que vienen del silencio.
Lunas de sólo sed
que me celan besándome.
Lunas que el espejismo
de vivir me dejaron
para siempre empapado
de verdades tan húmedas,
y tan fieras, como la antigua
sombra del cuerpo
sobre el cuerpo
en los ríos de la gloria.
Ven y dame la luna -profecía
de tu boca-.
Su humedad tan secreta
que la vida la sueña.
Su pulpa bendecida
por todas las campanas del ayer.
Ah, tu boca, lentísima
como el tiempo en las horas
primeras del olvido.
Bajando a las raíces
como buscando lluvias,
subiendo a los dinteles
del día enarbolado
por la mano del día.
Entre todas las lunas
-espejos de las vidas-
las lunas que un instante
de niebla son verdad
porque el beso las finge
para siempre perfectas.
Entre todas las lunas
que en la noche se mecen,
agoreras, voladas
y anunciando su lenta
pasión contra el olvido.
Entre todas las lunas,
yo prefiero y escojo,
aquí junto a los mares
que me ignoran soñándome;
yo prefiero la luna
de espejos infinitos
de tu boca y tu boca
enfrentando la copa
del olvido del mundo.
Que besar es un viejo
ejercicio de asombros,
que heredamos de todas,
tantas fugas vividas...
Y tú besas. Tu boca
besando dice «dime
la verdad vencedora
de los besos del tiempo».
Leer más poemas de este autor en el blog BESOS.
No hay comentarios:
Publicar un comentario