mi ninfa que en el mar la dura roca,
Amor la fuerça, hiere y la provoca
a darse entre mis braços por vencida.
Y allí, del mismo amor mío encendida,
con sus hermosos labios beue y toca
el ayre más caliente de mi boca,
haziendo de dos almas vna vida,
y vn alma de dos cuerpos moradora,
y dos cuerpos en vno más travados
que jamás yedra estuuo en olmo alguno.
Suspende este milagro, Amor, ahora:
que no estemos jamás menos ligados
que Sálmacis y Troco, hechos uno.
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