lunes, 24 de octubre de 2022

" Romance: No pueden los sueños, Floris", de FRANCISCO DE QUEVEDO Y VILLEGAS (ESPAÑA, 1580-1645)

"Aurora y Céfalo", de Baron Pierre Narcisse Guérin (1810)


No pueden los sueños, Floris
ofender prendas divinas,
pues permiten a las almas
el mentir para sí mismas.

Prevenir un sueño quiero,
que, por hacerme caricias,
hurtó mis ojos al llanto,
que los aniega la vista.

Soñé (gracias a la noche),
no sé, Floris, si lo diga
(mas perdona, que los sueños
no saben de cortesía),

que estaban entre mis brazos,
pues eres, diosa divina,
de un amante bullicioso
las obras ejecutivas.

Soñaba el ciego que veía
y soñaba lo que quería.

Tus voces y tus razones
me di, Floris, tanta prisa
a beberlas de tu boca,

que me excusaba de oírlas.

Es no decir lo que vi
apiadarme de la envidia,
y guardar para mí solo
mis glorias con avaricia.

Lo que tocaron mis manos,
adiestradas de mentiras,
no lo darán por el cetro
de todas las monarquías.

Hechas demonios, andaban
tentando abajo y arriba,
y al escondite jugaban
mis obras con tu basquiña.

Soñaba el ciego que veía
y soñaba lo que quería.

Andúvete con la boca
rosa a rosa las mejillas,

y aun dentro de tus dos ojos
te quise forzar las niñas.

Dime una hartazga de cielo
en tan altas maravillas;
maté la hambre al deseo,
y enriquecí la codicia.

No hay estación en tu cuerpo
que no adore de rodillas;
con mis cuentas en la mano,
lloré en la postrer ermita.

De beso en beso me vine,
tomándote la medida,
desde la planta al cabello,
por rematar en las Indias.

El apetito travieso,
con sola mi fantasía,
más entremetido andaba
que fraile con bacinica.

Andando de esta manera,
topé con las barandillas,
desperté con un chichón,
estando en la cuna el día.

Perdona el sueño sabroso
lisonjeras demasías,
que, aun despierto, en la memoria
me están haciendo cosquillas.

Soñaba el ciego que veía
y soñaba lo que quería.





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