Hsi Men casi se desmayó cuando ella le rodeó el cuello con sus brazos de un blanco azulado, pues este simple movimiento arrastró la estremecedora camisa sobre la superficie de su cuerpo fuerte pero sensible.
Él
atrajo hacia sí el rostro de ella, ahora extrañamente serio. Pero la mujer se
anticipó a su deseo y , levantándose sobre las puntas de sus piececitos con vivacidad, puso su ardiente boca contra los anhelantes labios del hombre,
mientras lo miraba profundamente con ojos húmedos. La sorpresa de aquella
ternura súbita y desconocida le subió a
la cabeza como licor y sus manos se
deslizaron hacia la espalda de la mujer y
la apretaron con más fuerza aún. Sus dos cabezas, unidas por las bocas,
se inclinaban juntas, sus narices jadeaban, sus ojos se cerraban. Nunca había
comprendido antes Hsi Men tan claramente como entonces, en el vértigo, el
frenesí, el estado semiinconsciente en que se encontraban, todo lo que
realmente significa la "embriaguez del beso". Y a no sabía quién era
ni qué iba a suceder. El presente era tan intenso que el futuro y el pasado desaparecían.
Ella mueve sus
labios con los suyos. Arde en sus brazos y
él siente que oprime su pequeño v ientre contra el suy o en una ferviente y sedosa caricia que no había
conocido nunca; luego se aparta un poco, coloca su mano lilial sobre el miembro
al rojo candente que se levanta con firmeza, lo mete y lo aprieta entre sus muslos acojinados,
y mientras el miembro se desliza y sube hasta donde sus labios del amor han
humedecido la camisa, recorre el espinazo de Hsi Men con sus dedos tiernos
y ágiles como brotes de bambú.
Una mujer se corta las garras
para que sus
ojos sean más dulces,
domina su malignidad
para liberar su sensualidad.
Luego él baja las manos, sube la camisa
y se pega a la piel quemante de la
mujer; se aleja para recrear sus ojos, lev anta la camisa por encima de la
cabeza de ella y la arroja al suelo.
¡Oh
su adorable forma bañada por la luz de la luna! La plenitud de un intenso
perfume la env uelv e en aromática nube. La afelpada sombra que se hincha bajo
su pequeño v ientre y los azulados
penachos de sus axilas están perfumados de menta y env ían a su olfato trepidantes mensajes de
frescura mezclada con el antiguo olor de la sensualidad.
Y ahora él entra en el aura de la mujer, cuyos
senos sostiene en sus manos. ¡Qué suaves se sienten! ¡Qué dulcemente tibios!
Comparados con estos, los senos de su amada Quinta Esposa son duros como los de
una estatua de mármol. Posa los labios ardientes en los desnudos brazos de Ping,
sobre sus redondeados hombros, sus tiernos pechos, su blanco cuello, una y otra vez.
Él suspira profundamente y ella le toma de la mano, retira la cortina de seda anaranjada y le hace arrodillarse
en la mullida cama; sube a su lado y
desliza la cabecita bajo su vientre. Entonces, imitando al tembloroso
niño que mama del seno de su madre, chupa la esponjosa teta que corona su
miembro. Hsi Men ya no puede contenerse; salta y la abraza con tanta fuerza que ella grita de dolor, luego cae sobre ella salvajemente para abrirse camino con un hacha cruel hacia el interior de su
misteriosa selva azul. Ella le oprime contra su cuerpo como sobre una herida
ardiente, balancea sus ágiles muslos y
pasa la lengua entre sus labios espumantes; ahora no sabe nada más del
mundo y podrían cortarle las cuatro
extremidades sin despertarla de su delicia. El galopante caballo de batalla de
Hsi Men es como una lanzadera que entrelaza sus nervios como hilos y hace de ellos un nudo sensual que se
estrangula y le hincha hasta que estalla
mágicamente en líquido disparo y se
esparce dentro de la roja caverna como perdigones.
Por fin yacen en calma.
Los flancos de la mujer se ahuecan, suavemente cóncav os como un frutero, ¡y realmente las más dulces frutas están contenidas
dentro de sus bordes! Junto a la húmeda, azul fruta femenina está el gordo
fruto rosado masculino, y debajo de éste
la fruta fuente que contiene dos mágicas semillas.
Como después de una agitada
danza, mil perlas de sudor aparecen en la brillante piel de la mujer; ésta,
pues, toma una toalla de la mesita, al lado de la cama, y se frota el v ientre hasta la cabeza, como
saliendo del baño…
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