Pienso mientras contemplo el tejado
empapado de sangre y noche abierta:
«Mi oración es inútil y es incierta
la palabra en mi labio enamorado».
Detrás de la cancela veo hollado
por lobos el sendero, y entreabierta
la jaula de los pájaros, y yerta
bate la rama el ventanuco helado.
Y quisiera escapar, pues son carnales
aún mis sueños y nada me conmueve
ser piadoso si vivo como roca.
La que me aliviaría de mis males
hoy tampoco vendrá sobre la nieve
a comulgar mi alma con su boca.
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