Porque me besó Perico,
porque me besó el traidor.
Que estando, madre, dormiendo
de lo cual soy arrepisa,
le sentí estar desvolviendo
las haldas de mi camisa;
y aunque me fino de risa,
pensallo me da temor,
porque me besó Perico,
porque me besó el traidor.
Y estando así como os digo,
desque dormida me vio,
me tentó bajo el ombligo
todo cuando Dios me dio;
pues ¿cómo queréis que yo
le pueda tener amor?
Porque me besó Perico,
porque me besó el traidor.
Porque con mil osadías
revolvió poco a poquito,
sus piernas entre las mías
hasta que me dio en el hito:
es mi dolor infinito,
que no puede ser mayor.
Porque me besó Perico,
porque me besó el traidor.
Que, como se meneaba,
más se mostraban sabrosos
dos mil gozos que me daba
como azúcares sabrosos.
Diome unos besos zumosos,
que jamás pierdo el sabor.
Porque me besó Perico,
porque me besó el traidor.
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