Dulce, carnoso habito,
dependencia marchita de ingenuidad;
solo, olvidado a tus deseos,
como ramajes florecidos
acarician los míos, húmedos como el rocío.
Me acerco… salado, carnoso, viril:
Absuelvo toda duda loca entre mis manos suaves,
beso tus cabellos…
tus carnes vírgenes del labio ajeno,
me entrego a ti cruelmente
a los mares de tu piel extensa
“húmeda como la noche”.
El vino de mi lengua corre por la
tuya,
te sueño, te estoy viendo labios calientes, dolientes, pérfidos
perfectamente dolorosos.
Poderosamente me hincas ante ti…
ante la saliva tenue,
“húmeda como la lluvia”.
Desplazas tus manos por mi
cuerpo,
estrujas tus pecados en la pila de mis aguas,
poséeme, luego alcánzame un paño seco.
“Húmeda como el desierto”.
Gotas recorren;
muerdes, agitas, tropiezas,
absorbes. ¡Mójame, que deseo escurrirme entre tus sábanas!
Compartamos la fragancia de estos cuerpos
exprimamos el calor, saciemos el paladar
de los miembros exquisitos,
que la cópula sea explosión y locura,
líquidos corriendo a la fuente de la vida.
Húmedos como el alba…
… caen algunas gotas,
el cielo desprende calores
a la tierra seca…
“¡Bésame como la lluvia!”
El domingo
es el olor del monte sobre la
sopa y es el culantro
y es el perejil
y es el cebollín
y es todo ese ramero pues
saber que la sopa esta sobre tu piel
sudarte mujer
sudarte
sudarte
como si tuvieras las defensas bajas
saladita mujer.
Saladita.
me plenaste como el eucalipto
Leer más poemas de este autor en el blog BESOS.
Enlace recomendado:
No hay comentarios:
Publicar un comentario