a dónde se irán
Las horas que faltan de pecado?
Leer más poemas de este autor en el blog BESOS.
No hay comentarios:
Publicar un comentario